¿Cómo influye la pequeña federación de los Emiratos Árabes Unidos sobre el país más poderoso del mundo? En su informe Dollars and Decadence, publicado en abril de 2021 por Noria Research, el investigador en relaciones internacionales Colin Powers analiza las relaciones desarrolladas estos últimos años por los Emiratos Árabes Unidos (EAU) con el objeto de alinear la política de los Estados Unidos con sus propios intereses.
Intereses particularmente conservadores. Así, en 2011, la opulenta monarquía petrolera intervino junto a Arabia Saudita para aplacar el levantamiento en el país vecino de Bahréin. “Abu Dabi logró imponerse como el campeón de la oposición a los movimientos de protesta popular”, escribe Colin Powers en su introducción. Para el colectivo de investigadores Noria Research —que se presenta como independiente y que funciona principalmente de manera voluntaria— hay en marcha una “contrarrevolución”. “En el interregno posterior a las rupturas de la Primavera Árabe, se coaligó una constelación de fuerzas locales e internacionales para cuestionar, reorientar o sofocar a quienes impulsan el cambio”, considera el laboratorio de ideas. Entre esas fuerzas, “pocos actores ejercieron una influencia tan decisiva sobre el porvenir político de Oriente Medio y de África del Norte como los Emiratos Árabes Unidos”, dice Colin Powers.
Impulsora de una estrategia regional apoyada por los Estados Unidos, la monarquía emiratí también participa junto a Arabia Saudita en una guerra en Yemen que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU calificó como “la peor catástrofe humanitaria del mundo”. Al igual que los otros protagonistas, los EAU habrían cometido allí múltiples violaciones a los derechos humanos, en el marco de una “impunidad endémica”. Entre otros horrores, la federación de emiratos puso en funcionamiento una red de prisiones secretas donde se habrían cometido actos de tortura. Según la periodista Maggie Michael, que reveló el escándalo, Estados Unidos estaría implicado en el interrogatorio de los detenidos.
Cambio dentro de la continuidad en Washington
Si bien la administración Trump se mostró conciliadora con los Emiratos hasta 2020, las primeras declaraciones del demócrata Joe Biden sugieren prima facie un cambio de tono. En efecto, a fines de enero de 2021, el nuevo gobierno estadounidense anunció la suspensión temporaria de las entregas de armas a Arabia Saudita y a los EAU para revisar los contratos firmados por su antecesor. La pausa duró poco: el 14 de abril, un portavoz anunció a la agencia Reuters que la administración “continuaría con las ventas previstas a los EAU”, es decir, principalmente aviones de combate F-35, prometidos tras los Acuerdos de Abraham de septiembre de 2020. “La decisión de los Emiratos Árabes Unidos de ‘hacer las paces’ con Israel (…) fortaleció la posición emiratí ante grandes sectores del Partido Demócrata estadounidense”, señala Colin Powers. Por otra parte, la reciente reanudación de las negociaciones entre Estados Unidos e Irán sobre el acuerdo nuclear no significa para el investigador un verdadero distanciamiento en relación a los Emiratos, que sin embargo se había opuesto al acuerdo. “De todas formas, se trataba de una antigua promesa de los demócratas”, estima Powers.
Según el investigador, el cambio de mandato de Donald Trump a Joe Biden muestra más bien una cierta continuidad. En febrero de 2021, luego de un encuentro entre el secretario de Estado estadounidense y su par del Ministerio de Asuntos Exteriores emiratí, el Departamento de Estado se congratuló de las “oportunidades por venir para los EAU si siguen contribuyendo a un Oriente Medio más pacífico”.
“En general, Estados Unidos sigue pasando por alto el papel que los Emiratos jugaron y siguen jugando en Yemen”, afirma Colin Powers a Orient XXI. Salvo algunas voces disidentes, como la del diputado Ro Khanna1, el investigador observa una “reticencia manifiesta del Partido Demócrata a confrontar con Abu Dabi”.
Según Powers, esa prudencia no puede explicarse solamente por la geopolítica: si bien es cierto que los EAU contribuyen a garantizar el abastecimiento energético mundial y la protección de las redes marítimas, “las cuestiones de metaestrategia solo representan una pieza de un rompecabezas”, estima Powers, que plantea otros dos parámetros que le parecen primordiales: los condicionantes económicos y sociológicos.
Un portafolio de 250.000 a 500.000 millones de dólares
“La implicación de Abu Dabi en la economía norteamericana resulta más importante de lo que suele pensarse”, juzga el investigador, debido a las inversiones de dos fondos soberanos emiratíes, Mubadala y Abu Dhabi Investment Authority (ADIA). Estimado entre 230.000 y 250.000 millones de dólares (entre 192.000 y 208.000 millones de euros), Mubadala invirtió en 2019 aproximadamente el 38% de su portafolio en América del Norte. ADIA, por su parte, destina a Estados Unidos entre el 35 y el 50% de sus inversiones, sobre un volumen total valuado entre 580.000 y 820.000 millones de dólares (484.000 y 685.000 millones de euros). “Así que el valor del portafolio controlado por Abu Dabi en Estados Unidos representa entre 250.000 y 500.000 millones de dólares (208.000 a 417.000 millones de euros)”, calcula Colin Powers.
Su informe describe las áreas de inversión elegidas: las finanzas (en 2020, por ejemplo, el fondo Mubadala invirtió en la empresa norteamericana de gestión de activos Blackrock2), pero también los sectores estratégicos de la tecnología y el inmobiliario.
Colin Powers vuelve sobre la importancia de las ventas de armamento de Estados Unidos a los EAU, su tercer cliente, con gastos estimados en 6.900 millones de dólares (5.760 millones de euros) entre 2011 y 2020, según la base de datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). En este contexto, “dada la importancia y la densidad de la imbricación económica emiratí-estadounidense, se volvió más arriesgado un eventual enfrentamiento político”, considera el investigador. La potencial amenaza de una fuga de capitales emiratíes limitaría las veleidades de los críticos.
Cabilderos cercanos a los demócratas
En la segunda parte de su informe, Colin Powers detalla las estrategias de influencia social implementadas por los Emiratos, que, cabe recordar, en 2017 lanzaron una política de poder blando (“soft power”) destinada a consolidar su reputación como país “moderno y tolerante”. Eso implicaba a su vez “filtrar, eludir y desacreditar todos los discursos desfavorables”, escribe Powers. Un procedimiento “seguramente relacionado, al menos en parte, con la rivalidad regional de los EAU con Catar”, subraya por su parte el centro de investigación Corporate Europe Observatory3, con sede en Bruselas. “Cualquiera de los rivales regionales de los EAU, incluidos Catar y Turquía, también realizan operaciones de cabildeo, al igual que los gobiernos del mundo entero”, recuerda Colin Powers.
Todo el mundo lo hace. Pero concretamente, ¿cómo proceden los emiratíes? La estrategia se coordina desde la embajada que dirige Yousef Al Otaiba, “uno de los diplomáticos más influyentes en Washington”4. Se utilizan varios medios: para cortejar a los políticos y las políticas o visitar periodistas, el informe describe principalmente la intervención de los cabilderos de la firma Akin Gump o de la empresa The Harbour Group.
La elección de esa última no es de ninguna manera casual: Richard Mintz, director general de la agencia, trabajó en el gobierno demócrata de Bill Clinton durante la década de 1990, antes de pasar al sector privado. Según el informe de Colin Powers, Mintz seguiría teniendo amigos bastante bien posicionados dentro del Partido Demócrata.
“Para influir sobre Washington, los emiratíes no infringen la ley. Siguen perfectamente las reglas del juego”, declara el investigador a Orient XXI. “Simplemente utilizan la decadencia de nuestra democracia, es decir, esa porosidad entre el sector público y privado que abre la puerta a influencias diversas y que hace que el funcionamiento del gobierno se aleje de la idea que podría tenerse de un servicio público”. Porque más allá de las intrigas palaciegas, el verdadero alcance de las decisiones que se toman tiene que ver –para millones de hombres y mujeres en Oriente Próximo y en África del Norte– con la posibilidad del surgimiento y el mantenimiento de sistemas democráticos.
1Opositor al apoyo norteamericano en Yemen, el diputado demócrata Ro Khanna es cercano al senador independiente Bernie Sanders, que en 2019 propuso una resolución exigiendo el fin del apoyo de las fuerzas armadas norteamericanas en el conflicto en Yemen. A pesar de la aprobación de ambas cámaras del Congreso, el texto finalmente se topó con el veto del presidente Donald Trump. Más recientemente, Ro Khanna expresó públicamente su preocupación por el encarcelamiento, por parte de las fuerzas apoyadas por los EAU, del periodista Adel Al-Hasani, quien luego fue liberado.
2La información proviene del sitio de información económica Bloomberg. El artículo señala que fondos saudíes, kuwaitíes y cataríes también adquirieron parte de Blackrock durante la operación en cuestión.
3United Arab Emirates’ growing legion of lobbyists support its ‘soft superpower’ ambitions in Brussels, Corporate Europe Observatory, diciembre de 2020.
4Según Ryan Grim en The UAE powerful ambassador is still hobnobbing in Washington after Jamal Kashoggi’s murder , The Intercept, octubre de 2018.