En 2020, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Baréin se convirtieron en los primeros Estados árabes en establecer relaciones diplomáticas formales con Israel luego de los tratados de paz celebrados con Tel Aviv por Egipto y Jordania en 1979 y 1994, respectivamente. Aprovechando su proximidad, los nuevos canales de comunicación y la imagen de buena voluntad que inspiraban, los EAU se convirtieron gracias a los Acuerdos de Abraham en un socio cercano de Israel y eso, en principio, debía permitirles ejercer cierta influencia sobre Tel Aviv. Los dirigentes emiratíes daban a entender en ese entonces que el acuerdo los ayudaría a presionar a favor de un arreglo justo del conflicto israelí-palestino. Pero esa nunca fue la motivación primera de Abu Dabi durante la firma de los acuerdos, que en cambio han propiciado pocos o directamente ningún cambio en la política israelí respecto a los palestinos.
Los Acuerdos de Abraham, ¿una etapa hacia un Oriente Próximo más armonioso?
Hace años que los Estados del Golfo colaboran con Israel en asuntos comerciales y de seguridad. Suelen hacerlo detrás de bambalinas, aunque en 1996, Omán y Catar abrieron oficinas de representación comercial en Israel (pero las cerraron en 2000). Durante el lustro previo a la firma de los acuerdos, los dirigentes israelíes y emiratíes se reunieron en secreto en varias oportunidades para dialogar sobre la seguridad regional, una eventual cooperación militar y la amenaza que representaba Irán para sus intereses. En 2015, Israel abrió su primera misión diplomática en Abu Dabi, vinculada con la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, del inglés International Renewable Energy Agency). Tres años después, los EAU fueron sede de las negociaciones entre Israel y Turquía, para ayudarlos a restablecer los lazos bilaterales.
Las elites emiratíes presentan los Acuerdos de Abraham como una etapa hacia un Oriente Próximo más armonioso, con centro en los EAU. Los Emiratos apuntan a favorecer la integración regional con un enfoque denominado de “buena vecindad”. Esa lógica no resolvió todas las fricciones que Abu Dabi enfrenta con otras capitales regionales, pero permitió reducir las tensiones con Catar, Siria y Turquía y al mismo tiempo fortalecer los lazos con Israel e Irán. Así, como declaró un funcionario emiratí, los Acuerdos de 2020 “cambiarían la situación y harían posible la coexistencia [árabe-israelí]”. Los atractivos de la normalización incluían la estimulación del comercio, el fortalecimiento de los vínculos con Washington —gobernado entonces por el expresidente Donald Trump, que había insistido mucho en sellar el acuerdo— y la adopción de nuevos modos de interacción con Israel. Según los dirigentes emiratíes, esas ventajas aumentarían las posibilidades de paz y la interconectividad de la región. En paralelo, los EAU le enviaban un mensaje claro a Estados Unidos, a saber, que eran un socio regional fiable a largo plazo. De ese modo, lograron desbloquear la venta de sistemas de armas y de aviones de última generación.
Los dirigentes emiratíes no firmaron los acuerdos con el objetivo primero de promover una solución de dos Estados o ayudar a la causa nacional palestina, aunque citaron esos objetivos como una justificación suplementaria. Sin embargo, ya desde el comienzo no quedaba claro cuál sería el costo que los EAU le cobrarían a Israel por sus acciones en el frente palestino.
Los dirigentes emiratíes afirmaron que a comienzos del año 2020 disuadieron al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, de poner en marcha su amenaza de anexar oficialmente Cisjordania, pero Israel respondió que simplemente había suspendido esa iniciativa, mientras continuaba de facto su anexión del territorio mediante la construcción de nuevas colonias. En 2023, el embajador de los Emiratos en Estados Unidos, Yousef Al Otaiba, que había encabezado las negociaciones de la normalización, admitió que Israel solo había aceptado una pausa en la anexión de Cisjordania, contradiciendo así una declaración anterior, según la cual la firma de los acuerdos “ponía término de inmediato a la anexión”. Los dirigentes palestinos le reprocharon a los Emiratos no haber obtenido un compromiso vinculante de parte de Israel y haber contribuido, al contrario, a normalizar la anexión de hecho.
Una visión a corto plazo
Las críticas contra los acuerdos se intensificaron con la guerra de Israel en Gaza. En entrevistas con el Crisis Group y medios de comunicación, formadores de opinión emiratíes y de otros países árabes señalan que los dirigentes de los países que normalizaron sus relaciones con Israel, como los EAU, pensaban que la cuestión palestina podía ser eludida en las relaciones entre Israel y los árabes, y subrayan lo cortoplacista que resultaba esa visión.
Desde el 7 de octubre, se deteriora en toda la región la imagen de los EAU. Una encuesta realizada en enero de 2024 por el Centro Árabe de Washington DC (ACW, del inglés Arab Center Washington) reveló que el 67% de las personas interrogadas en 16 países arabohablantes consideraban como malo o muy malo el abordaje emiratí de la guerra de Gaza. El aumento del sentimiento antiemiratí en la región plantea problemas para un Estado preocupado por su imagen. El gobierno emiratí recibió con inquietud una serie de informes que señalan que las relaciones entre los EAU e Israel motivaron actos de hostigamiento y de insultos hacia ciudadanos emiratíes cuando visitaban otras partes de Oriente Próximo.
Aunque los dirigentes emiratíes minimizan el impacto de la reacción regional, tendrán que hacerle frente a la frustración que suscitan en su propio país los acuerdos de normalización. Eminentes emiratíes que antaño habían defendido el acuerdo dicen que ya no lo apoyan. “Israel incomodó a los signatarios [de los acuerdos]. Netanyahu no congeló las colonias, como había prometido. Eso a Israel lo tiene sin cuidado, pero en la opinión pública se observa una reacción”, explica un analista emiratí y especialista de la política regional. Durante las plegarias de los viernes, en las reuniones políticas y en las redes sociales, el descontento se ha convertido en un tema de debate. “La guerra ya lleva mucho tiempo y nos está dejando un sinsabor”, declara un universitario emiratí. “El objetivo [de los dirigentes] es hacer todo lo que esté a su alcance para no exponerse a las críticas”, explica otro universitario.
La guerra plantea otros desafíos para los dirigentes emiratíes. Uno de los principales objetivos estratégicos de Abu Dabi es la estabilidad regional y la mejora de la “conectividad” interregional, es decir, las relaciones con África, Oriente Próximo y Asia. Aunque las políticas de los EAU no siempre favorecen esos objetivos (Abu Dabi fue acusado en numerosas oportunidades de alimentar la guerra civil en Sudán), los dirigentes emiratíes aspiran claramente a desarrollar los lazos comerciales, con los EAU como polo comercial y logístico. La violencia cíclica en Israel-Palestina, que se propaga más allá de las fronteras, representa un obstáculo para esas ambiciones. Un ejemplo de sus efectos nefastos son los ataques de los militantes hutís de Yemen contra la navegación en el mar Rojo, una vía comercial regional esencial.
“No hemos abandonado a los palestinos”
Los dirigentes emiratíes siguen defendiendo sus relaciones con Israel y arguyen que al menos les permiten brindar asistencia a las personas que lo necesitan. Un empresario emiratí declaró a Crisis Group: “No hemos abandonado a los palestinos. Las relaciones con Israel nos permitieron movilizarnos y brindar rápidamente ayuda humanitaria”. Durante la semana posterior al comienzo de la guerra, los Emiratos enviaron un avión con suministros médicos a El Arish, en la península egipcia del Sinaí, y destinaron más de 34 millones de dólares (31 millones de euros) de asistencia a Gaza. Durante los últimos seis meses, el país evacuó a niños que requerían atención médica y construyó un hospital de campaña y un hospital marítimo, así como una planta desalinizadora para remediar la escasez de agua en la Franja de Gaza.
Cuando los donantes occidentales suspendieron el financiamiento de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) —la principal organización de ayuda y asistencia para los refugiados palestinos— debido al presunto involucramiento de 12 empleados en el ataque de Hamás, Abu Dabi duplicó su aporte para la agencia. Por lo tanto, los Emiratos estiman que la línea directa que mantienen con Israel, gracias a los Acuerdos de Abraham, resultó útil: “A partir de nuestra relación con Israel, hemos utilizado la normalización para ayudar a [mitigar] la situación humanitaria”, declaró un funcionario emiratí a Crisis Group y agregó que la contribución emiratí era suficiente por el momento. Pero el ataque israelí contra la World Central Kitchen1—un socio de los Emiratos en Gaza— el 1º de abril de 2024 demostró que los acuerdos no protegen los esfuerzos humanitarios emiratíes.
Los EAU también estiman que sus relaciones oficiales con Israel los colocan en una posición de fuerza para contribuir a la reconstrucción de Gaza y a los esfuerzos destinados a resolver el conflicto a largo plazo. Abu Dabi indicó claramente que solo participará en el financiamiento de la reconstrucción si existe “un plan viable de solución de dos Estados”. Los partidarios de la continuación de las relaciones afirman que no se trata de una “normalización moral” sino, como apuntó un universitario emiratí, de una manera de garantizar que Israel “se considere conectado al resto de la región”. Según los EAU, al reforzar sus relaciones con los países árabes de la región, Israel se sentirá menos amenazado y por lo tanto se mostrará más dispuesto a abordar la cuestión palestina de un modo que permita una solución durable del conflicto. Sin embargo, a falta de un plan orientado a la creación de un Estado palestino o, por lo menos, a terminar con la guerra en Gaza, las reacciones negativas en la población de los Emiratos solo se intensificarán y harán que las relaciones con Israel se vuelvan cada vez más difíciles de mantener.
1El 1º de abril de 2024, siete empleados de la ONG de distribución de alimentos World Central Kitchen (WCK) murieron luego de que su convoy humanitario fuera blanco de un ataque aéreo del ejército israelí en Deir al Balah, en la Franja de Gaza.