Diplomacia

Maghreb-Ukraine (2). Túnez impotente y opiniones públicas favorables a Rusia

Ante la guerra en Ucrania, los países del Magreb se niegan a apoyar abiertamente a uno u otro de los beligerantes. En un primer artículo hemos examinado las posiciones de Marruecos y de Argelia. Aquí analizaremos la política de Túnez y el estado de las opiniones públicas de la región, donde el sentimiento antioccidental juega a favor de Rusia.

Kremlin, 20 de febrero de 2020. Tarek Ben Salem, embajador de Túnez, presenta sus credenciales a Vladimir Putin, en presencia del ministro de Asuntos Exteriores Sergei Lavrov
kremlin.ru

De los tres países del Magreb central, Túnez parece disponer del menor margen de maniobra en relación a la guerra en Ucrania. Al votar a favor de la resolución de la Asamblea General de la ONU que condenó el empleo de la fuerza rusa en Ucrania (2 de marzo), Túnez optó por colocarse en el bando occidental. La decisión no se tomó de manera unánime entre las filas de la diplomacia de este país acostumbrado a negociar bien sus posicionamientos. “Antes de pronunciarnos así, tendríamos que habernos dado más tiempo, como lo hicieron otros países africanos. Tenemos lo mismo para perder con los rusos que con los occidentales”, dice un exministro que habría preferido una abstención o incluso una ausencia a la votación, como fue el caso de Marruecos. Pero muchos creen que las dificultades financieras y económicas que se acumulan desde 2011, sumada a la incertidumbre política que impera en el país desde el acto de fuerza del presidente Kais Saied del 25 de julio de 2021, predominaron sobre cualquier intento de demorar una decisión. La fragilidad del país abre la puerta a las presiones externas y alimenta los rumores sobre las intervenciones de tal o cual capital.

¿Así que el país votó en contra de Rusia en dos ocasiones? Para muchos tunecinos, la explicación es obvia: las negociaciones en curso con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en un contexto en el que el país tiene dificultades para llegar a fin de mes, obligaban a tomar esa decisión, sobre todo porque Estados Unidos tiene a Túnez entre ojos. En septiembre, Ned Price, funcionario del Departamento de Estado de EE.UU., pide al presidente tunecino que lidere un proceso de reformas «transparente e inclusivo». Y el 27 de abril, luego de que Antony Blinken ignorara a Túnez de manera ostensible durante su periplo por el Magreb, Washington volvió a la carga. El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, declaró que “Estados Unidos está profundamente preocupado por la decisión del presidente tunecino de reestructurar unilateralmente la instancia superior independiente para las elecciones en Túnez” y que su país “no ha dejado de transmitirles a los dirigentes tunecinos la importancia de mantener la independencia de las principales instituciones democráticas y garantizar el regreso de Túnez a una gobernanza democrática”. Ya conocemos la influencia de Estados Unidos en el consejo de administración del FMI, así que es posible que el poder tunecino haya preferido no apartarse de la posición estadounidense en el conflicto entre Rusia y Ucrania.

Una carta falsificada de Kais Saied que contiene muchas verdades

¿Cómo explicar entonces la abstención de Túnez en la votación de la resolución relativa a la exclusión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU? En este caso también cobra fuerza la pista de la presión extranjera. No se trataría de una presión de parte de Rusia –cuyos responsables parecen conceder poco interés a Túnez– sino de Argelia, el país vecino y socio financiero del presidente Saied. Para Argel, el hecho de que Túnez haya adoptado una posición más equilibrada resultó una forma de demostrar su influencia en la región y de reforzar su crédito ante Moscú. A mediados de marzo, las redes sociales de Túnez difundieron la copia de una carta manuscrita que Kais Saied le habría enviado a su par argelino Abdelmadjid Tebboune en la que le solicitaba su intervención ante los rusos para defender la causa tunecina y le explicaba que su diplomacia, forzada por las presiones occidentales y el comportamiento de “gángster” del FMI, no tenía otra opción más que votar a favor de la resolución del 2 de marzo. El Palacio de Cartago denunció inmediatamente una falsificación y solicitó la apertura de una investigación por violación de la seguridad nacional. “Seguramente es una falsificación”, asegura el exministro, que enseguida se corrige: “o más bien, una falsificación-verdadera”, es decir, un trucaje evidente pero cuyo interés manifiesto es transmitir el siguiente mensaje a la opinión pública tunecina y a las capitales extranjeras, empezando por Argel y Moscú: Túnez querría actuar de otra manera, pero no puede deshacerse de las presiones occidentales. Mientras tanto, algunos funcionarios afirman que Kais Saied pronto visitará Moscú. ¿Cuándo? No se mencionó ninguna fecha, pero el embajador de Túnez en Moscú aseguró que esa visita tendrá lugar “con motivo de la ansiada participación de una astronauta tunecina en una misión que despegará de Rusia hacia la estación espacial internacional”.

Si bien Túnez necesita desesperadamente un acuerdo con el FMI para equilibrar sus cuentas, las incidencias económicas de la guerra entre Ucrania y Rusia no resultan para nada insignificantes. Como en el caso de Argelia y Marruecos, la balanza se inclina más hacia Moscú, que le suministra a Túnez productos petroquímicos e hidrocarburos, mientras que Ucrania provee principalmente cereales. Como las importaciones de trigo provenientes del Mar Negro se han suspendido, las autoridades tunecinas recurrieron en primer lugar a India como sustituto, pero la ola de calor que arrasa el país ya ha destruido parte de la cosecha. Europa y Francia constituyen una solución posible en materia de suministro de cereales, y de ese modo el país podría alejarse del riesgo de los “disturbios del pan” que ya conoció en el pasado. Resta saber si estas eventuales entregas de cereales no estarán acompañadas de condicionamientos políticos y de la obligación de adoptar sanciones contra Rusia.

Esa perspectiva no seduce en absoluto al sector turístico, que sufrió duramente los dos años de pandemia de Covid-19 y que teme que el cierre de la frontera terrestre no se levante a tiempo este verano e impida el regreso del millón de turistas argelinos que suelen pasar sus vacaciones en Túnez. Además, el sector turístico teme que suceda lo mismo con los turistas rusos. Hasta fines de abril, los hoteleros todavía esperaban salvar la temporada estival gracias a la visita de 600.000 turistas rusos, pero tras la exclusión de Rusia de la red de pagos Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication (SWIFT)1, deberán utilizar el sistema de pagos por tarjeta MIR2, administrado por el Banco Central de Rusia. Eso podría contravenir las sanciones impuestas contra Moscú por la Unión Europea y sobre todo, por Estados Unidos.

No casarse con nadie

Mientras los gobiernos del Magreb evitan tomar una posición tajante a favor de Rusia o de Ucrania y sus aliados occidentales, las opiniones públicas parecen dudar mucho menos. Salvo algunas excepciones notables, Kiev no suele recibir apoyo público, la opinión pública prefiere no casarse con nadie. Asimismo, el argumento del respeto del derecho internacional tampoco parece ser de peso. Todos los discursos que se escuchan o se leen convergen en la denuncia de los “dos pesos, dos medidas”. ¿Por qué tendríamos que conmovernos tanto con la invasión de Ucrania cuando la de Irak en 2003 nunca fue condenada por la comunidad internacional y sus instigadores, desde George W. Bush hasta la banda de neoconservadores, nunca han sido juzgados? ¿Y qué decir de los palestinos, cuyos derechos siguen siendo pisoteados por el ocupante israelí? En el Magreb, como en el Máshreq, los pueblos tienen una memoria larga. No han olvidado las falsas promesas de George Bush padre, quien habló de “un nuevo orden internacional” tras la derrota de Irak durante la primera guerra del Golfo, y aún recuerdan la modificación de una resolución de la ONU para lograr el derrocamiento del régimen de Muamar el Gadafi en 2011.

Rusia, engalanada con todas las virtudes

La guerra de Ucrania sirve como revelador. Permite ver opiniones árabes que no esconden su resentimiento respecto de un Occidente con una doble vara, como cuando recibe con los brazos abiertos a los refugiados ucranianos mientras persigue a los sirios, kurdos, somalíes y hasta expulsa a algunos de ellos a Ruanda. Es cierto que las encuestas son poco frecuentes, por no decir inexistentes, pero el análisis de lo que se publica y se comparte tanto en árabe como en francés en las principales redes sociales, especialmente en Facebook y Twitter, a veces resulta edificante. La tesis de una Rusia que le hace la guerra a los “nazis” suele retomarse para justificar la invasión de Ucrania. Los argumentos históricos de Vladimir Putin, que sostiene que ese país nunca existió, también encuentran eco. De repente, Rusia aparece engalanada con todas las virtudes. Así, los crímenes de sus fuerzas armadas durante las dos guerras en el territorio musulmán de Chechenia son olvidados o rescritos a la luz de la lucha imperiosa contra el yihadismo.

Por cierto, encontramos el mismo tipo de argumento en relación a la situación en Siria, según el cual todo lo sucedido es responsabilidad de Europa y Estados Unidos. ¿Y los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas armadas rusas en Bucha? Una fabricación de los medios de comunicación occidentales, que ya mintieron respecto de la situación en Alepo al acusar a los rusos de todos los males… ¿Y el responsable del caos actual? En Siria, como en Ucrania, el único culpable es la OTAN, que movió los hilos desde las sombras y obligó a Rusia a intervenir con total legitimidad para defenderse. Quienes defienden esta idea recuerdan que la OTAN destruyó Libia, que sigue dividida y a merced de la ley de las milicias y las facciones. “Cuando estalla un conflicto en algún lugar, verifico si la OTAN está implicada. Si es el caso, apoyo inmediatamente al bando contrario”, confiesa un internauta que no deja de desear la victoria de Putin sobre “el Occidente colonialista”. También existen variantes de este argumento que apuntan contra los “intelectuales” mediáticos franceses como Bernard-Henri Levy, acusados de apoyar al bando malo y de legitimar las acciones de la OTAN.

Abocada a acercarse a la Unión Europea o a intensificar sus relaciones tormentosas con Rusia, ya desde su independencia Ucrania desatendió al Magreb y en general al mundo árabe, excepto la fascinación que produjo Dubái sobre sus ciudadanos, y en un grado menor, los complejos turísticos de Sharm el-Sheij, en el Sinaí. La Rusia de Putin, por su parte, aparece como un adversario de calibre de un Occidente al que se le reprochan muchas cosas. Poco importa que Rusia no represente en realidad ninguna solución de recambio político, como en otra época sí sucedía con la URSS. Poco importa tampoco que la “Russian way of life” no sea para nada atractiva, aunque varios centenares de estudiantes magrebíes se hayan inscrito en las universidades rusas a falta de oportunidades en otros países: lo que importa, como indicó un periodista de Radio Tunis (23 de marzo) es que Occidente tenga enfrente a un rival sólido que no se deje tomar por idiota.

Un llamamiento a contracorriente

Y el discurso de los dirigentes de los tres países magrebíes no intenta modificar en nada esta visión general. Más allá de la realpolitik, no encontraremos rastros de empatía hacia el pueblo ucraniano, y la invasión rusa nunca es condenada con claridad. Si así fuera, fortalecería el sentimiento prorruso. En este contexto, no resulta nada fácil optar por la defensa del pueblo ucraniano. Desde mediados de abril circula en varias lenguas un llamamiento de varios periodistas e intelectuales árabes instando a “apoyar a los ucranianos sin cálculo ni reserva”3. El texto dice:

Medimos la aplastante responsabilidad de las potencias occidentales, grandes y pequeñas, en la devastación de nuestro mundo. Hemos denunciado las guerras que han sido libradas para asegurar la perennidad de su dominio sobre vastas regiones, incluida la nuestra, y hemos condenado su defensa de dictaduras indefendibles para proteger sus intereses. Conocemos su utilización selectiva de los valores con los que dicen identificarse, y así dejan morir a sus puertas a los refugiados provenientes del sur y reciben a “los suyos” con los brazos abiertos. Pero no nos equivoquemos de combate. Todas y todos los que están del lado de la libertad, todas y todos los que creen en el derecho de los ciudadanos a elegir a sus dirigentes y a rechazar la tiranía deben colocarse hoy en día del lado de los ucranianos. La libertad merece ser defendida en todas partes4.

Este texto fue muy criticado en las redes sociales, y algunos de sus detractores llegaron a presentarlo como un manifiesto pro-OTAN. “Esta tribuna va a contracorriente de las opiniones públicas, que en su mayoría son favorables a Rusia”, reconoce el universitario Ali Bensaad, uno de sus redactores, quien agrega: “Eso también es el sentido de la responsabilidad”.

1Empresa belga que desarrolla actividades a escala mundial en el área de los pagos interbancarios. Ahora ofrece servicios de mensajería estandarizada de transferencia interbancaria e interfaces en más de 205 países, por un monto total de transacciones diarias que asciende a billones de dólares estadounidenses.

2Sistema de pago por tarjeta administrado por el Banco Central de la Federación Rusa. Reservado en un principio para ser utilizado a nivel nacional, luego se convirtió en una tarjeta internacional.

3El autor de este artículo firmó el llamamiento, pero no figura entre sus redactores.