¿Cómo se creó el Consejo de Cooperación del Golfo?

La imagen muestra una reunión en la que varias personas con vestimenta tradicional árabe están sentadas alrededor de una mesa. Hay banderas de México y otros países visibles en la mesa. Un hombre con un uniforme militar parece estar observando la discusión. El ambiente sugiere un encuentro diplomático o una conferencia entre líderes de distintas naciones, con un fondo de color verde que destaca la escena.

El Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) fue creado oficialmente durante la cumbre celebrada el 25 y 26 de mayo de 1981 en el hotel Intercontinental de Abu Dabi. A la cumbre asistieron el rey Abdulaziz bin Saúd (Arabia Saudita), el jeque Jaber al Ahmad al Sabah (Kuwait), el jeque Isa bin Salman al Jalifa (Baréin), el jeque Jalifa ben Hámad Al Thani (Catar), el sultán Qabus bin Said (Omán) y el anfitrión, el jeque Zayed bin Sultán Al Nahayan, emir de Abu Dabi y presidente de la federación Emiratos Árabes Unidos (EAU), fundada diez años antes y compuesta por siete emiratos que habían obtenido su independencia del Reino Unido junto con Catar y Baréin. Los motivos que explican la creación del CCG se remontan a un año antes de la cumbre.

UNA CONSECUENCIA DE LA GUERRA IRAK-IRÁN

En febrero de 1980, el presidente iraquí Saddam Husein presentó la idea de una “carta nacional árabe” que excluía cualquier presencia extranjera (dicho de otro modo, norteamericana) en la región del Golfo. Husein se presentaba como protector de los Estados árabes amenazados por Irán luego de la Revolución Islámica, acaecida un año antes. De hecho, desde la llegada al poder del ayatolá Ruhollah Jomeiní, las nuevas autoridades iraníes abogaban por extender la revolución y llamaban a derrocar a las “monarquías corruptas” de la península arábiga.

Durante toda la década de 1980, los emisarios iraquíes intensificaron sus viajes a las capitales del Golfo para volver a presentar la propuesta de Saddam Husein y también, probablemente, para asegurarse el apoyo de los soberanos del Golfo a la ofensiva contra Irán que preparaba el iraquí. Pero en septiembre, cuando Husein inició la guerra, si bien las capitales del Golfo le brindaron su apoyo verbal y financiero, querían evitar sobre todo un desborde del conflicto hasta su propio territorio.

Tras la cumbre de fines de enero de 1981 de la Organización para la Conferencia Islámica celebrada en La Meca, el 4 de febrero se reunieron en Riad los ministros de Asuntos Exteriores de las seis monarquías de la península arábiga (Arabia Saudita, Baréin, Kuwait, Catar, Emiratos Árabes Unidos y el sultanato de Omán) y tomaron la decisión de coordinar sus políticas en diversos ámbitos –en particular en materia económica y social– en el marco de un nuevo organismo: el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo.

MARGINACIÓN DE YEMEN Y DE IRAK

El secretario general de la Liga Árabe, Chedli Klibi, y el de la Organización para la Cooperación Islámica, Habib Chatty, también estaban presentes para brindar el apoyo de ambas organizaciones internacionales, la árabe y la islámica, a este nuevo bloque regional.

Los miembros del flamante club solo son seis: no fue invitado el Yemen republicano, cuya historia reciente está marcada por golpes de Estados y revoluciones. La cifra de su población pobre es prácticamente igual a la suma de las poblaciones de los miembros del CCG. Irak fue otro ausente notable. Bagdad no fue invitado a participar en la aventura a pesar de todos sus esfuerzos orientados desde hacía más de un año a crear un bloque regional semejante, que por supuesto contaría con la “protección” iraquí que Saddam Hussein ofreció con insistencia, pero en vano. Y la guerra en la que se embarcó contra Irán funcionó como un pretexto para que las seis monarquías lo dejaran de lado.

En la apertura de la cumbre se enfrentaron dos líneas, y el diferendo, que duraba desde hacía meses, no fue resuelto durante los trabajos preparatorios de los diplomáticos. Así que los jefes de Estado tuvieron que arbitrar entre el proyecto de Omán, que planteaba una alianza militar regional con lazos declarados con Estados Unidos, y la propuesta kuwaití, que se inspiraba en la Comunidad Europea (CE) y aspiraba a un “mercado común” de las monarquías del Golfo. Kuwait era entonces el portavoz del no alineamiento y el único de los miembros del CCG que tenía relaciones diplomáticas con la URSS y otros varios países del “bando socialista”. En realidad, las posiciones no estaban tan alejadas, pero los kuwaitíes temían que una alianza formal con los estadounidenses les diera a los “duros” del mundo árabe (Siria, Argelia, Irak…) pretextos para desestabilizar a las petromonarquías avivando la fiebre nacionalista árabe, muy intensa entre los súbditos de varias de las monarquías presentes en la negociación.

El punto de vista de Kuwait es el que prevaleció, al menos en la lectura del comunicado final. La sede del CCG se encuentra en Riad y el primer secretario general, Abdullah Bishara, era kuwaití. Los años siguientes demostraron que, en realidad, las preocupaciones de los omaníes en materia de seguridad también las padecen sus cinco asociados.