¿Por qué perdura el conflicto en el Sáhara Occidental?

The image features a group of individuals holding a large flag that prominently displays a green field with a white crescent and star in the center, flanked by flags of Morocco and Algeria. In the background, there is a representation of the United Nations emblem. The individuals are dressed in various outfits, including some wearing headscarves, indicating diverse representation. The scene may symbolize a political or cultural statement related to the countries depicted.

Uno de los últimos conflictos de descolonización se desarrolla en el Sáhara Occidental. En 1973, cuando este territorio aún estaba bajo la ocupación de España (1884-1976), se creó el Frente Polisario, un movimiento político y armado que combatía a España, antes de enfrentarse a Marruecos y a Mauritania. Reafirmando el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, el movimiento proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), reconocida por la Unión Africana (UA).

Hace mucho tiempo que Marruecos reivindica la soberanía sobre este territorio. A mediados de los años 70, el rey Hassan II, que estaba muy debilitado por dos intentos de golpe de Estado llevados a cabo por el ejército en 1971 y 1972, enfrentó la exigencia independentista del Frente Polisario y ordenó lo que denominó la «recuperación de las provincias del sur», una causa nacional que le permitiría unir a todos los marroquíes alrededor de su trono. El gobierno movilizó a 350 000 personas que marcharon pacíficamente hacia el Sáhara, de donde los españoles acababan de retirarse, en la denominada “Marcha Verde” (6 de noviembre de 1975). De ese modo, Hassan II silenció a la oposición y se apoderó pacíficamente del territorio en disputa. Hassan II llegó a un entendimiento con España y Mauritania sobre el reparto de la antigua colonia, y el 14 de noviembre de 1975 firmaron el Acuerdo Tripartito de Madrid, que sería ratificado por el parlamento español pero nunca reconocido por las Naciones Unidas.

Rivalidad entre Marruecos y Argelia

En 1975, Argelia hizo tambalear estos acuerdos al decidir apoyar al Frente Polisario. Argel decía actuar en nombre del derecho a la autodeterminación, pero mantenía una rivalidad de larga data contra Rabat. Los dos países están enfrentados por la cuestión de la frontera, que había sido trazada por Francia en los tiempos de la colonización y había beneficiado generosamente a Argelia.

A partir de entonces, se entrelazan dos conflictos: uno de descolonización y otro que enfrenta a Argel y Rabat. Mientras Marruecos reivindica los «derechos históricos» para definir su territorio, materializado en el mapa del “Gran Marruecos” trazado en 1956, Argelia considera que ese territorio fue obtenido con la sangre de los mártires de la guerra de independencia. En su enfrentamiento, Argel y Rabat instrumentalizan la cuestión del Sáhara Occidental.

Hoy en día, Rabat administra el 80 % de este territorio en disputa, considerado por la ONU como no autónomo. Por su parte, Argel apoya, aloja y financia al Frente Polisario y a los refugiados saharauis. Los dos grandes Estados del Magreb se enfrentan a través de los saharauis, haciendo más intrincada la descolonización de la antigua colonia española.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), encargada de resolver el conflicto en 1991, no logró implementar un plan de autonomía de cinco años, con el objetivo de que las poblaciones afectadas pudieran expresarse a través de un referéndum. La dificultad radicaba en definir el cuerpo electoral, ya que Rabat había alentado a muchos marroquíes a instalarse en el territorio.

El Frente Polisario se ha embarcado recientemente en una batalla legal contra la explotación y la comercialización de los recursos naturales del Sáhara por parte de Marruecos. Mientras tanto, Rabat ha utilizado su “poder blando” para lograr que la mayor cantidad de países reconocieran lo que Marruecos denomina la «marroquinidad» del Sáhara. En diciembre de 2020, su estrategia se vio coronada con la firma de un acuerdo entre Marruecos y Estados Unidos mediante el cual Rabat normalizó sus relaciones con Tel Aviv a cambio del reconocimiento por parte de Washington de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. El país cuenta desde entonces con el respaldo de Israel y Estados Unidos, lo que le permite disponer de recursos estratégicos que lo ayudan a afirmarse como una importante potencia regional. Desde entonces, Rabat incita a las capitales europeas a aceptar lo que la ONU no le ha concedido, es decir, su soberanía sobre el territorio. Utiliza todos los medios, incluida una diplomacia de extorsión, la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales, el control de los flujos migratorios, etc. Berlín y Madrid fueron los primeros en ceder.

Francia vaciló durante mucho tiempo. La antigua potencia colonial de los países del Magreb intentó una política de equilibrio, con una visión a largo plazo del conflicto de descolonización que privilegiaba las opciones que ofrecía el derecho internacional, aunque había apoyado el plan de autonomía para el Sáhara propuesto por Marruecos en 2007.

Pero el 30 de julio de 2024 se produjo un giro cuando, mediante una carta dirigida al rey Mohamed VI, el presidente Emmanuel Macron señaló que « el presente y el futuro del Sáhara Occidental se inscriben en el marco de la soberanía marroquí ». El cambio parecía dictado por intereses económicos y estratégicos a corto plazo. Evidentemente, fue una victoria del “poder blando” marroquí que también reflejó el debilitamiento de Argelia, tanto a nivel interno como regional.

Si bien en los años 70 Argelia era un país clave del movimiento de los no alineados, con una poderosa diplomacia capaz de llevar a cabo delicadas negociaciones, especialmente entre Estados Unidos e Irán (1979-1981), hoy Argelia busca desempeñar un nuevo rol. En agosto de 2023, no logró unirse al grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Argel tiene dificultades para rejuvenecer su diplomacia y frenar una evidente pérdida de influencia, especialmente en Libia y en el Sahel.

En cuanto al Sáhara Occidental, Argelia se comporta igual que Marruecos en el hecho de considerar a sus interlocutores en función de su posición respecto del conflicto. Con los años, mientras Marruecos abandonaba la opción del referéndum, Argelia se ha aferrado al principio de autodeterminación, lo que hace imposible cualquier negociación para terminar con la crisis. Esto ha perpetuado el conflicto, lo cual es perjudicial para los saharauis en primer lugar, pero también para todos los magrebíes, ya que impide la integración de la región. Actualmente, Argelia percibe la cooperación entre Marruecos e Israel como una amenaza, lo que aumenta las tensiones y aleja aún más la solución de la cuestión del Sáhara Occidental.