Estados Unidos

Elecciones de medio mandato. El lobby pro Israel, junto a los candidatos de Trump

Estos últimos meses ha ocurrido un cambio inesperado en el comportamiento del American Israel Public Affairs Committee (AIPAC). El 17 de diciembre de 2021, este organismo de defensa de los intereses israelíes en Estados Unidos se lanzó de lleno en la batalla de las elecciones legislativas del 8 de noviembre de 2022 al anunciar oficialmente la creación de un “comité de acción política” (PAC) de grandes dimensiones.

La imagen muestra un escenario iluminado con luces brillantes en un evento, con un gran fondo donde se puede ver el logo de AIPAC (Comité de Relaciones Públicas América-Israel). Hay un podio en el centro, probablemente destinado a un orador, con un sello oficial, indicando que se trata de un evento importante. La decoración incluye elementos gráficos como estrellas y símbolos que refuerzan un mensaje de unidad y futuro, destacado en el fondo.
Washington, 2 de marzo de 2020. El ex vicepresidente Mike Pence en el podio de la Conferencia Política AIPAC 2020
Saul Loeb/AFP

Un “comité de acción política” (Political Action Committee, PAC) es un organismo destinado a financiar campañas políticas (y un super-PAC, las supercampañas). En enero de 2010, por cinco votos contra cuatro, la Corte Suprema estadounidense falló a favor de la asociación ultraconservadora Citizens United, que logró poder recaudar fondos para apoyar a los candidatos electorales –los famosos PAC– sin limitaciones de montos y, mejor aún, sin que los donantes tuvieran que dar a conocer sus nombres. Esos fondos, a veces gigantescos, no pueden transferir directamente el dinero a los candidatos, pero pueden contribuir sin limitaciones en campañas presuntamente “independientes” en su favor. Los jueves de la Corte Suprema fundamentaron su decisión argumentando que esos PAC y super-PAC estaban validados por la primera enmienda de la Constitución, que protege la libertad de expresión… y así pervierten aún más un sistema electoral estadounidense ya profundamente viciado por el dinero.

Hasta ahora, el American Israel Public Affairs Committee (AIPAC, Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel), fundado hace 59 años, nunca había participado en este tipo de actividades . El motivo aducido: el AIPAC no es un organismo partidario, no apoya a personas, sino un principio, la defensa de Israel. En realidad, siempre financió a gran cantidad de políticos de los dos grandes partidos, pero lo hacía de muchas otras formas que no implicaban contribuciones directas. Pero ahora ha cambiado de actitud. Betsy Berns Korn, su presidenta, explicó que el cambio tiene que ver con “mejorar la eficiencia de nuestra misión en el entorno político actual”1 Traducción: la época ha cambiado. No es que faltan magnates norteamericanos, judíos y no judíos, que apoyan financieramente su “misión”: el AIPAC es uno de los lobbies más ricos de Estados Unidos. Sigue estando lejos, por ejemplo, del lobby farmacéutico o del de los fabricantes de armas pesadas, pero es uno de los lobbies políticos mejor dotados.

Efectivamente, el “entorno político” en el que se mueve ha cambiado, y no ha tomado el mismo rumbo. La izquierda demócrata es cada vez más hostil a la actitud israelí para con los palestinos, a tal punto que el asunto ha pasado a ser un tema de debate interno, no primordial, pero cada vez más relevante. Y la imagen de Israel no va a mejorar tras el asesinato de la periodista estadounidense-palestina Shirine Abou Akleh, y luego las imágenes deshonrosas, transmitidas por todos los medios, de la policía israelí golpeando a porrazos el cortejo fúnebre que llevaba su ataúd para arrancarle las banderas de Palestina… Así que había que reaccionar ante este nuevo “entorno”.

Contra el aborto, por las armas y contra las minorías

El AIPAC decidió actuar en dos direcciones. La primera es brindando apoyo público activo a los amigos más fieles de Israel. ¿Y ellos quiénes son, sino los trumpistas más acérrimos del Partido Republicano? El AIPAC decidió ante todo ganarse sus favores. En un país donde, como escribió el diario The Washington Post, “la adhesión a las borrosas teorías del expresidente Trump sobre la votación [presidencial] de 2020 se ha vuelto el precio a pagar para entrar a la mayor parte de las primarias republicanas”2, el AIPAC comenzó entonces financiando… a 109 de los 147 legisladores republicanos que se negaron a validar en el Congreso la elección de Joe Biden. (Las cifras datan del 22 de abril, y podrían haber aumentado desde entonces). La idea del AIPAC era consolidar el esqueleto de apoyo a la política israelí en la sociedad norteamericana, que ahora se encuentra principalmente en esos círculos. ¿Vale la pena recordar que esos mismos círculos integran la primera fila de los partidarios del mercado libre de armas, de la prohibición del aborto y de las mil y una maneras de impedir que los negros y otras minorías voten en las elecciones?

Tres ejemplos de los 109 legisladores. Scott Perry, candidato en Pensilvania, es un defensor de la tesis del “Gran reemplazo” de los “verdaderos estadounidenses” (los blancos) por morenos de todo tipo. Jim Jordan (Ohio) y Barry Loudermilk (Georgia) profesan ideas similares. Los tres son sospechados de haber tenido un papel activo en la preparación de los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio, destinados a impedir el ingreso de Joe Biden a la Casa Blanca. Los tres se negaron a testificar ante la comisión de investigación del Congreso sobre el acontecimiento. También figuran entre los primeros beneficiarios de las bendiciones del AIPAC.

Pero el AIPAC no solo brindó su apoyo a candidatos de extrema derecha. Durante mucho tiempo el lobby se negó a apoyar a republicanos que, si bien son partidarios acérrimos de Israel, no se posicionan bajo el liderazgo de Trump. Es como si el lobby no quisiera ofender a Donald, que todavía considera la posibilidad de volver a postularse. El caso de Liz Cheney es elocuente. Hija de Dick Cheney, exvicepresidente de George W. Bush, Liz es actualmente la legisladora más destacada entre los republicanos que intentan resistir al creciente control de Trump sobre el partido. Trump toma las decisiones desde su remanso personal de Mar-a-Lago, en Florida, y elige a los republicanos que pueden identificarse con su figura y a los que no tendrán ese honor. Pero Liz Cheney es por otra parte una ferviente defensora de Israel, y desde hace mucho tiempo, una fiel del AIPAC. Sin embargo, aunque el super-PAC ya había respaldado a más de cien republicanos en cuatro meses, su nombre seguía sin aparecer en la lista… Sin duda se trataba de una decisión difícil de tomar para el AIPAC: financiar a Liz iba contra los deseos de los trumpistas, que la aborrecen. Pero si se le negaba el respaldo, el AIPAC habría parecido una simple filial del clan Trump. Miseria de la política: finalmente, el 30 de abril, el super-PAC le brindó su apoyo financiero a la opositora de Trump, tras acalorados debates internos.

Al actuar así, el AIPAC sabe que va contra los “valores” defendidos por la mayoría de los judíos norteamericanos, que los llevan a votar, sistemáticamente y desde hace varias décadas, a favor de los demócratas. Más abajo veremos que han surgido críticas de los partidarios demócratas del AIPAC, que son muy numerosos. Sin embargo, los portavoces del lobby siguen repitiendo hasta el hartazgo, y contrariamente a las evidencias, que el grupo es “bipartidista”. ¿Por qué actuó de ese modo? Porque la mayoría de sus adherentes –siguiendo la línea previamente fijada por Benjamín Netanyahu, que sus sucesores israelíes no han rectificado hasta la fecha– considera que la posición “bipartidista” que el AIPAC ha tomado desde su creación y que consiste en encontrar aliados tanto entre los demócratas como entre los republicanos ya no rige más. Para contrarrestar el deterioro constante de la imagen de Israel en la opinión pública norteamericana, se prefirió fortalecer el apoyo a los incondicionales de Israel (el sector nacionalista y evangélico de los republicanos, hoy mayoritario en la base del partido) en perjuicio de un partido (el demócrata), cuya base rechaza esa incondicionalidad y así, se vuelve cada vez menos “confiable”.

Judíos que le dan la espalda a Israel

Dentro del mismo AIPAC, no han faltado las críticas contra el apoyo brindado a los republicanos “golpistas”. Esas críticas se concentran en torno a una idea: si el AIPAC privilegia el apoyo a un movimiento político antidemocrático, los judíos norteamericanos pronto le darán la espalda. Ese es, por ejemplo, el argumento desarrollado por Douglas Bloomfield, un exdirector jurídico de AIPAC que plantea una idea simple: no hay que tomar por idiotas a los judíos estadounidenses. “Van a darse cuenta de que el AIPAC apoya principalmente a candidatos que están exactamente del lado contrario de lo que ellos piensan. Por supuesto, ambos pueden apoyar a Israel, pero están a años luz de distancia en relación a todos los otros asuntos”3. Bloomfield teme que esos judíos le den la espalda a Israel, no a sus convicciones profundas. Eso es también lo que piensan muchos miembros del AIPAC. “¿Por qué apoya el AIPAC a candidatos que se alinean detrás de golpistas y supremacistas blancos?”, se pregunta Halie Soïfer, presidenta del Jewish Democratic Council of America, un organismo muy pro Israel. Soïfer teme que esa alianza, con una esencia tan antidemócratica, “ponga en peligro al propio Estados Unidos”. “El respaldo del AIPAC [a los candidatos trumpistas] es profundamente inquietante porque sugiere que, con tal de apoyar a Israel, se puede llegar a poner en cuestión la adhesión a la democracia norteamericana”4.

Soïfer debe saber que algunos candidatos demócratas, –en menor cantidad, es cierto– han aceptado sin embargo el apoyo económico del AIPAC. Para las elecciones primarias del Partido Demócrata, el lobby pro Israel recaudó sumas colosales y concentró sus esfuerzos en las circunscripciones donde se enfrentaban un candidato demócrata conservador y un candidato progresista, lo que en términos actuales significa un incondicional de Israel frente a un adversario que apoya la causa palestina. Objetivo del lobby: impedir el crecimiento constante del bando pro Palestina en el Congreso. Esta ambición dio resultados mitigados. Así, el 18 de mayo, en Carolina del Norte, dos candidatos apoyados por el AIPAC ganaron la votación para la investidura demócrata en las próximas elecciones legislativas. En cambio, Summer Lee, una candidata progresista afroamericana mucho menos dotada financieramente, ganó en Pensilvania a pesar de la feroz campaña en su contra del super-PAC en las redes sociales y en los medios de comunicación adeptos.

Tal vez el caso más significativo es lo que ha sucedido en el 28º distrito de Texas (en el sudoeste del estado), donde en la contienda se enfrentaron Henry Cuellar, un histórico legislador demócrata local que desde el comienzo recibió el apoyo de un super-PAC de una suma de 1,8 millones de dólares (1,7 millones de euros) y Jessica Cisneros, una joven adversaria conocida por su defensa de los palestinos y apoyada por Bernie Sanders y la izquierda demócrata local (y por supuesto, contaba con muchos menos recursos económicos). Cuellar, que se define como un incondicional de Israel y un “demócrata conservador” en temas como los derechos de los inmigrantes, el aborto, el acceso a la cobertura médica, etc., terminó ganando por un ínfimo margen de 0,5 puntos (sobre un total de 50.500 votantes). Hasta ahora, y desde 2002, gana sin interrupciones en su circunscripción.

Una guerra por el futuro del Partido Demócrata

En este paisaje político dominado por la búsqueda de financiamiento, falta mencionar un caso menos anecdótico de lo que parece: el de los candidatos demócratas que gozan al mismo tiempo del financiamiento del super-PAC y… del otro lobby pro Israel en Estados Unidos, llamado J-Street, que sigue defendiendo la “solución de dos Estados” y critica la colonización israelí de los territorios palestinos ocupados. Hay cerca de 50 candidatos en esta situación . El caso más conocido es el de Nancy Pelosi, de 82 años. Legisladora de California desde 1987, Pelosi es la actual presidenta de la Cámara de Representantes. Aliada desde siempre de la AIPAC, recibió su apoyo, y también el de J-Street.

Sin embargo, Pelosi se ha destacado en el pasado por su hostilidad contra los jóvenes legisladores pro Palestina de su partido, que son principalmente mujeres. ¿Por qué la apoyó entonces el lobby “progresista”? Porque Pelosi solicitó su apoyo: la gran diferencia entre el AIPAC y J-Street es que el primero otorga financiamiento a aquellos que promueve, mientras que el segundo decide hacerlo o no a quienes lo solicitan. En pocas palabras: ¿Por qué entonces Nancy Pelosi presentó, por primera vez, una solicitud de financiamiento ante el lobby progresista pro Israel, cuando ella siempre ha sido una ferviente defensora del AIPAC? Seguramente porque hoy en día, cualquier dirigente demócrata que quiera ganar el apoyo de la juventud sabe que es importante mantener una buena relación con J-Street. AIPAC, en cambio, se ha convertido en un indicador de posicionamiento a la ultraderecha.

Un nuevo estudio del Centro de Estudios Sociodemográficos Pew publicado a fines de mayo de 2022 a partir de una muestra de 10.000 entrevistas corroboró el crecimiento de la animosidad contra la política israelí entre la juventud norteamericana, más pronunciada aún entre los jóvenes demócratas. En el ámbito universitario, el apoyo a los palestinos no deja de crecer. En mayo, The Harvard Crimson, el diario estudiantil de la célebre universidad (y único diario local) anunció su apoyo al boicot a Israel. En los círculos prosionistas tradicionales aumenta la preocupación ante el desinterés, y a veces la hostilidad, de muchos jóvenes judíos ante Israel. En Nueva York se ha formado recientemente una asociación judía, Solidarity Network, que apunta no solo a “proponer explícitamente un contrapeso al movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), sino también a los socialistas demócratas de Estados Unidos”, la organización de izquierda dirigida por Bernie Sanders5.

Dicho de otra manera, todo lo que el AIPAC promueve desde hace seis décadas, es decir, convertir el apoyo a Israel en un asunto bipartidista, se está viniendo abajo, y el lobby pro Israel asume cada vez más su identificación con la derecha blanca racista. Sanders no se equivocó. La batalla que se libra entre la izquierda demócrata y el AIPAC, que apoya a republicanos incluso de los sectores más nauseabundos o a los demócratas más conservadores, va mucho más allá de los intereses en Oriente Próximo: es “una guerra por el futuro del Partido Demócrata”6, consideró el senador estadounidense.

2« More than 100 GOP primary winners back Trump’s false election fraud claims, Post analysis finds », Washington Post, 14 de junio de 2022.

3Ben Samuels, « Former Aipac officials warn against organizations’s new political moves », Haaretz, 10 de enero de 2022.

4Halie Soifer, « Aipac’s latest pro-Israel political stunt endangers America », Haaretz, 13 de marzo de 2022.

5Dana Rubinstein, « How a new pro-Israel group aims to sway NY Elections”, The New York Times, 12 de mayo de 2022.

6Shane Goldmacher, « Bernie Sanders prepares for “war” with Aipac and its Super PAC, New York Times, 20 de mayo de 2022.