En el País Vasco, un aluvión de solidaridad con Palestina

Durante el paso por Bilbao de la Vuelta a España, el pelotón de ciclistas fue detenido a escasos kilómetros de la llegada por una marea de banderas palestinas. La imagen es un recordatorio de que, en el País Vasco, la solidaridad con Palestina ocupa un lugar especial. Ambos pueblos sin Estado tejieron vínculos a partir de su lucha por la liberación, pero ahora la relación cobra una nueva intensidad ante la situación en Gaza.

Calle estrecha con gente, mesas al aire libre y banderas ondeando en un ambiente urbano.
Bilbao, agosto de 2025. Banderas palestinas y banderas vascas juntas en las calles.
Laurent Perpigna Iban

En este fin de verano boreal, las callecitas de la ciudad vieja de Bilbao, gran ciudad industrial del norte de España y corazón de la Comunidad Autónoma Vasca, ofrecen un espectáculo impactante. Aquí, un estandarte llama a apoyar al pueblo palestino; más lejos, un mural exige el fin de los bombardeos; más allá, afiches de varios metros de alto muestran el retrato del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu con la leyenda “buscado por crimen de lesa humanidad”. Es prácticamente imposible recorrer veinte metros son toparse con un signo de solidaridad.

En los cafés y los bares, los propietarios muestran sin ambages ni temor a represalias judiciales mensajes como “Sionistas, no son bienvenidos en el País Vasco” o incluso “Este local condena el genocidio”. Una situación inimaginable en muchos países europeos.

Bilbao no es una excepción. Algunos pueblos de las siete provincias vascas1 exhiben orgullosamente la bandera palestina hasta en la fachada de las alcaldías. Y las movilizaciones, marchas y asambleas se suceden a un ritmo desenfrenado desde el 7 de octubre de 2023. Algunas imágenes dieron la vuelta al mundo, como en Pamplona, durante la apertura de las célebres fiestas de San Fermín. El 6 de julio, los activistas encargados de lanzar el Txupinazo (cohete de pirotecnia), con una kefia alrededor del cuello, gritaron frente a una multitud alborozada: “Stop al genocidio, viva Palestina”. En Bilbao, frente al Museo Guggenheim, así como en San Sebastián, otras manifestaciones cobraron la forma del die-in, con centenares de personas acostadas en el suelo, en un silencio cargado de duelo y de circunspección.

Es como si el País Vasco viviera esta solidaridad de una manera singular, según sus propios hitos forjados por la historia. Porque lo que los locales llaman “Euskal Herria” no es una tierra neutra: surge de uno de los últimos conflictos armados de Europa Occidental. Más de medio siglo de lucha armada le dio paso a la autodisolución, en 2018, de Euskadi Ta Askatasuna (“País Vasco y Libertad”, ETA). Este combate por los derechos del pueblo vasco, que continúa en el ámbito político, puso el internacionalismo en el centro de su lucha. Como explica Diana Urrea, parlamentaria vasco-colombiana del partido independentista Euskal Herria Bildu (“Reunir el País Vasco”, EH Bildu):

Históricamente, tenemos una sensibilidad y lazos muy fuertes con los pueblos que viven bajo ocupación y que no pueden desarrollarse, aunque tengan legítimo derecho. Es el caso de los kurdos, de los saharauis, y desde luego, de los palestinos.

“Del pueblo del roble al del olivo”

Así, desde el comienzo mismo de la guerra de Israel en Gaza surgieron las movilizaciones masivas. Una de las más espectaculares se desarrolló en Guernica, el 8 de diciembre de 2023: varios centenares de habitantes se reunieron en la plaza central para formar una inmensa bandera humana de Palestina. La elección del lugar no fue de ningún modo casual: allí es donde fue bombardeado el mercado, el 26 de abril de 1937. Ese episodio, inmortalizado por el artista Pablo Picasso, se convirtió en uno de los símbolos universales de los crímenes de guerra contra los civiles. El ataque fue efectuado en el contexto de la Guerra Civil Española (1936-1939) por las aviones de Alemania y de Italia, aliados del régimen franquista, y el blanco fue el corazón de una ciudad conocida en el mundo entero por su roble, bajo el cual sesionaban tradicionalmente las asambleas vascas. Desde la Edad Media, ese árbol es uno de los emblemas de la identidad vasca.

Durante esa acción de protesta organizada por el colectivo Gernika-Palestina, las sirenas de la ciudad sonaron durante interminables minutos. Simbólicamente, fueron activadas en conjunto por una sobreviviente del bombardeo y por un joven palestino exilado en el País Vasco. Según los organizadores, era una manera de unir dos memorias heridas.

Un homme tend un objet à une vieille dame assise, lors d'un événement public extérieur.
En el invierno de 2024, las sirenas de la ciudad de Gernika fueron activadas en conjunto por una sobreviviente de los bombardeos de 1937 y por un palestino exiliado en el País Vasco.
© Comité Gernika-Palestina

Ibon Meñika, miembro de la asociación Gernika-Palestina y residente de la ciudad mártir, recuerda:

Después de los primeros bombardeos, enseguida pensamos que la reacción en Euskal Herria tenía que darle pleno sentido a las referencias históricas de Guernica. Los pueblos que tienen memoria saben que los símbolos pueden tener una gran importancia. Nosotros buscamos unir a los dos pueblos, las dos historias, los dos patrimonios… De Guernica a Palestina, del pueblo del roble al pueblo del olivo…

Para Lidon Soriano, militante incansable de los derechos de los palestinos, la experiencia histórica del País Vasco explica en gran parte la efervescencia que despierta la causa palestina: “El hecho de integrar una sociedad que sufrió un conflicto político y una opresión la vuelve más sensible a otras luchas de liberación”.

Un apoyo que se remonta a decenios: “La primera intifada [iniciada en diciembre de 1987] marcó un cambio. Poco después, empezamos a enviar decenas de brigadas solidarias a todo el territorio palestino para establecer vínculos, conexiones que todavía perduran”, agrega Soriano.

Kurdistán, Argelia, Líbano

El vínculo entre los dos pueblos oculta otra historia más antigua, tan desconocida como silenciada. El historiador Iñaki Egaña, autor del libro Breve historia de ETA (Txalaparta, 2017), insiste en recordar que las luchas de liberación de los años 1960 y 1970 contribuyeron a moldear las adhesiones de la sociedad vasca:

La influencia de los procesos de liberación en el inconsciente colectivo fue determinante. En esa época, París y Argel eran los dos puntos cardinales de las primeras relaciones internacionales de los militantes vascos, y así rompieron con la tendencia de la oposición antifranquista, que había tendido redes hacia Estados Unidos o América Latina.

Entre 1965 y 1977, Argel cumplió un rol fundamental: fue en esa ciudad donde ETA inició muy discretamente sus primeros contactos internacionales. Iñaki Egaña recuerda:

En febrero de 1972, ETA participó en una conferencia internacional en Bucarest organizada por exiliados kurdos. Permitió establecer lazos entre organizaciones y publicar un comunicado común sobre el derecho a la autodeterminación.

A fines de los años 1970, las relaciones con las organizaciones palestinas se volvieron más concretas. Entre 1976 y 1980, decenas de militantes vascos recibieron entrenamiento militar junto a grupos palestinos en Líbano y en Yemen del Sur. Iñaki Egaña subraya:

En Líbano, los poli-milis –rama político-militar– se apoyaban en Fatah y en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), mientras que en Yemen del Sur, los milis –rama militar– se formaban con el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP).

Sin embargo, la internacionalización quedaba limitada a la organización misma, sin incidir en la sociedad vasca, que estaba mucho menos al corriente de la situación en Oriente Próximo. “ETA contribuyó a instalar la cuestión palestina en el imaginario revolucionario vasco”, insiste el historiador. Esos lazos perduraron entre las corrientes revolucionarias: el militante revolucionario libanés Georges Ibrahim Abdallah, encarcelado 41 años en Francia, mantuvo relaciones privilegiadas con los prisioneros vascos a lo largo de todo su período en detención.

Los estadios se exaltan

Las movilizaciones se nutren de esa tradición histórica, y se endurecen “ante la crueldad que demuestra el Estado de Israel en Gaza”. Ibon Meñika agrega:

Somos conscientes de que hoy en día, por primera vez en la historia, asistimos en directo, en streaming, a un genocidio. Actuar por todos los medios posibles, aprovechar todos los espacios disponibles para denunciarlo no solo es una responsabilidad para nosotros sino, sobre todo, una obligación.

Gran parte de la sociedad vasca piensa lo mismo, incluso el sector artístico. El músico vasco Fermín Muguruza, pilar del rock radical vasco de la década de 1980, realizó un documental sobre los músicos palestinos, Checkpoint rock: songs for Palestine. Durante la gira, con la que recorre los escenarios de todo el mundo y repasa sus cuarenta años de carrera, sus conciertos se transforman en un espacio de reivindicación del pueblo palestino. En junio de 2025, cuando se presentó frente a 30.000 personas en el estadio Anoeta, en San Sebastián, compartió el escenario con el músico palestino Tamer Nafar, líder del grupo palestino DAM.

Los estadios de fútbol de los clubes vascos también sirvieron de terreno de combate. En San Sebastián, vaciaron una tribuna entera y solo la ocuparon hombres y mujeres vestidos de blanco con manchas de sangre. Los aficionados del Athletic Bilbao –sin ninguna coordinación con la dirigencia del club– observaron un minuto de silencio, luego un minuto de aplausos, en memoria del jugador palestino Souleiman Al-Obeid, apodado el “Pelé de Gaza”, a quien mataron el 6 de agosto de 2025. Las iniciativas son innumerables.

Así, la selección nacional vasca recibirá al equipo de Palestina, que casi logra una clasificación histórica para la Copa Mundial de Fútbol de 2026. El partido a beneficio se disputará en Bilbao el 15 de noviembre, en homenaje a las víctimas de Gaza.

Esta omnipresencia también se replica en los medios de comunicación. Dabi Lazkano, redactor en jefe del periódico vasco Gara, explica:

Desde el 7 de octubre de 2023, en nuestra edición no pasa un día sin que hablemos del genocidio. Intentamos cubrir de la manera más amplia posible las manifestaciones y actos de apoyo casi cotidiano, pero es muy difícil. Preferimos utilizar nuestras páginas para transmitir lo que ocurre en Gaza. Un ejemplo sin igual en el mundo.

La Vuelta, suspendida

Estas últimas semanas, el tour de ciclismo de España, La Vuelta, estuvo perturbada por las movilizaciones pro-Palestina. El motivo de la protesta fue la participación de ciclistas del equipo israelí Israel-Premier Tech, percibido en España y en otras partes –y con toda razón– como un intento de sportswashing. En ese caso también, las primeras mechas se prendieron en el País Vasco. Lidon Soriano recuerda:

En todos los pueblos por los que pasaba el tour, los habitantes reclamaban ayuda, material, banderas palestinas. Tuvimos que implementar una enorme coordinación.

Durante el recorrido, en todas partes aparecían centenares de banderas palestinas y se oían gritos y cantos de protesta. La etapa que debía terminar en Bilbao fue bloqueada a tres kilómetros de la línea de llegada. Las imágenes de los corredores frenados en seco tuvieron repercusiones a nivel internacional. También provocaron la ira del propietario del equipo israelí, Sylvan Adams, que calificó la acción de “terrorismo”.

El escándalo creció como una bola de nieve: el mismo escenario se repitió en Galicia y, sobre todo, en Madrid, donde, según la prensa española, 100.000 personas bloquearon la llegada del pelotón en la capital. El final fue caótico, y estuvo marcado por la irrupción del primer ministro socialista, Pedro Sánchez, quien expresó su “admiración” por las manifestaciones propalestinas y sugirió excluir a Israel de las competencias deportivas “mientras continúe la barbarie en Gaza”.

Embargo de las ventas de armas a Israel

“Esta movilización también se replica a nivel político, en particular en el País Vasco, pero también, de manera más general, dentro del Estado español”, continúa el periodista Dabi Lazkano.

En ese marco se inscribe la acción de EH Bildu, la coalición de izquierda independentista vasca que juega un papel central en el Parlamento Vasco. La parlamentaria Diana Urrea comenta:

Realizamos iniciativas institucionales, en especial con la reciente aprobación de una propuesta en el Parlamento Vasco que condena explícitamente el genocidio empleando precisamente ese término. A veces es complicado llegar a un común acuerdo, pero hemos logrado un amplio consenso de todas las fuerzas políticas.

No sucedió lo mismo en el Congreso de los Diputados, en Madrid, donde se abrió una batalla de una envergadura peculiar. Si bien al Estado de España le gusta presentarse como uno de los países más solidarios de la causa palestina, la cuestión de las ventas de armas a Israel reveló contradicciones profundas. Diana Urrea subraya:

El Estado de España ha sido un importante exportador de armas a Israel, hay que recordarlo. Y las afirmaciones del gobierno, que aseguraba que no vendía más armas, fueron desmentidas por informes independientes muy convincentes. Es indecente denunciar un genocidio y seguir vendiendo armas al que lo comete.

En consecuencia, tras la presión ejercida por numerosos partidos a escala nacional, finalmente fue adoptado un decreto que validaba un embargo a las ventas de armas a Israel, acompañado de varias otras sanciones.

Complicidad del Estado francés

A pocos kilómetros de aquí, del otro lado de la frontera, en las tres provincias vascas bajo administración francesa, el contraste es impactante. Desde luego, los lazos con Palestina allí también son evidentes–varias brigadas de jóvenes viajaron a Palestina en los últimos años–, y las movilizaciones son constantes. Pero la reacción de las autoridades francesas es absolutamente la opuesta.

Ana, una joven militante propalestina, se lamenta:

Desde el 7 de octubre de 2023, prohibieron manifestaciones, pusieron multas, todo con un alto nivel de vigilancia y de represión, cuando en Hegoalde [país vasco bajo administración española] los espacios de libertad son mucho más importantes. Esto está relacionado con la política de complicidad genocida del Estado francés, y también, de manera general, con una peligrosa deriva sobre el derecho a manifestarse en el país.

Para la parlamentaria Diana Urrea, “el desenfreno de Israel” nos obliga a reflexionar sobre el principio de humanidad: “Lo que pasa en Palestina tiene repercusiones en todo el mundo. Y nuestra reacción ante eso es lo que define nuestra humanidad”.

1El País Vasco engloba siete provincias, tres bajo administración francesa, cuatro en territorio español.