Diplomacia

España se alinea con Marruecos en el conflicto del Sáhara Occidental

Rabat se salió con la suya. Tras nueve meses de crisis con Madrid, el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, terminó apoyando públicamente el plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental. El ejecutivo español desea terminar con el conflicto sin convocar el referéndum de autodeterminación que reclama el Frente Polisario apoyado por Argelia.

Rabat, 7 de abril de 2022. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, de visita oficial en Marruecos, es recibido por el rey Mohamed VI
Borja Puig de la Bellacasa/La Moncloa/AFP

El 14 de marzo de 2022, en una carta dirigida al rey Mohamed VI, el primer ministro español, Pedro Sánchez, escribió en francés que “España considera la iniciativa marroquí de autonomía como la base más seria, realista y creíble para la resolución del diferendo” en el Sáhara Occidental. Los españoles, incluidos los miembros del gobierno, se enteraron de este viraje cuatro días más tarde, cuando el soberano marroquí dio a conocer la carta. De este modo, Sánchez va un poco más lejos que Alemania y Francia. El 23 de marzo, el Ministerio para Europa y de Asuntos Exteriores de Francia (Quai d’Orsay) recordaba que el plan marroquí es “una base” y no “la base más seria” para establecer un diálogo “serio y creíble”. El matiz no es insignificante. Estados Unidos es la democracia occidental que más apoyó a Marruecos al reconocer, el 10 de diciembre de 2020, su soberanía sobre el Sáhara Occidental.

España, al igual que Francia, siempre apoyó a Marruecos en el conflicto del Sáhara, pero la diplomacia española nunca lo reconoció abiertamente y exhibía una neutralidad fingida. Lo que revela que este apoyo encubierto existe efectivamente es que los abogados del Estado español hicieron causa común con los abogados de las asociaciones marroquíes para defender la legalidad de los acuerdos de asociación y de pesca entre la Comisión Europea y Marruecos ante el Tribunal General de la Unión Europea, pero el intento fue en vano, ya que a fines de septiembre de 2021 el Tribunal invalidó los acuerdos.

Para Marruecos, el apoyo español no era suficiente. Necesitaba que Madrid lo expresara públicamente. El apoyo de España reviste una importancia especial, ya que se trata de la antigua potencia colonial de este territorio grande como el Reino Unido. En Rabat esperan que, dada la influencia de España en el asunto, otros países de Europa y de América Latina sigan sus pasos.

Para imponer su visión en España, Marruecos no escatima ningún recurso desde el 10 de diciembre de 2020, cuando el presidente estadounidense Donald Trump reconoció la “marroquinidad” del Sáhara. Ese día, Rabat anuló la cumbre entre ambos gobiernos prevista para el 17 de diciembre, y el sinfín de las miserias que padeció España recién acababa de comenzar.

Marruecos presiona con los flujos migratorios

El episodio de mayor presión ocurrió el 17 y el 18 de mayo de 2021, con el flujo migratorio masivo hacia la ciudad de Ceuta de más de 10.000 inmigrantes irregulares –de los cuales el 20% eran menores– que llegaron al enclave español mayormente a nado. Dos menores murieron ahogados. Le siguieron muchos otros incidentes, como el cierre prolongado del tráfico de pasajeros a través del estrecho de Gibraltar, que impedía el paso de los ferris que zarpaban de Marsella, Sete o Genes hacia los puertos de Marruecos. Los tres millones de migrantes marroquíes que cada año atraviesan España para regresar a su país fueron las víctimas colaterales de esta decisión de Rabat.

En materia de inmigración, también hubo un flujo incesante de arribos de harragas a las Islas Canarias. En los primeros dos meses de este año, la inmigración alcanzó un récord, con un aumento del 135% en relación al mismo período de 2021. Según informes confidenciales del Ministerio de Interior español, todas las embarcaciones precarias que llegaron a la isla, salvo una, zarparon del sur de Marruecos o del Sáhara Occidental. Además, a principios de marzo de 2021 Rabat suspendió la repatriación de inmigrantes. Antes solo los aceptaba a cuentagotas –unos 80 por semana en avión– y solamente desde Las Palmas (Canarias) hacia El Aaiún, capital del Sáhara Occidental.

A principios de marzo, la presión migratoria llegó a su punto máximo en Melilla, donde grupos de subsaharianos hirieron a 53 guardias civiles en dos violentos saltos a la valla en masa. En el del 2 de marzo participaron 2.500 subsaharianos, algo nunca visto en la historia de la ciudad. En total, cerca de 900 inmigrantes lograron saltar las rejas e ingresar a esa ciudad de 85.000 habitantes, en su mayoría musulmanes. Los subsaharianos solo recurren a la violencia cuando fuerzan las vallas. Una vez que logran ingresar, no representan ningún problema de orden público.

Negociaciones secretas entre ministros

Luego de esos asaltos migratorios, se aceleraron las negociaciones secretas entre el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, con su par marroquí, Nasser Bourita. Miguel Ángel Moratinos, alto representante de la ONU para la Alianza de Civilizaciones, jugó un importante papel en secreto. En la época en que era ministro de Asuntos Exteriores de España, había alentado a Marruecos a presentar un plan de autonomía, según revelaron los documentos diplomáticos norteamericanos publicados por Wikileaks en diciembre de 2010. En 2007, cuando Rabat diseñó el plan, Moratinos se sintió decepcionado, porque el proyecto no era lo suficientemente “generoso” con los saharauis, según la misma fuente.

Las retribuciones por el giro en la posición de España empezaron a negociarse el 7 de abril de 2022, cuando Pedro Sánchez visitó Rabat para compartir un iftar con el rey. Luego de esa velada, ambas partes publicaron un comunicado que, al igual que la carta de Sánchez, expresaba el apoyo de España a la autonomía. Los 16 puntos del texto constituyen una hoja de ruta que estipula la implementación de grupos de trabajo para resolver los contenciosos, empezando por las aguas territoriales y el espacio aéreo.

Concesiones en Ceuta y Melilla

A partir del artículo 3 del comunicado y de las declaraciones posteriores del jefe del gobierno español –no de las autoridades marroquíes–, la prensa española dedujo que Rabat hacía a su vez una concesión: permitía la reapertura de la oficina de la aduana de Melilla –cerrada el 1º de agosto de 2018 sin dar aviso a Madrid– y la creación de otra en Ceuta. De confirmarse, esta doble concesión no significa de ningún modo el reconocimiento de la soberanía española sobre estas dos ciudades enclavadas en la costa del norte de África, ni siquiera “el respeto de la integridad territorial” mencionada por el gobierno español en sus comunicados. Sin embargo, Marruecos parece determinado a dejar de asfixiarlas económicamente, como lo viene haciendo desde hace una docena de años.

Las fronteras terrestres de Ceuta y Melilla con Marruecos, que están cerradas desde marzo de 2020, primero por la pandemia, luego por razones más bien políticas, también serán reabiertas en breve, pero en condiciones diferentes. España quiere evitar a cualquier precio volver a caer en el caos que allí reinaba hace apenas dos años. Se trataba de las fronteras más frecuentadas de África, porque los residentes de las provincias adyacentes de Tetuán y Nador podían ingresar a ambas ciudades españolas solamente con un documento de identidad. Muchos inmigrantes irregulares se infiltraban en ambas ciudades, pedían asilo y, una vez que presentaban su solicitud, podían viajar legalmente hacia la península. “Eran ciudades coladores” para la inmigración, explica un inspector de policía que trabajó allí.

A los temores del Ministerio de Interior se suman los miedos de los alcaldes de ambas ciudades. “Nuestros hospitales fueron diseñados para ciudades pequeñas. Ya no podemos volver a la situación anterior, cuando las salas de emergencia y las de parto estaban llenas de marroquíes”, insiste por teléfono Eduardo de Castro, alcalde de Melilla, elegido gracias al apoyo de un partido local musulmán. “Hace apenas tres años, algunos servicios de nuestro hospital de Melilla trabajaban al mismo ritmo que el principal hospital de Zaragoza”, una ciudad de 667.000 habitantes, afirma un exconcejal municipal.

Entre algunos diplomáticos españoles con larga experiencia en Marruecos predomina la sensación de que España logró una tregua, pero no la paz eterna. Dentro de algunos meses, tal vez después de las elecciones legislativas de 2023, Rabat volverá a la carga con otras reivindicaciones. Después de todo, eso es lo que insinuó Nasser Bourita cuando dijo que desea que Europa “salga de su zona de confort” y siga el ejemplo de Estados Unidos, es decir, que reconozca plenamente la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.

Crisis abierta con Argelia

Es cierto que la diplomacia española le puso punto final a la crisis con Marruecos, pero creó otra con Argelia. Al día siguiente de la publicación de la carta de Sánchez al rey marroquí, Argel llamó a consultas a Said Moussi, su embajador en Madrid. El embajador encargado del seguimiento del Sáhara Occidental en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Argelia, Amar Belani, expresó su descontento en las columnas del diario TSA: “La España de Pedro Sánchez vendió su alma por un plato de lentejas”.

Las autoridades argelinas también dieron a entender por medio de la prensa que iban a endurecer su postura en las negociaciones sobre el aumento del precio del gas que Argelia le vende a España a través del gasoducto Medgaz. Por otra parte, el Ministerio de Transporte de Argelia rechazó la demanda de la línea aérea Iberia para aumentar sus frecuencias con Argel.

Para apaciguar a Argelia, el 24 de marzo, el Ministerio de Interior de España expulsó en un vuelo especial hacia Chief a Mohamed Benhlima, un cabo exiliado en España desde 2019 cuya extradición reclamaba la justicia argelina tras haberlo condenado a diez años de prisión por terrorismo. Cercano al movimiento islamista Rachad, Benhlima denunciaba en YouTube la corrupción dentro de las fuerzas armadas argelinas. Benhlima no logró obtener el asilo en España y es el primer argelino deportado en avión –antes se realizaban exclusivamente en barco–para mostrar la buena voluntad de Madrid. Cabe destacar también que ningún otro país europeo ha expulsado a Argelia a militantes de Rachad.

Una moción parlamentaria desautoriza a Sánchez

En el ámbito interior, este alineamiento con Marruecos representa un alto costo para Sánchez. A pedido de dos formaciones nacionalistas y de Podemos –el movimiento de izquierda que sin embargo integra la coalición gubernamental–, el jueves 7 de abril, mientras Sánchez volaba hacia Rabat, los diputados votaron una moción que apoyaba las resoluciones de Naciones Unidas y no mencionaba el plan de autonomía. Interpretada como una desaprobación al jefe del gobierno, la moción obtuvo 168 votos, incluido el apoyo del Partido Popular, de derecha. El partido Vox (51 votos), de extrema derecha, se abstuvo, y el Partido Socialista de Sánchez terminó siendo el único que se opuso a la moción, con sus 118 iputados. Algunos de ellos admitieron frente a las cámaras que no tenían otra opción más que respetar la disciplina de voto.

Este resultado no augura en absoluto un cambio de situación en caso de que tras las elecciones legislativas de 2023 asuma el poder el nuevo líder del Partido Popular, Alberto Nuñez Feijoo. Es probable que, para evitar una nueva crisis con el vecino marroquí, la diplomacia española siga apoyando la iniciativa de autonomía marroquí.