
Cuando Israel hostigaba a los palestinos en Túnez
Hace 40 años, el 1º de octubre de 1985, la aviación israelí bombardeó el cuartel general de la Organización para la Liberación de Palestina en Hammam Chatt, en la periferia sur de Túnez capital. La operación aérea sigue siendo la más distante que haya lanzado Tel Aviv hasta el día de hoy. Los ataques de drones contra la flotilla por Gaza, amarrada en la costa de Túnez capital a comienzos de septiembre de 2025, reavivaron el recuerdo de aquel ataque.

Tahar Al-Sheikh, director egipcio de la Agencia Palestina de Prensa y de Información (WAFA) en Túnez capital, lo recuerda como si hubiera ocurrido ayer. La mañana del 1º de octubre de 1985, cuando llegó a Hammam Chatt, el suburbio a 25 kilómetros al sur de la capital tunecina, vio a Yasir Arafat de pie sobre los escombros de su oficina, lanzando ante los micrófonos de las agencias de prensa internacionales, con un tono desafiante, mensajes cargados de pugnacidad. Entretanto, sus camaradas ayudaban a los agentes de la defensa civil tunecina a extraer los cuerpos despedazados.
Los aviones israelíes acababan de lanzar sus cargas explosivas a 3 100 kilómetros de Tel Aviv, en el cuartel general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y en la oficina de su jefe, Abu Ammar, alias Yasir Arafat. El ataque se cobró la vida de cincuenta palestinos y dieciocho tunecinos, y dejó un centenar de heridos. Los daños materiales de ese día se estimaron en 8,5 millones de dólares (7,24 millones de euros).
Los pilotos creían haber cumplido el objetivo principal: matar a Arafat y enterrar de una vez por todas al comando de la revolución palestina. En Tel Aviv, oficiales de la fuerza aérea comandados por Amos Lapidoth y sus agentes del Mossad, dirigido por Nahum Admoni, se preparaban para celebrar con champagne la masacre cuando, de repente, Abu Ammar apareció en pantalla, de pie sobre los escombros de su casa, y prometió una respuesta rigurosa a Israel. Con una frase clara y concisa, Tahar Al-Sheikh publicó un comunicado: “Arafat escapó a un intento de atentado sionista”.
Un suburbio tranquilo al sur de Túnez capital
Al-Sheikh se acuerda de los detalles de ese martes sangriento:
Estaba en mi oficina de la Agencia de Noticias de Palestina, en el barrio de El Menzah 6 [barrio residencial al norte de Túnez capital] cuando, unos minutos antes de las diez de la mañana, nos informaron que unos aviones de guerra habían bombardeado la oficina del presidente Arafat, en el suburbio de Hammam Chatt. En el lugar que estábamos habíamos sentido una vibración por el paso de los aviones, una sensación que habíamos vivido por primera vez cuando estuvimos en Líbano. En el cuartel general de Hammam Chatt había varios residentes locales: la oficina del presidente Arafat, su residencia, la sede de la Fuerza 17 (la guardia presidencial), de la administración financiera, de la administración militar –donde estaban guardados los archivos de los combatientes de la revolución palestina–, así como algunas viviendas de compañeros de Abu Ammar y de empleados de la OLP.
Me costó mucho llegar al lugar, porque las autoridades tunecinas habían acordonado la ciudad. Abu Ammar estaba tranquilo, como de costumbre, pero su rostro era iracundo y muy desafiante.
Los dirigentes palestinos –tras su arribo en 1982, luego de haber abandonado Beirut, rodeada por el ejército israelí– eligieron instalarse en el tranquilo suburbio de Hammam Chatt. Utilizaron el hotel Salwa y sus alrededores como cuartel general. Los combatientes se instalaron en el campamento de Oued Zarga, entre las gobernaciones de Béja y Jendouba, al noroeste de la capital, cerca de la frontera con Argelia.
Al-Sheikh agrega:
A las diez de la mañana, penetraron en el espacio aéreo tunecino cuatro aviones F-15. Bombardearon el cuartel general durante más de diez minutos. Estaban apoyados por aviones de caza previendo una eventual interceptación aérea, y cargaron combustible a la ida y a la vuelta en el cielo mediterráneo, fuera del espacio aéreo tunecino.
Fuentes pertenecientes a la seguridad nacional tunecina que trabajaron en la célula de comunicación tunecino-palestina relatan que el jefe del gobierno de Italia, el socialista Bettino Craxi, había advertido a las autoridades sobre la presencia de aviones de guerra de identidad desconocida que habían cargado combustible en el Mediterráneo y que se dirigían hacia las costas tunecinas. Pero el breve plazo de tiempo y la importante diferencia entre la potente fuerza aérea israelí y la modesta defensa tunecina no dejaron ninguna chance de intervención.
En busca de un pretexto
A pesar de estar instalada en Túnez capital, la resistencia palestina no detuvo sus ataques contra Israel. La madrugada del 25 de septiembre de 1985, un comando de fedayines tomó el yate israelí First, amarrado en el puerto chipriota de Larnaca, y secuestró a los tres miembros de la tripulación. La OLP afirmó que era una estación móvil del Mossad – los servicios de inteligencia exterior de Israel– que vigilaba el desplazamiento de combatientes palestinos hacia Líbano por vía marítima. El comando exigió la liberación de detenidos palestinos a cambio de los rehenes del yate. Un comando israelí intentó lanzar un asalto pero fracasó, y los fedayines mataron a los agentes israelíes y luego se entregaron a las autoridades chipriotas. El gobierno israelí, dirigido entonces por Shimon Peres, utilizó ese acontecimiento como pretexto para reanudar las campañas aéreas como la del asedio de Beirut, en 1982.
Unas semanas antes, a comienzos de septiembre de 1985, la agrupación de izquierda Frente para la Liberación de Palestina (FLP), dirigida por Mohamed Abbas (Abu Abbas), había celebrado su congreso en el campamento de la OLP de Oued Zarga. En su discurso, Arafat reveló que fuentes de confianza le habían transmitido información que indicaba que se había reunido un gabinete israelí y había decidido bombardear las instalaciones de la OLP en Túnez. Arafat afirmó que había compartido la información con las autoridades tunecinas, que declararon el estado de alerta.
Las declaraciones de Abu Ammar sobre la intención de Israel de bombardear Túnez son previas a la operación del yate de Larnaca, lo que demuestra que la decisión israelí había sido tomada desde hacía mucho tiempo y solo esperaban cualquier pretexto para ejecutarla. Es lo que confirma Tahar Al-Sheikh:
Durante el verano de 1985, los servicios de seguridad amigos nos advirtieron sobre la posibilidad de una acción militar contra la OLP en Túnez. Además, los servicios de seguridad de la Revolución Palestina recibieron información proveniente de Palestina ocupada según la cual Israel preparaba una acción en Túnez, pero no especificaba de qué se trataba precisamente.
El anfitrión que salvó a Abu Ammar
El día previo al bombardeo, Abu Ammar había regresado de Marruecos. Como de costumbre, fue recibido por un ministro tunecino y algunos dirigentes de la OLP. En el terreno, agentes del Mossad vigilaban su convoy mientras se dirigía hacia la sede del comando de la OLP en Hammam Chatt. Sentado a su lado en el automóvil, Hakam Balawi, embajador de Palestina en Túnez, le avisó que en La Marsa, en el suburbio norte de Túnez, lo estaba esperando un importante anfitrión árabe. Abu Ammar le pidió al chofer que fueran al lugar de inmediato, mientras el convoy continuó rumbo al suburbio sur. Los agentes del Mossad no le prestaron atención a ese cambio inesperado. En la residencia de Hakam Balawi, Arafat estuvo reunido con su “anfitrión árabe” hasta muy tarde, y por eso habría decidido pasar la noche en La Marsa.
Pero en sus memorias, tituladas “Un primer ministro de Burguiba testifica”, el primer ministro tunecino de ese entonces, Mohamed Mzali, ofrece otra versión:
El 30 de septiembre de 1985, cerca de las 20 horas, recibí una llamada telefónica de Hakam Balawi, representante de la OLP en Túnez, quien me informó que Yasir Arafat acababa de regresar de Marruecos y deseaba verme lo antes posible. Una hora después, Arafat llegó a mi casa acompañado por otros “históricos” dirigentes palestinos: Abu Iyad (Salah Khalaf), Abu Jihad (Khalil al-Wazir), Faruq al-Qaddumi, Mahmud Abbas alias Abu Mazen y Balawi. Me transmitió un mensaje de Hasán II [el rey de Marruecos], según el cual soldados libios se preparaban para una incursión en territorio tunecino vestidos con el uniforme del ejército tunecino. Tomé inmediatamente las medidas que correspondían y alerté a los ministros de Defensa y de Interior para que movilizaran al batallón del Sahara, así como a la Guardia Nacional y la policía.
En ese entonces, las relaciones entre Túnez y Trípoli estaban en plena crisis tras las amenazas de Muamar el Gadafi de invadir a su vecino y luego de haber expulsado a miles de trabajadores tunecinos en el verano de 1985.
Nouri Bouchaala, oficial del servicio tunecino de protección de las personas y de los bienes y jefe de la unidad de guardia y escolta de los dirigentes palestinos, relata que después de haber salido de la vivienda de Mzali, Abu Ammar se dirigió hacia la residencia del embajador palestino, donde presidió algunas reuniones hasta tarde en la noche. A pesar de la propuesta de Balawi de quedarse a pasar la noche, Arafat quería regresar a Hammam Chatt. Pero en el camino, de repente decidió dirigirse a la oficina de Abu Jihad en La Marsa para pasar la noche allí.
Un retraso salvador
¿Por qué los israelíes eligieron esa fecha? Varios responsables y altos mandos militares de la Revolución Palestina que se encontraban en Argelia, Yemen y Sudán fueron convocados al Consejo Superior de Seguridad Nacional que se celebraría en Túnez capital el 1º de octubre. Esa fecha solo la manejaba un círculo restringido de dirigentes, lo que demuestra que la falla de seguridad se dio entre las filas de la OLP. Tahar Al-Sheikh explica:
Mucho más tarde, en 1993, descubrimos que Adnan Yasin, que ocupaba un cargo importante en la Embajada de Palestina en Túnez, transmitía toda la información sobre la OLP a Israel. Es muy probable que ya colaborara con el Mossad desde la época de Beirut, es decir, antes incluso de nuestro arribo a Túnez, en 1982.
El día del ataque, los jefes militares palestinos se reunieron a las 9:30 en el hall exterior de la sede del comando, en Hamman Chatt. Arafat se levantó tarde y pidió que la reunión se atrasara media hora. Los dirigentes presentes decidieron posponer la reunión y se separaron. Abu Ammar estaba a quince minutos de Hammam Chatt cuando escuchó el estruendo de las bombas.
Como declara Mohamed Mzali, los servicios de seguridad de Túnez creyeron en un primer momento que se trataba de un ataque de Libia. La mañana del 1º de octubre, el capitán tunecino Nouri Bouchaala se dirigía a su trabajo, en el cuartel general palestino de Hammam Chatt, cuando escuchó, a través de la radio de su vehículo, un llamado de la oficina del encargado del servicio de protección de las personalidades, el oficial Salenm Baraket, quien anunció en un principio que el suburbio sur de Túnez capital estaba siendo bombardeado por aviones libios.
Bouchaala recuerda:
A pesar del efecto sorpresa, seguí mi camino a toda velocidad. Al llegar a Hammam Chatt, de entrada me espantó lo que vi, la devastación, los cadáveres yaciendo sobre los escombros (…). Una de las bombas que no había dado en el blanco había hecho un cráter de más de tres metros de profundidad y unos cinco metros de diámetro. La mitad de la carrocería de un automóvil de la OLP estacionado en el lugar estaba colgada de un árbol enorme. Vinieron altos funcionarios de seguridad y personalidades políticas, incluidos el primer ministro Mohamed Mzali, Wassila Burguiba [la esposa del presidente de la República] y Abu Iyad. El director de seguridad nacional, Zine El Abidine Ben Ali1, llegó al lugar al mismo tiempo que Abu Abbas, el secretario general de la OLP. Ben Ali salió de su vehículo sonriendo y le hizo una broma un tanto pesada a uno de los combatientes palestinos: “¿No puede derribar los aviones con su arma?”, mientras señalaba la kalashnikov que el hombre tenía entre sus manos.

Unos días después del raid israelí, los dirigentes del Centro de Alerta contra el Terrorismo de la marina estadounidense descubrieron en la oficina de Jonathan Pollard, analista del servicio de investigación naval, pilas de documentos secretos sin relación con sus actividades. Tras el descubrimiento, Pollard intentó huir de Estados Unidos con su esposa. Se dirigió a la Embajada de Israel en Washington para solicitar asilo político, pero los israelíes se lo denegaron. El FBI lo interrogó y lo acusó de “transmisión de información secreta a un Estado aliado, sin intención de perjudicar a Estados Unidos”. En junio de 1986, Pollard reconoció haber espiado para Israel, pero simplemente para ayudarlo a defenderse.
Según el informe de la CIA de 1987 desclasificado y publicado por los archivos de seguridad nacional de la Universidad Georges Washington en 2012 , la misión de Pollard consistía en conseguir información para Tel Aviv sobre proyectos nucleares, militares y tecnológicos de los Estados árabes, Pakistán y la Unión Soviética. En total, Pollard transmitió cerca de 1500 notas sobre Oriente Próximo y el Magreb, sobre el litoral mediterráneo y el litoral del océano Índico.
Los documentos enviados por el espía israelí aportaron información muy precisa sobre la sede de la OLP en Túnez capital y sobre la capacidad de defensa aérea de Túnez y de Libia.
El giro de Washington
Pasado el estupor, Túnez decidió reaccionar. Tahar Al-Sheikh recuerda:
Desde nuestra llegada a Túnez éramos conscientes de que Israel nunca dejaría de perseguir a la OLP, como había intentado hacerlo en Jordania y en Líbano. Nosotros habíamos adquirido experiencia en Beirut y estábamos acostumbrados a las incursiones sorpresa, a las redadas y a las operaciones especiales contra los jefes de la Revolución. Pero los ciudadanos tunecinos, que vivían por primera vez una acción semejante de parte de Israel, sufrieron el golpe más duro. De allí la importante respuesta popular, con marchas y manifestaciones en apoyo a Palestina, y en el plano oficial, un conjunto de acciones diplomáticas de Túnez ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
En París, el embajador tunecino Hédi Mabrouk calificó la incursión israelí de “terrorismo de Estado” y recordó que también hubo víctimas civiles y de las fuerzas de seguridad tunecinas. El embajador de Israel, Ovadia Soffer, respondió que su gobierno “no tenía nada contra Túnez” pero agregó: “La sede de la OLP está protegida por Túnez, que entonces asume la responsabilidad de las actividades de la OLP”. Por su parte, el primer ministro de Israel, Shimon Peres, afirmó en un discurso pronunciado en Tel Aviv al día siguiente de la operación que Israel “no olvidará el ataque de Larnaca y no perdonará”.
Las reacciones árabes e internacionales no se demoraron. El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, publicó un comunicado donde afirmaba: “La incursión fue un acto de legítima defensa, y siempre tuve confianza en los servicios de inteligencia israelíes”. Su par tunecino, Habib Burguiba, convocó al embajador de Washington en Túnez capital y le encomendó transmitir las protestas de las autoridades tunecinas contra la violación israelí. También acusó a Estados Unidos de haber sido avisado con anticipación respecto del plan israelí. Washington respondió con un memorándum que el embajador tunecino, Néjib Bouziri, se negó a recibir, en el que recordaba la operación contra el yate Larnaca, considerada como “un ataque terrorista palestino al cual Israel respondió a través de una respuesta aérea en Hammam Chatt”.
Burguiba estaba tan furioso que llamó a su ministro de Asuntos Exteriores, Béji Caïd Essebsi, que en ese momento asistía a las sesiones de la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, y le informó que, si Estados Unidos utilizaba su derecho de veto en el Consejo de Seguridad para contrarrestar una resolución de condena a Israel, tenía intenciones de romper relaciones con ese país2.
Disputa en el Consejo de Seguridad
Caïd Essebsi relata en sus “Memorias” los detalles de la lucha diplomática que se desarrolló en los pasillos del Consejo de Seguridad luego del ataque:
Para nosotros, lo esencial era obtener una resolución que condenara expresamente la agresión. La formulación del proyecto de resolución era objeto de una deliberación entre el grupo de los seis países no alineados miembros del Consejo, con la participación constante de Túnez y del representante de la OLP, Zehdi Terzi. […] La primera versión del proyecto de resolución estuvo lista la mañana del 2 de octubre, cuando abrió el Consejo. La fórmula elegida condenaba a Israel como agresor y por su “terrorismo de Estado”.
Washington intentó establecer un diálogo con la delegación tunecina respecto de la formulación por intermedio de su representante en el Consejo de Seguridad, Vernon Walters, que amenazó con vetar la versión si incluía la expresión “terrorismo de Estado”. La sesión de votación fue aplazada dos días. Caïd Essebsi explica en sus “Memorias”:
Esa noche reflexioné sobre las objeciones planteadas por el embajador Walters. Yo me consideraba obligado a lograr algún resultado, no a un fetichismo cualquiera de pura terminología. Si el veto de Estados Unidos tenía que ver con un ajuste de la forma, la condena de Israel podría formularse de otra manera […] Sin negociar con la delegación estadounidense y sin pedirle previamente ningún tipo de participación, me encargué de cambiar el texto del proyecto de resolución en dos puntos: en lugar de “condena a Israel”, lo cambié por “condena el acto de agresión armada perpetrado por Israel”. Por otra parte, suprimí la frase “terrorismo de Estado”. Bouziri no estaba convencido: estimaba que esas enmiendas representaban una concesión vana y sin resultado.
Esas rectificaciones tampoco le sentaron bien al representante de la OLP en la ONU, que expresó numerosas reservas al respecto. Pero Essebsi afirma haberse contactado con Faruq al-Qaddumi3, que estaba en Nueva York en ese momento, y quien le dio instrucciones a su representante para que se comprometiera a seguir las decisiones de la delegación tunecina.
La sesión de votación comenzó la mañana del 4 de octubre. Luego de las deliberaciones, el embajador de Estados Unidos ingresó a la sala. Había consultado a Reagan por teléfono y logró convencerlo de una abstención tras las enmiendas realizadas por Túnez. El exministro de Asuntos Exteriores de Túnez recuerda:
Recién al final de la sesión, durante la votación que ocurrió cerca de las 20 horas, me di cuenta de la hazaña personal del general Walters. Había logrado que el presidente Reagan eligiera la abstención y por lo tanto renunciara al veto, y así la resolución fue aprobada por 14 votos contra cero. La mala noticia la recibió el jefe de la delegación israelí, Benjamín Netanyahu, porque la decisión de Estados Unidos, modificada en plazos muy breves, no le permitió lanzar una contraofensiva. Cuando se enteró a último minuto del cambio de posición de la delegación estadounidense, se enfrentó a Walters personalmente y lo agarró del traje en su silla misma de presidente del Consejo de Seguridad. Exasperado, se daba cuenta de que no tenía tiempo de actuar para restablecer el veto. Si la decisión de Estados Unidos se hubiera modificado el día anterior, las inmediatas y poderosas intervenciones ante el presidente Reagan podrían haber restablecido el veto. La resolución del 4 de octubre de 1985 fue para Túnez un éxito rotundo.
La posición de Estados Unidos se basaba no tanto en una convicción de Washington de que el ataque israelí era un error, sino en un apoyo al régimen de Burguiba frente a la ira popular y a las escaladas del coronel Gadafi. Un documento de los servicios centrales de inteligencia de Estados Unidos con fecha 7 de octubre de 1985 revela que la administración Reagan había decidido no oponerse al veto a la resolución del Consejo de Seguridad que denunciaba el ataque israelí contra la sede de la OLP tras haber recibido advertencias de funcionarios de inteligencia que decían que el veto estadounidense podría llevar a Libia a derrocar al gobierno de Túnez, aliado de Occidente, mientras en Túnez se vivía el fin del reinado de Burguiba, que sería depuesto por un golpe de Estado dos años después. El documento señala:
Frente a las críticas esgrimidas por Israel y las organizaciones judías estadounidenses respecto de la decisión de abstenerse de votar el día viernes, la administración intervino hoy en privado para explicar su posición a israelíes y a otros. El ministro de Asuntos Exteriores, Georges P. Shultz, llamó por teléfono a Yitzhak Shamir, ministro de Relaciones Exteriores de Israel, quien estaba en Nueva York, para asegurarle que el gobierno de Reagan estaba determinado a tomar medidas firmes contra los terroristas. También informó a Shamir que Estados Unidos consideraba el ataque israelí contra la sede de la OLP como un acto de legítima defensa contra una serie de acciones terroristas financiadas por la OLP. Y Shultz autorizó a los israelíes a hacer públicos sus comentarios […] El embajador de Estados Unidos en Túnez, Peter Sebastian, había enviado un telegrama urgente desde Túnez capital en el que declaraba que si la administración no cambiaba radicalmente su política general, el gobierno de Burguiba se encontraría en un callejón sin salida. El embajador y los responsables de inteligencia en Túnez afirmaron que Libia, que no había logrado desestabilizar a Túnez durante los últimos meses, podría llegar a hacerlo en la actualidad. La preocupación de los estadounidenses en Túnez había llegado a tal punto que se dieron órdenes de comenzar a enviar trituradoras de papel para destruir los documentos secretos de la embajada como medida de precaución en caso de que sufriera un asalto de grupos de militantes de izquierda.
1NDLR. Ben Ali, que luego ocuparía el cargo de ministro de Interior antes de pasar a ser primer ministro, lideró un golpe de Estado contra el presidente Burguiba el 7 de noviembre de 1987.
2NDLR. La ira del presidente tunecino se explica por el hecho de que, luego de la independencia, Habib Burguiba eligió alinearse con el bando estadounidense y no con el soviético. La complicidad de Estados Unidos en la operación israelí fue vivida como una traición desde Cartago.
3En ese entonces, jefe del departamento político, es decir, el equivalente del ministro de Asuntos Exteriores de la OLP.