¿Qué es el terrorismo?

© Hélène Aldeguer, 2016.

El terrorismo no es más que un modo de acción. Consiste en crear terror por medio de una acción violenta para ejercer una presión psicológica sobre una autoridad política o la opinión pública. Nunca es un fin en sí mismo: su objetivo es producir una reacción política, un cambio de comportamiento político. Se lo emplea al servicio de una causa o de un interés que no son propiamente “terroristas” sino políticos. Con frecuencia también es un acto de represalia en respuesta a lo que se considera como una agresión. La toma de rehenes con fines políticos, acompañada de la amenaza de ejecución, también es terrorismo.

Sus blancos –materiales o humanos– representan directa o simbólicamente a la autoridad política a la que se apunta. Ejemplos: los atentados de la Irish Republican Army (IRA) en Inglaterra entre 1970 y 1990 contra la presencia británica en Irlanda del Norte; el atentado de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos para responder a la política y a la influencia estadounidenses en Oriente Próximo; el de Estado Islámico (EI) en París el 13 de noviembre de 2015, como respuesta a los bombardeos realizados por Francia contra esa organización en Siria y en Irak.

El terrorismo puede ser utilizado por una organización no estatal (por ejemplo el IRA) o por un Estado a través de sus servicios secretos (por ejemplo, los atentados libios contra un avión de línea norteamericano en 1988 y luego contra un avión de línea francés en 1989), o incluso a través de un grupo tercero creado y apoyado por ese Estado (España con los Grupos Antiterroristas de Liberación [GAL] contra los independentistas vascos de la Euskadi Ta Askatasuna [ETA] en la década de 1980).

El terrorismo termina cuando el objetivo buscado es alcanzado, o cuando cambian las circunstancias. Así, el Frente de Liberación Nacional (FLN) argelino dejó de hacer atentados cuando se logró la independencia de Argelia. Aunque sus objetivos no fueron alcanzados, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y la ETA en España renunciaron al terrorismo. Los ejemplos del FLN y de la OLP demuestran que los grupos que utilizaron el terrorismo pueden convertirse en instituciones oficiales reconocidas a nivel internacional.

Calificar a una entidad de “terrorista” por lo general implica tomar partido político, en especial cuando los hechos y su contexto están en pleno desarrollo. Algunos regímenes políticos llegan a declarar como “terroristas” a movimientos que esos mismos regímenes consideran peligrosos para su estabilidad, o que se oponen a su política, aun cuando esos movimientos no recurran al terrorismo. Así, Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos califican actualmente a los Hermanos Musulmanes de organización terrorista.

No existe ningún consenso internacional que defina de manera oficial el terrorismo.

➞ A veces se habla de “terrorismo de Estado”. En este caso, el gobierno de turno utiliza el terror de manera ilegítima como método de gobierno, con el objetivo de aumentar su poder sobre los ciudadanos, por ejemplo a través de la tortura, el encarcelamiento o el asesinato de opositores políticos.

➞ El “ciberterrorismo” hace referencia a ataques ilegales de redes informáticas por motivos políticos. En este caso, la calificación de terrorismo suele ser abusiva, dada la ausencia de terror provocada por esas acciones. La utilización de internet por una entidad terrorista no es terrorismo en sí, sino, por ejemplo, propaganda a través de las redes sociales, salvo si aquello que se difunde busca provocar terror para obtener una reacción política.

➞ Hay una gradación en el nivel de violencia del terrorismo. Este modo de acción puede limitarse a las infraestructuras, edificios administrativos y funcionarios de la autoridad política apuntada (por ejemplo, el IRA en el pasado) o apuntar contra las poblaciones civiles (Estado Islámico).

Lo que determina el carácter terrorista de un modo de acción es el contexto, la naturaleza del blanco y el efecto de terror buscado, y no la técnica empleada.