En siete años, el conflicto en Yemen se cobró la vida de 110.000 personas, 13.000 de ellas civiles, según datos de Armed Conflict Location and Event Data Project (Acled). Desde marzo de 2015, cuando comenzó la intervención de la coalición árabe liderada por Arabia Saudita contra los rebeldes hutís, el gobierno francés ha negado una y otra vez la implicación de Francia en el conflicto. “No hemos vendido recientemente ningún arma que pueda ser utilizada en el contexto del conflicto en Yemen”, asegu-ró en enero de 2019 la entonces ministra de las Fuerzas Armadas, Florence Parly. Los materiales entregados solo servirían para “asegurar la protección del territorio saudí contra ataques balísticos provenientes de Yemen”, agregó la ministra. Unos meses más tarde, el 15 de abril de 2019, la investigación Made in France de la ONG Disclose demostró lo contrario basándose en informe de la Dirección de Inteligencia Militar (DRM, por sus siglas en francés). En las ofensivas de la Coalición no solo intervinieron aviones, helicópteros, tanques y cañones franceses, sino que esas armas también podrían haberse utilizado para atacar zonas civiles.
El exministro de Asuntos Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, también se esforzó por mantener la versión oficial. El 13 de febrero de 2019, frente a la –poco reactiva– Comisión de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional, Le Drian repitió que Francia “no [provee] nada a las fuerzas aéreas saudíes”. Una mentira que pasa por alto las entregas de instrumentos de designación láser del grupo Thales, despachados a Arabia Saudita por lo menos hasta 20171, así como los miles de misiles made in France suministrados a su coalición militar.
Solo durante el año 2019, el Estado francés aprobó 47 contratos de exportación de municiones, torpedos, cohetes, misiles y otros materiales explosivos por un total de 1.000 millones de euros hacia Arabia Saudita y 3.500 millones de euros hacia los Emiratos Árabes Unidos. Al año siguiente, 2020, esas autorizaciones aumentaron en un 40% para Arabia Saudita y un 25% para los Emiratos. Estas cifras corresponden a las licencias de exportación otorgadas por la poco transparente Comisión Interministerial para el Estudio de las Exportaciones de Materiales de Guerra (CIEEMG) y permiten evaluar el apetito de los industriales franceses y de sus clientes en guerra, aunque in fine los contratos firmados –y secretos– suelen ser inferiores.
Hasta ahora, el gobierno francés se niega a publicar el detalle de las armas que se entregan en concreto a cada país extranjero. Sus informes públicos, presentados cada año en el Parlamento, permiten conocer sin embargo la magnitud del comercio con dos de los países más intervencionistas de Oriente Próximo, Arabia Saudita y los Emiratos, respectivamente el tercer y el quinto mejor cliente del armamento francés. Así, sabemos que entre 2015 y 2021, Francia entregó equipamiento militar, municiones y servicios de mantenimiento por cerca de 9.000 millones de euros a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos, los dos líderes de la coalición árabe formada para apoyar al gobierno yemení contra los rebeldes hutís.
La opinión pública soporta cada vez menos la discrepancia existente entre el discurso y los actos del Estado francés en materia de respeto de los derechos humanos. En Marsella y en El Havre, estibadores bloquearon cargamentos con destino a Arabia Saudita. En la Asamblea francesa, diputados y ONG reclamaron la apertura de comisiones de investigación y la suspensión de las exportaciones hacia la coalición árabe. Hoy cuentan con el apoyo de la mayoría de la población francesa2 Discretamente, los servicios franceses vigilan también cada vez más la utilización de las armas francesas en los campos de batalla extranjeros, en particular en Yemen, gracias a las informaciones satelitales. Por la presión mediática, las entregas de armas a Arabia Saudita terminaron disminuyendo en 2020. Sin embargo, no han terminado. Y la falta de transparencia sigue siendo total. Sin ningún debate democrático, la guerra se sigue fabricando en Francia.
Orient XXI ha querido cartografiar la implantación de las empresas francesas que han podido beneficiarse con la escalada bélica en Yemen y la crisis humanitaria más grave de la actualidad. “A partir del momento en que una empresa ‘reside’ en un lugar, su rol debe ser conocido y debatido por los habitantes. Es lo que sucede con algunas industrias químicas o agroalimentarias”, escribió el Observatorio de Armamentos en su informe de 2022 sobre las empresas de armamento en Auvergne-Rhône-Alpes. “¿Por qué no sucede lo mismo con las industrias de armamento y de seguridad?” El secreto de defensa no puede ser la excusa permanente de la impunidad. En el conflicto que se cobró la vida de más de 13.000 civiles en siete años, están implicadas tres grandes empresas francesas y sus subcontratistas: Thales, que equipa los aviones de caza y entrega municiones; el fabricante de misiles franco-británico MBDA, y el fabricante de aviones Dassault, que mantiene los Mirage 2000 y firmó contratos récord con los Emiratos. Las regiones Centro, Nueva Aquitania e Isla de Francia concentran la mayor parte de las actividades. El 1º de junio de 2022, cuatro ONG presentaron una denuncia contra estos tres grupos franceses por “complicidad de crimen de guerra en Yemen”. La apertura de una instrucción judicial sería un hecho inédito contra vendedores de armas de esa envergadura. El único antecedente es el de una pequeña y mediana empresa francesa, Exxelia, en la mira de los jueces a cargo de la lucha contra los crímenes de lesa humanidad desde hace casi cuatro años, cuyos componentes de misiles fueron encontrados en un bombardeo letal en Gaza en 2014.
Vea en Google Maps los centros industriales franceses asociados a los armamentos utilizados en la guerra en Yemen.
“Por más que las empresas tengan una licencia de exportación otorgada por el Estado francés, la elección de exportar o no depende de ellas, y tienen la obligación legal de asegurarse que sus exportaciones no contribuyan en violaciones de los derechos humanos, si son conocidas y están documentadas” explica Cannelle Lavite, del Centro Europeo por los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR). El Parlamento Europeo y el Grupo de Eminentes Expertos sobre el Yemen reclamaron en varias oportunidades la suspensión de las entregas de armas a la Coalición, debido a que han sido utilizadas contra los civiles. Contactado por Orient XXI, el grupo Thales rechaza toda responsabilidad y la atribuye al Estado francés, principal accionario del grupo. “Thales se ajusta estrictamente al marco legal y refuerza permanentemente sus procesos internos de control de las exportaciones”, asegura a Orient XXI el servicio de comunicación del grupo. En 2020, la dirección de Thales se comprometió, junto a directores de empresas del mundo entero, “a asociarse con las Naciones Unidas para respetar los derechos humanos”. Dassault y MBDA no han querido responder nuestras preguntas. 25.000 incursiones aéreas
La guerra en Yemen se libra principalmente en el aire. Nunca ningún conflicto de la historia reciente había requerido tantos misiles, bombas guiadas, obuses de artillería, drones y sistemas de defensa aérea, advierte Lotjse Boswinkel, del Arab Gulf States Institute de Washington. Desde el 26 de marzo de 2015, fecha del comienzo de la intervención de la coalición árabe, el organismo de referencia Yemen Data Project registró 25.000 incursiones aéreas. En las primeras semanas de su intervención, los aviones de la Coalición lograron destruir la mayor parte de los blancos militares3.
Para perseguir a los hutís que se mezclan entre la población, se atacan granjas, mercados, centros de salud y hasta sitios de suministro de agua. Dos tercios de las víctimas civiles registradas por ACLED hasta 2019 murieron por bombardeos de la Coalición.
El alto el fuego anunciado el 30 de marzo de 2022 por Arabia Saudita no terminó ni con las incursiones de su operación, denominada “Restauración de la Esperanza”, ni con los ataques de los hutís. En un período de cinco meses, murieron cerca de 400 yemeníes, y la coalición de Riad efectuó cerca de 200 ataques aéreos, siempre según ACLED.
En ese plazo, Francia ayudó a los Emiratos a renovar sus existencias de misiles. El 3 de diciembre de 2021, el fabricante de misiles MBDA obtuvo un contrato por 2.000 millones de euros para equipar los 80 aviones Rafale encargados a Dassault por los Emiratos Árabes Unidos. Aunque los Rafale recién estarán terminados dentro de varios años, los misiles de MBDA serán utilizables desde su entrega, en los aviones Mirage desplegados en Yemen. Para la presidencia de Francia, este contrato “histórico” representa “un hito de la asociación estratégica entre ambos países”.
El grupo MBDA, propiedad de Airbus, de la británica BAE Systems y de la italiana Leonardo, es el principal proveedor europeo de la Coalición. La fuerza aérea4 emiratí está equipada con misiles de cru-cero Black Shaheen (una variante del sistema de crucero autónomo de largo alcance llamado “Scalp” o Storm Shadow) dotados de una “gran precisión de puntería gracias a un sistema de navegación avanzado”, según los argumentos de venta del fabricante. Estos misiles, que son ensamblados en el centro de Francia y también están en servicio en las fuerzas saudíes, son piezas claves de la Coalición. Cargados con 400 kilos de explosivos, capaces de dinamitar un edificio en un solo ataque, son operables en todos los aviones de combate de la Coalición, los Typhoon, Tornado y otros Mirage 2000.
Misiles en el centro de Francia
Como el misil Storm Shadow/SCALP es un programa franco-británico, la producción de los componentes está repartida entre los centros industriales británicos y los de Bourges5, donde MBDA emplea a 1.700 personas. En la prefectura de Cher se producen los sistemas electrónicos e informáticos de esos misiles. Allí se prueban las municiones –una vez ensambladas– en laboratorios que simulan diferentes condiciones de vuelo (por ejemplo, se somete al misil a temperaturas extremas). En Bourges, la pyme ASB Aérospatiale Batteries fabrica las pilas térmicas indispensables para la propulsión de esos misiles a más de 400 kilómetros de su objetivo.
El arsenal saudí, inventariado por el IISS, también incluye una de las bombas emblemáticas del catálogo MBDA: la Brimstone (“azufre” en inglés), utilizable en aviones y en tanques, y fabricada en Lostock, en los suburbios de Manchester. Los empleados de Bourges también participaron en la fabricación de los primeros bancos de ensayo de las Brimstone, despachados llave en mano a Inglaterra.
Bourges y su comuna vecina de la Chapelle-Saint-Ursin albergan dos fábricas Nexter que producen una amplia variedad de municiones de artillería. En plena guerra civil en Yemen, los saudíes les encargaron obuses de 120 milímetros para armar sus tanques Leclerc. En 2016, Nexter preveía vender a los Emiratos 53.000 obuses y 50.000 componentes explosivos –“cohetes de artillería” en vocabulario militar–, según una nota del Secretario General de Defensa y de Seguridad Nacional de Francia (SGDSN) con fecha 1 de junio de 2016 y revelada por Disclose. En la Ferté-Saint-Aubin, al sur de Orléans, Junghans, una pyme propiedad de Thales en un 49%, debía proveer 41.500 “cohetes” de artillería de 155 milímetros6 a la Guardia Nacional Saudí, equipada con cañones César del mis-mo diámetro. Monto total de los contratos: 350 millones de euros. A pesar de las reticencias de algunos diplomáticos en ese entonces, el Estado francés dio su aprobación.
Ese año 2016, la planilla de pedidos estaba tan repleta que Nexter no tenía suficiente capacidad de producción. Para satisfacer al cliente emiratí rápidamente, se debieron extraer obuses de las existencias de la caballería francesa.
MBDA, Nexter y sus subcontratistas emplean a 5.000 personas en la metrópolis de Bourges, es decir, brindan el 10% del empleo de la aglomeración. El fabricante de misiles MBDA participa como jurado en el concurso local de empresas emergentes de la Défense, Def’ Start, e incluso fue el patrocinador de su segunda edición. “Tras un período de restructuración a fines de la década de 1990 –explica Irène Félix, presidenta de la aglomeración Bourges Plus–, desde hace cinco años las contrataciones de la sucursal de la Défense aumentan fuertemente gracias a los encargos de las fuerzas armadas francesas y de otros países”. A la dirigente de divers gauche no le preocupan las acusaciones de complicidad en crímenes de guerra presentadas contra el vendedor de armas. “Las industrias de defensa saben perfectamente en qué contexto pueden trabajar”, le responde a Orient XXI. “La colectividad territorial apoya al tejido industrial, pero no interviene en las cuestiones de diplomacia, que son gestionadas por el Estado.”
A 200 kilómetros de Bourges, en el departamento de Loira, la empresa Nexter, propiedad del Estado francés en un 50%, es un peso pesado de la industria local. En Roanne, donde cuenta con cerca de 1.400 empleados, su fábrica produce los cañones César, de los cuales Arabia Saudita es uno de los clientes más importantes. Entre 2018 y 2021, el reino saudí recibió 42 unidades.
Bajo la presidencia de François Hollande, la Comisión Interministerial para el Estudio de las Exportaciones de Materiales de Guerra (CIEEMG) no le daba tanta importancia al derecho internacional y a las vidas yemeníes como a los intereses económicos de Francia. En el verano boreal de 2016, un año y medio después del comienzo de la operación saudí-emiratí, el Ministerio de las Fuerzas Armadas de Francia disipó los temores de los diplomáticos del Ministerio de Asuntos Exteriores preocupados por el “riesgo de no poder satisfacer nuestros compromisos internacional-les”. ¿Acaso alguien cuestionaría los contratos con países que representan “cerca del tercio de nuestros volúmenes de exportaciones”? El gabinete de François Hollande aprobó y hasta ordenó “no volver sobre la decisión de principio de apoyar a nuestros socios estratégicos por medio de nuestras exportaciones”.
Motores de misiles tolosanos
Luego de la llegada al poder de Emmanuel Macron en 2017, la doctrina Hollande se mantuvo con algunas excepciones. Durante su primer mandato (2017-2022), la Comisión Interministerial (CIEEMG) otorgó por lo menos 77 licencias de exportación de municiones7 hacia Arabia Saudita y 87 hacia su aliado emiratí. Solo fueron rechazados algunos contratos. Desde el verano boreal de 2020, en la Ferté-Saint-Aubin, una fábrica de municiones de Thales tuvo que suspender los despachos a Arabia Saudita. “Los servicios del Estado le informaron a Thales que la licencia de exportación válida hasta junio de 2020 no sería renovada; así que los empleados de la Ferté se apresuraron a despachar los encargos en curso para Arabia”, cuenta un empleado de la sección defensa del grupo Thales, propiedad del Estado francés en un 26%. Este contrato de algunos millones de euros no era crucial para la empresa de Loiret, dependiente en un 70% de los en-cargos del Ministerio de las Fuerzas Armadas. Antes de las nuevas directivas, este antiguo centro industrial de TDA Armaments integrado a Thales proveía municiones de artillería de 120 milímetros a los saudíes.
No solo la región francesa Centro-Val de Loire contribuye en el esfuerzo de guerra de la coalición saudí-emiratí. En Tolosa, la fábrica de Safran Power Units ensambla las piezas del potente motor TR60, inventado especialmente para propulsar los misiles Storm Shadow/Scalp. “En muchos con-flictos ha quedado demostrada su fiabilidad y sus capacidades en el terreno”, se jacta en su sitio de internet el líder europeo de los turborreactores. ¿Cuántas granjas y residencias yemeníes ha ayudado a destruir Safran? La empresa no respondió a Orient XXI. “No nos incumbe”, dice Jean-Paul Lopez, presidente de la Asociación de Amigos del Patrimonio Histórico de Microturbo, la empresa familiar inventora del motor propulsor de misil, comprada por Safran.
Sin embargo, varios años después de la entrega, los fabricantes siguen manteniendo lazos estrechos con sus clientes. Como señala el fabricante MBDA en una oferta de empleo, “cuando un cliente compra un sistema de armas, es necesario formarlo en la utilización y el mantenimiento de su sistema. MBDA también debe intervenir en la sede del cliente para efectuar los niveles de mantenimiento que no son de su responsabilidad o simplemente para reparar o cambiar los equipamientos averiados”. Las visitas de control y de actualización están previstas por lo menos cada dos años. Según nuestra información, MBDA seguiría realizando el mantenimiento de las existencias de misiles Black Shaheen. Instalado en la cornisa de Abu Dabi, MBDA envía allí regularmente equipos franceses y británicos en misión. A Arabia Saudita y los Emiratos también van y vienen empleados de Thales que reparan los sistemas de radar y misiles tierra-aire “Crotale” montados sobre chasis. Ambos países tienen más de doscientos a disposición. Cuando los cambios son demasiado complejos, las piezas son repatriadas al pequeño pueblo de Fleury-Les-Aubrais, en Loiret, donde Thales instaló el servicio de atención al cliente de esas municiones.
Formaciones y servicio postventa
Otro gigante de la defensa francesa presente de manera permanente en los Emiratos: Dassault. El pequeño Estado del Golfo fue el primer cliente extranjero de los aviones de combate Mirage, en 1986, dos años después de su puesta en servicio en el ejército francés. Los Emiratos hoy poseen 56 unidades, de las cuales los últimos modelos “2000-9”, comprados a fines de la década de 2000, están equipados con radares y tecnología de punta. Estos aparatos repletos de electrónica deben ser controlados y actualizados de manera constante, aún más que los misiles, por los ingenieros del grupo Dassault. Incluso en plena guerra de Yemen, estos aviones de caza eran eslabones esenciales de la flota emiratí. Socio fiel de los Emiratos desde hace cuarenta años, el fabricante de aviones francés no solo forma a los equipos locales en Abu Dabi, sino que también recibe pasantes en su sitio de Argonay, en Alta Saboya, para enseñarles a reparar los Mirage 2000.
El servicio de postventa representa ingresos colosales para los industriales. El contrato de modernización de unos treinta Mirage emiratíes, firmado en 2019 con el acuerdo del Estado, significó 418 millones de euros de ingresos para Dassault. Su CEO, Éric Trappier, prometía “responder a las necesidades operativas de los Emiratos”. En resumen, los ingenieros franceses mejoran los sistemas de radar y de detección de objetivos y así le permiten al jeque Mohammad bin Zayed, presidente de los Emiratos Árabes Unidos, continuar con sus intervenciones militares, por ejemplo, en Yemen y en Libia. Ese mismo año 2019, los Emiratos enviaron su fuerza aérea en apoyo al autócrata del este libio, Jalifa Hafter. Entre las víctimas fatales: 44 migrantes durante el bombardeo de su centro de detención efectuado por un Mirage 2000. El ataque suscitó la indignación internacional y fue denunciado en el informe de expertos de la ONU en el Consejo de Seguridad.
En 2015, el año en que la Coalición árabe decidió bombardear los pueblos yemeníes, unos treinta militares emiratíes vinieron a Francia para formarse en el campus francés más grande de la industria aeronáutica y espacial, en Latresne, cerca de Burdeos. Para el año 2023 se espera una nueva promoción. Esta vez, la escuela recibirá a varias centenas de pasantes provenientes de los Emira-tos que se sucederán durante varios años para familiarizarse en el mantenimiento de los futuros escuadrones de Rafale encargados a fines de 2021. Los aprendices incluso podrán observar el avance de la fabricación de sus futuros aviones, ensamblados en la otra orilla del Garona, en Mé-rignac. ¿Formar a unas fuerzas armadas acusadas de crímenes de guerra es compatible con los valores de la escuela, financiada en parte con fondos públicos? “No formamos estrategas militares ni pilotos, sino mantenedores de aviones”, se defiende la directora de Aérocampus, Anne-Catherine Guitard. Cuando Dassault vende Rafale, también vende una parte de la formación made in France, en Latresne. En el “aerocampus”, creado por la región francesa Nueva Aquitania y por industriales del sector –Dassault y Airbus a la cabeza–, las formaciones propuestas a los clientes extranjeros emiratíes, indios y cataríes sirven para financiar los diplomas de 350 estudiantes de aeronáutica franceses… Difícil desdeñar a los generosos clientes del Golfo. “No me veo rechazando pedidos que fueron validados por el Ministerio [de las Fuerzas Armadas] y la presidencia de la República”, explica la directora.
Los saudíes, por su parte, prefieren el clima de Lorena. El Estado francés los convenció de venir a formarse en el manejo de sus torretas cañón en Commercy, una antigua base militar despoblada tras la partida de un regimiento francés. El centro de instrucción, especialmente construido para los saudíes con fondos públicos, debía estimular la creación de empleo local. De los cien puestos de trabajo prometidos, apenas se crearon unos veinte, según la investigación de Amnesty International y de La Revue dessinée.
La CGT, a favor de una suspensión de las ventas de armas
Para justificar la continuación de sus contratos con Arabia Saudita y los Emiratos, los industriales no dudan en invocar la defensa y el mantenimiento de los puestos de trabajo en Francia. Sin em-bargo, el argumento dista de ser validado por los sindicatos. Dentro de Thales, la CGT lucha desde hace varios años para obtener una suspensión de la venta de materiales de guerra a Arabia Saudita y a los Emiratos utilizados en la guerra en Yemen. Porque además de las bombas fabricadas en el centro de Francia, el grupo Thales también es el proveedor oficial de instrumentos de puntería o “pod Damocles” para las fuerzas aéreas saudíes y emiratíes. Estos sistemas de óptica de última generación sirven para guiar con precisión los disparos de los aviones de caza y evitar daños cola-terales. Salvo cuando los civiles forman parte de los blancos designados. Como el autobús que transportaba a escolares, destruido por un ataque de la Coalición, en agosto de 2018. Para equipar sus aviones Typhoon y Tornado (según el SIPRI), Arabia Saudita compró unos sesenta pod franceses, los últimos de los cuales fueron entregados en 2017. Lo mismo sucedió con los Mirage de la flota emiratí. Y desde 2017, Thales sigue a cargo del mantenimiento.
Todas estas góndolas –de las cuales los Emiratos ya encargaron la nueva versión “Talios” – fueron producidas en Élancourt, a cuarenta kilómetros de París. En esa comuna de 25.000 habitantes de los Yvelines, los laboratorios “secreto de defensa” de Thales se extienden en más de 40.000 metros cuadrados. Ese sitio enorme, que reúne a más de mil ingenieros y técnicos de alto nivel, también es la cuna de los drones Spyranger, encargados hace algunos meses por la Guardia Nacional Saudí8. Estos contratos ascenderían a varias centenas de millones de euros. Para Grégory Lewandowsky, coordinador de la CGT del Grupo Thales, no representa ningún motivo de orgullo. “El hecho de que el Estado francés autorice estas ventas no significa que nosotros tengamos que aceptarlas. Existe un riesgo jurídico para Thales por proveer armas que son utilizadas en una masacre, estima el sindicalista. La renuncia a estos contratos militares po-dría ser compensada por inversiones civiles, como tecnologías y equipamientos médicos”. Pero esta propuesta de diversificación no contaría con el apoyo de Patrick Caine, el CEO de Thales, que se niega a aventurarse en mercados inciertos y privilegia “la rentabilidad a corto plazo”, según la CGT.
La retórica de los industriales se topa con resistencias, ya que los beneficios récord no son distribuidos entre los empleados. En 2021, Dassault Aviation totalizó cerca de 700 millones de euros de beneficios, es decir, más del doble que en 20209, y sus accionarios recibieron 208 millones de euros de dividendos. Pero el fabricante de aviones no había previsto nada para sus empleados, quienes tuvieron que hacer huelga durante cerca de tres meses para que el industrial se decidiera a aumentar los salarios por un monto cercano a los cien euros. Ese movimiento social inédito también se propagó por las fábricas de producción de armamentos de Thales y de MBDA. Elancourt se convirtió en el epicentro de la bronca, con la huelga más larga de la historia de Tha-les, que duró cerca de dos meses y medio. “En un momento en que las cifras del grupo son excelentes y el dinero destinado al capital ronda los 1.300 millones de euros, la actitud de Thales, que quería hacer economía sobre la política salarial, fue totalmente rechazada por los asalariados”, declara Grégory Lewandowsky, de la CGT Thales.
La alianza que empieza a tejerse entre sindicatos y ONG promete sacudir a una industria que hasta el momento está sobreprotegida por el Estado francés, accionario de varias grandes empresas del sector. Además, la presión de la opinión pública empieza a inquietar a las direcciones de recursos humanos. Algunas empresas criticadas porque sus armas son utilizadas en Yemen podrían tener cada vez más dificultades para contratar a jóvenes diplomados.
1Según datos del Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI), entre 2009 y 2017 se entregaron 60 Pod Damoclès de Thalès a Arabia Saudita para equipar sus aviones de caza.
2El 75% de los franceses son favorables a la suspensión de las ventas de armas a los países implicados en la guerra en Yemen, según una encuesta realizada en 2018 para la ONG SumOfUs.
3« The Saudi-UAE War Effort in Yemen (Part 2) : The Air Campaign », Washington Institute for Near East Policy, 11 de agosto de 2015.
4Como lo demuestran los informes del International Institute for Strategic Studies (IISS).
5Como describe el sitio Forces Operations, a ambos lados del Canal de la Mancha se encuentran cuatro centros de excelencia.
7Licencias para armas de categoría ML3 y ML4, es decir, municiones y dispositivos de ajuste de cohetes y sus componentes especialmente inventados, bombas, torpedos, cohetes, misiles, otros dispositivos y cargas explosivas y material y accesorios conexos y sus componentes especialmente inventados.
9Según su informe anual.