Los fondos soberanos del golfo Pérsico cambian de rumbo

Entidades multifacéticas, los fondos soberanos aprovechan los excedentes presupuestarios de los Estados del Golfo para hacerlos prosperar en las bolsas de valores internacionales. Pero la volatilidad de los precios del petróleo, la creciente tasa de endeudamiento y los efectos de la crisis de la COVID-19 en las economías de la región podrían reorientar las inversiones hacia las empresas nacionales.

Mercado financiero de Dubai.

Gracias a la explotación de yacimientos gasísticos y petroleros que se encuentran entre los más importantes del planeta, los países de la península arábiga acumularon en unas décadas unos 2 billones de dólares (1,747 billones de euros) de activos financieros invertidos por medio de fondos soberanos, en particular en Europa y los Estados Unidos. Estas estructuras estatales administran esos “tesoros de guerra” con el fin de alisar las fluctuaciones de los precios del barril y hacer que las economías sean menos dependientes de la renta que genera el oro negro. “Esos fondos existen para transformar un recurso natural limitado en un recurso financiero renovable para las poblaciones del Golfo”, comenta Victoria Barbary, directora de estrategia del Foro Internacional de Fondos Soberanos.

Desestabilizados por la COVID-19 y la paralización de la economía mundial, los índices bursátiles estadounidenses se derrumbaron más del 30% a comienzos de 2020. El fondo soberano saudí aprovechó la ocasión para diversificar su cartera. En pocas semanas, el Fondo de Inversión Pública (PIF) de Arabia Saudita invirtió 8.000 millones de dólares (7.000 millones de euros) en los mercados bursátiles de los Estados Unidos y adquirió acciones de multinacionales como Boeing, Facebook, Disney, Marriott, Starbucks, Bank of America y Pfizer.

Dotada de un capital de 360.000 millones de dólares (314.000 millones de euros), la estructura saudí analiza “todas las posibilidades”, afirma su gobernador, Yasir Al-Rumayyan. “Compran empresas pujantes –en industrias que en sí mismas son pujantes– a precios extremadamente bajos”, comenta Quentin de Pimodan, experto en Arabia Saudita en el Research Institute for European and American Studies (RIEAS). Es una estrategia similar a la del fondo soberano catarí, Qatar Investment Authority, que aprovechó la crisis financiera de 2008-2009 para invertir, entre otros, en Crédit Suisse, Barclays, Volkswagen y Porsche. Durante la crisis actual, el fondo se concentra en sus actividades internacionales, anunció el ministro de finanzas del emirato.

Algunas inversiones, sin embargo, suscitan cuestionamientos. En un momento en que el país promete reducir su dependencia de la renta petrolera, el fondo soberano saudí invierte en los gigantes del oro negro. Diversificar la economía local no es necesariamente incompatible con las acciones oportunistas realizadas en la bolsa, replica Quentin de Pimodan. “Tienen una pericia en los mercados petroleros que no se puede pasar por alto”, reconoce.

Las críticas también se mofan de la adquisición del 8% del capital de Carnival, el primer operador mundial de cruceros. Carnival es una empresa donde el consumo de alcohol, que está prohibido en el reino, es parte integrante del modelo económico. A pesar de ese doble discurso, la inversión permitirá que la empresa de cruceros conceda más relevancia a Arabia Saudita como destino turístico, en un momento en que el país ansía desarrollar ese sector. Para evitar quedar en la primera línea mediática, el PIF podría poner sus capitales a disposición de otros inversores y convertirse en un fondo de fondos, sugiere Quentin de Pimodan. “Es más conservador, pero es más bien el rol de un fondo soberano”, comenta el experto.

Emplear los capitales a nivel local

El hecho de que el patrimonio nacional de Arabia Saudita se exponga a la volatilidad de los mercados bursátiles suena como una provocación para la población local, que aún no sale de su asombro por la triplicación del IVA, una medida destinada a contribuir a la financiación del déficit presupuestario, que según las estimaciones, será tres veces superior al de 2019. La desconfianza se reforzó tras el fracaso de una inversión del PIF en el Vision Funds del gigante japonés SoftBank. “Es difícil justificar la inversión en empresas en el extranjero cuando la economía se contrae, las pérdidas de empleos se acumulan, y las empresas locales –que hasta ahora eran prósperas– carecen de liquidez”, comenta el gerente de un fondo de inversión asentado en la región. Golpeada por la pandemia y el viento de pánico que sopla en los mercados petroleros, la economía saudí está moribunda. El producto interno bruto (PIB) se dispone a sufrir su mayor contracción de las últimas dos décadas, y Oxford Economics estima que 1,7 millones de personas podrían perder su empleo para fin de año.

Aunque el modelo económico de los fondos soberanos del Golfo es relativamente estable, el modelo de los Estados que poseen esos fondos no deja de tambalearse tras la caída vertiginosa de los precios del oro negro en 2014. La cuestión, entonces, es cómo transformar sus herramientas de inversión financiera en vectores de crecimiento económico. Los fondos soberanos “podrían jugar el papel de instrumentos de diversificación [económica] para los gobiernos de la región”, señaló Nasser Saidi en una conferencia en línea organizada por el Instituto de los Estados Árabes del Golfo, en Washington. Exministro de Economía del Líbano, Saidi sugiere inyectar esos capitales en las economías locales a efectos de apoyar y financiar la innovación y las industrias, introducir nuevas tecnologías y ayudar a una mejor digitalización de la sociedad para preparar la era “pospetróleo”.

Ese enfoque también es recomendado por el Fondo Monetario Internacional. Entrevistado por Orient XXI, Fabio Scacciavillani, exdirector de estrategia del Oman Investment Fund, explica que la ausencia de diversificación económica no está relacionada con una falta de capitales. “La diversificación no es un problema de dinero, es un problema de entorno económico”, afirma Scacciavillani, quien aboga por una reforma profunda del mercado del trabajo, mejor protección de los derechos de propiedad, menos burocracia y una revisión del sistema educativo a fin de alentar la investigación y la innovación para atraer inversiones extranjeras en sectores de alto valor agregado.

Diversificación selectiva de las inversiones

Victoria Barbary reconoce que las inversiones locales tienen múltiples ventajas, pero advierte que los rendimientos no necesariamente están a la altura de los que se obtienen por medio de las inversiones en el exterior. “Los conocimientos, las competencias y las estructuras de gobernanza necesarias para invertir en los mercados internacionales son muy diferentes de los que se requieren para invertir en las economías del Golfo”, agrega Barbary, y señala que la mayoría de esas instituciones fueron creadas en una época en que la región no estaba en condiciones de absorber semejantes flujos financieros (el PIF fue fundado en 1971).

Pero la situación cambió a comienzos de la década de 2000, cuando, impulsadas por el drástico aumento de los precios del petróleo, las economías del Golfo se desarrollaron hasta alcanzar actualmente un PIB de 1,6 billones de dólares (1,397 billones de euros). “Entonces se crearon nuevos fondos con misiones más específicas para ayudar a diversificar las economías por medio de inversiones selectivas”, indica el gerente de un fondo de inversión interrogado por Orient XXI, en referencia a los fondos soberanos Mumtalakat en Bahrein y Mubadala en los Emiratos Árabes Unidos. “No solo tenemos resultados financieros pujantes, sino que también seguimos aumentando nuestra presencia en múltiples categorías de activos, sectores y mercados para ayudar a diversificar la economía de Abu Dabi”, se felicitó Khaldoon Al-Moubarak, CEO de Mubadala, durante el anuncio de los rendimientos del año 2019. El fondo soberano indica que invirtió 250 millones de dólares (218 millones de euros) en empresas tecnológicas emergentes en Oriente Próximo.

¿Invertir a nivel local para paliar la desaceleración de las industrias petroleras? Es una apuesta que de ningún modo es fácil. “Ya desde antes de la pandemia todos venían golpeados por el mal rendimiento de las economías locales, y son conscientes de su responsabilidad de invertir de manera razonable y rentable”, admite el CEO del fondo de inversión. Pero ante una crisis histórica que amenaza con destruir años de inversiones en la red de pequeñas y medianas empresas, Al-Moubarak recomienda que los fondos soberanos del Golfo intervengan apoyando los préstamos a las empresas rentables. En Dubái se estima que en los próximos seis meses quebrará el 70% de las empresas. “Estos programas no constituyen una obra de caridad, sino que representan medidas eficaces y rentables para ayudar a inyectar liquidez en la economía, mantener la actividad y evitar una espiral deflacionaria inútil que sin embargo, parece cada vez más probable”.

Apoyo presupuestario y gestión de activos públicos

Además de hacer que prosperen los excedentes presupuestarios acumulados durante las épocas de abundancia, los fondos soberanos del Golfo son antes que nada una reserva disponible en caso de que los mercados petroleros se derrumben y los presupuestos anuales de los gobiernos estén en números rojos. Aunque la estrategia todavía funcione, deja al desnudo sus limitaciones en un mundo que se proyecta más allá del petróleo, aún la principal fuente de ingresos de los Estados del Golfo: sin apoyo financiero de otros países, el fondo soberano de Omán podría “agotarse para 2021” por la necesidad de contribuir a la financiación del déficit, predice la agencia de notación Fitch.

Desestabilizados por un barril que anda de capa caída, desde 2014 los países de la península arábiga ya han utilizado más de 600.000 millones de dólares (524.000 millones de euros) de sus fondos soberanos, y la crisis de 2020 solo agrava el fenómeno: sus activos podrían caer unos 300.000 millones de dólares (262.000 millones de euros) suplementarios para fin de año. El FMI, por su parte, estima que “el tesoro de guerra” de una región que durante mucho tiempo fue rentable fiscalmente podría consumirse totalmente para el año 2034. “Nuestro gobierno comprende que no podemos contar eternamente con el petróleo”, indica Mohamed Al-Salmi, analista financiero en el Banco Central de Omán.

Además de recurrir al capital disponible, la región financia los déficits con deuda, ya que las tasas de interés son por lo general inferiores a los retornos de las inversiones de los fondos soberanos. Desde 2014, la tasa de endeudamiento del Sultanato de Omán se multiplicó por 12. En un contexto en que se recurre a la financiación exterior, los recursos de capital poseídos por los fondos soberanos cumplen la función de garantía implícita ante los prestamistas internacionales, por lo que “la reducción del tamaño de esos fondos podría tener consecuencias a futuro sobre la capacidad de los países del Golfo a pedir prestado a tasas bajas”, recuerda Victoria Barbary.

Para consolidar sus activos y reforzar su posición, Omán anunció recientemente la fusión de sus dos fondos soberanos y de todas las empresas gubernamentales –excepto Petroleum Development Oman– en una nueva entidad, Oman Investment Authority. Los expertos que hemos consultado afirman que un fondo soberano fortalecido le permite al sultanato tener el control de la negociación de préstamos o de garantías para obtenerlos.

Conscientes de la incertidumbre que se cierne sobre su futuro, los países del Golfo no tienen más opción a largo plazo que restructurar sus economías locales, y los fondos soberanos están llamados a jugar un rol estratégico en esa reconfiguración. En Arabia Saudita, el príncipe heredero Mohamed bin Salmán pretende guiar la transformación económica del reino por medio del PIF, cuyos activos desea multiplicar por más de cinco. A caballo entre el mundo de ayer y el de mañana, los Estados del Golfo se encuentran frente al desafío de reinventarse antes de que los déficits presupuestarios acaben con los capitales que poseen sus fondos soberanos.