Gaza. Hambrear-expulsar, expulsar-hambrear

A través de la mal llamada Fundación Humanitaria de Gaza (FHG), Israel condiciona desde el 26 de mayo el envío de la ayuda. En realidad, ese monopolio tiene como objetivo obligar a los habitantes de Gaza a desplazarse hacia el sur, a las “zonas de concentración”. El plan de traslado a través de la hambruna empieza a estancarse, y solo permite augurar una mayor brutalidad.

Un grupo de personas camina por un terreno árido, llevando sacos y luciendo cansados.
Ciudad de Gaza, 22 de junio de 2025. Palestinos cargan bolsas de ayuda humanitaria tras el ataque del ejército israelí contra palestinos que se habían reunido para recibir asistencia en la zona de Zikim.
Abdalhkem Abu Riash / Anadolu vía AFP

Las masacres de los palestinos, que se intensificaron en los alrededores de los centros de distribución de alimentos (516 muertos, 3799 heridos y 39 desaparecidos para el 25 de junio de 2025)1, revelan, una vez más, la magnitud del desprecio del ejército israelí por la vida humana. Ese desprecio se expresa también en la instalación de los centros: Israel apenas creó cuatro para más de dos millones de personas, en lugar de los doscientos centros que habían instalado las organizaciones internacionales experimentadas. Así es como se hambrea y humilla a los sobrevivientes.

La ubicación de esos centros también es importante: uno se encuentra en el centro de la Franja de Gaza, y los otros tres, en el extremo sur, al oeste de Rafah. En el mapa publicado (ver más abajo) por el portavoz del ejército israelí, se comprueba que no hay ninguna relación entre la ubicación de esos centros y el emplazamiento de la población. Porque el objetivo es favorecer el “desplazamiento de la población” hacia el sur, con preferencia hacia las “zonas de concentración”. Pero, para disimular lo que representa un crimen contra la humanidad, Israel tomó algunas medidas. Primero eliminó a las organizaciones humanitarias que podían proveer alimentos a los habitantes (y producir documentación fiable al respecto) y le confió la distribución a organizaciones sin experiencia, que son instrumentos controlados por el ejército.

Carte des centres de distribution d'aide dans la bande de Gaza, avec des localisations marquées.
Mapa del ejército israelí que muestra la ubicación de los centros de distribución de ayuda humanitaria. Portavoz del ejército de Israel.

El 11 de mayo, el diario israelí Maariv citó las declaraciones del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, durante una reunión a puerta cerrada de la Comisión de Asuntos Exteriores y de Seguridad de la Knesset: “La entrega de ayuda a los gazatíes que la reciban estará condicionada al no retorno hacia sus lugares de proveniencia”. Esa condición le permitió ganarse el apoyo del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, de extrema derecha, quien que hasta entonces se había opuesto a cualquier forma de asistencia para la población gazatí.

Esta lógica fue confirmada por Tammy Caner, directora del Programa de Derecho y Seguridad Nacional del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS) de Tel Aviv, un laboratorio de ideas del establishment de seguridad y muy cercano al ejército. En una entrevista publicada en el canal de YouTube del Instituto, Caner reveló la decisión de prohibir que cualquier persona del norte que se traslade al sur regrese a su casa y a su entorno familiar.

Junto a su colega, la abogada Pnina Sharvit-Baruch, ex alta responsable de la Oficina del Fiscal Militar y encargada de darle un tinte de legalidad a las medidas ilegales desde el Ministerio de Defensa, hicieron una advertencia: “La evacuación y el desplazamiento de la población”, así como la promoción del programa de “emigración voluntaria”, podían ser considerados como crímenes contra la humanidad2. No hay ninguna duda de que algunas personas de alto rango temen algún día verse ante la justicia…

El arma del hambre

Lo cierto es que Israel quiere tener el monopolio de la distribución de la ayuda para utilizarla contra la población civil. La hambruna y la distribución según las condiciones impuestas por el ocupante son dos medios complementarios de la utilización de los alimentos como arma.

El arma del hambre utilizada de manera sistemática contra las poblaciones civiles durante las guerras totales es una práctica con una larga historia. El “desplazamiento de la población” a través de la creación o la explotación de penurias graves, así como la utilización del abastecimiento como medida de coerción, tampoco son novedades en Israel. En un estudio que se publicará próximamente, documento que, en la década de 1950, las autoridades israelíes utilizaron la privación de productos esenciales como medio de presión contra los palestinos desplazados para evitar su retorno, pero también, en menor medida, contra los judíos (principalmente mizrajíes, judíos originarios de los países árabes) que el Estado intentaba convertir en colonos en las regiones fronterizas. La privación de productos de primera necesidad y su provisión condicional son armas eficaces, precisamente porque no implican ni tiros ni bombardeos.

“Destruímos cada vez más casas”

Pero todavía no queda claro que el programa “hambrear-trasladar” pueda logros sus objetivos. Los informes provenientes de la Franja de Gaza indican que quienes se acercan a los centros de distribución de ayuda son los más fuertes, aquellos que pueden caminar kilómetros para transportar un paquete para alimentarse durante toda una semana. En suma, Israel no logró convencer a los centenares de miles de palestinos presentes en el norte de la Franja de Gaza a hacer el largo recorrido hacia el sur, así como tampoco logró impedirles regresar. ¿Quién se atrevería, en el tórrido calor, a hacer un largo viaje para buscar alimentos, si después no puede entregárselos a los allegados que se quedaron esperando? Y los palestinos demuestran una vez más el arraigo a su casa, aun cuando esté en ruinas. Por otra parte, los alimentos, como cabe esperar en condiciones de penuria extrema, caen en manos de pandillas violentas, con frecuencia respaldadas por Israel.

¿Esto significa que el peligro disminuye, que el plan de traslado por medio de la hambruna no funciona? Es demasiado pronto para afirmarlo, pero, a largo plazo, el sufrimiento podría hacer su trabajo. La respuesta ante el fracaso de las medidas coercitivas tomadas es la intensificación de la destrucción y de los homicidios, como ocurre en el norte. Según los últimos informes, como los que compilaron Meron Rapoport y Oren Ziv3, que citan los testimonios de soldados israelíes, el objetivo de la destrucción sistemática y ciega de todas las infraestructuras vitales y de la mayor cantidad posible de edificios es forzar a los habitantes a partir sin poder regresar.

Esto mismo fue confirmado por el propio Netanyahu durante la reunión que citamos más arriba:

Destruimos cada vez más casas, no tienen adónde regresar. La única consecuencia lógica será que los gazatíes quieran emigrar fuera de la Franja de Gaza. Nuestro principal problema tiene que ver con los países de acogida.

Para efectuar una deportación definitiva, no basta con expulsar a la gente. Hay que desarraigarla y quitarle cualquier posibilidad de regresar, como sucedió después de 1948. Eso es lo que permiten los bombardeos sistemáticos, que continúan las olas de destrucción de los meses previos. El gran proyecto israelí-estadounidense de traslado de la población sigue vigente, con la participación de diferentes corrientes de la derecha israelí que integran el gobierno actual o que están fuera de él.

Tres “zonas de concentración”

¿Adónde irá la gente si no soporta tanta presión? Desde hace meses, Israel negocia con los “países de acogida”, pero los que han sido mencionados (Congo, Chad, Ruanda) lo desmintieron. Mientras tanto, las autoridades israelíes hablan de tres “zonas de concentración” en el enclave palestino. Tres de esas zonas están marcadas en el mapa publicado por el Times y el Sunday Times el 17 de mayo, a partir de fuentes diplomáticas. Sin embargo, el mapa es engañoso: no tiene en cuenta el hecho de que toda una franja a lo largo de la frontera ya fue evacuada y que los edificios de allí han sido destruidos de manera sistemática. Según las declaraciones oficiales, los gazatíes no estarán autorizados a vivir allí.

Carte des zones militaires et civiles à Gaza, avec des corridors et villes indiqués.
Mapa publicado el 17 de mayo de 2025 por el Times con el título “Leaked map shows Israeli proposal to force Gazans into strips of land”

En el mapa publicado por el periódico Haaretz (25 de mayo), las “zonas de concentración” son aún más pequeñas. Según una estimación aproximativa, la zona en torno a la Ciudad de Gaza mide unos 50 km2; la de los campamentos del centro, unos 85 km2, y la de Mawasi, a lo largo de la playa del sur, unos 8 km2. Antes de la guerra, la densidad de población (5935 habitantes por km2) era comparable a la de Londres (5598 habitantes por km2). Las zonas identificadas por las organizaciones humanitarias que trabajan in situ son aún más reducidas4. Si el plan israelí se concretara, la densidad pasaría a los 15000 habitantes por km2, es decir, cercana a la de islas lujosas como Macao (20569 habitantes por km2) y Singapur (8128 habitantes por km2). El tamaño reducido de estas “zonas de concentración” , la prohibición de salir de ellas, la ausencia de recursos de subsistencia y de infraestructura permiten hablar de campos de concentración.

Carte de Gaza indiquant zones de déplacement et camps de réfugiés.
Mapa publicado en Haaretz, el 25 de mayo de 2025 en la investigación de Yaniv Kubovich “IDF: 75% of Gaza to Be Occupied in Two Months; 2 Million Civilians to Be Concentrated in Three Zones”

Estos mapas deben servir de indicadores, pero las líneas pueden cambiar en función de las condiciones, las presiones y las iniciativas locales; indican, más bien, la tendencia general. Para los generales y los políticos, la divulgación de los mapas también desempeña otro papel: poner a prueba la opinión pública, medir si la gente se indigna y sale a protestar, ver hasta dónde pueden llegar sin sanciones. Tal vez logren reunir a los sobrevivientes palestinos en tres “zonas de concentración”; tal vez el resultado final sea diferente. ¿Deseamos realmente esperar el resultado final?

Purificación étnica –o peor aún

Si bien los palestinos siempre afirmaron que la Nakba no es un acontecimiento concreto, sino un proceso continuo, la etapa actual es particularmente peligrosa. A lo largo de la historia, la expulsión y la desposesión de los palestinos sufrieron a un ritmo variable, con períodos de escalada, de desaceleración e incluso años de estabilización. Hasta ha habido momentos de un regreso modesto, sobre todo, luego de la expulsión masiva de 1948, pero también luego de la ocupación de Cisjordania y de Gaza, en 1967. Pero actualmente, asistimos a una aceleración inédita del proceso, que conlleva un nivel de crueldad nunca antes visto.

El paso de la represión a la expulsión, de la limpieza étnica al exterminio ocurre cuando nada frena a las fuerzas armadas que aceleran el proceso. En tiempos de guerra, ante la falta de control internacional y en la incertidumbre del combate, un traslado que resulte bloqueado puede degenerar en masacre.

El desplazamiento repetido de un lugar a otro en el territorio limitado de la Franja de Gaza apunta a desarraigar a la gente y a destruir el tejido de su vida; algunos mueren “por sí mismos”, y otros se convierten en un “problema” a resolver a través de medios cada vez más brutales. La destrucción sistemática crea una nueva situación: zonas inapropiadas para la vida, que, por “razones humanitarias”, pueden justificar la expulsión y el traslado forzado hacia “zonas de concentración”.

Si los palestinos quieren escapar a esta presión insoportable, se les puede abrir la puerta hacia el exterior. Sin embargo, es un viaje sin retorno. Del mismo modo, en determinado momento, las insoportables condiciones de vida en las “zonas de concentración” pueden empujar a la población a resistir por cualquier medio. Esos enfrentamientos podrían dar lugar a operaciones de “mantenimiento del orden” y a actos de venganza, incluso a masacres que acelerarán aún el proceso. Es probable que, frente al fracaso de los intentos orientados a acorralar a la gente, la dinámica homicida pase a un nivel superior.

El siglo XX ofrece varios ejemplos aterradores de la acelerada radicalización de las fuerzas armadas en sus acciones contra la población civil en el marco de guerras sin piedad. Esa dinámica promueve a los puestos de mando y de dirección a quienes están determinados a exterminar, como el coronel Yehuda Vach, un colono radical que afirma que “en Gaza no hay inocentes”5. Vach también fue acusado de crímenes de guerra: el 21 de marzo de 2025, le habría ordenado a la 252ª división, la unidad que tiene bajo su comando, la destrucción del hospital para el tratamiento del cáncer en Gaza6. Para pasar de una operación de traslado fallida a una limpieza étnica homicida, para que el desastre llegue a niveles nunca antes vistos, no se necesita ningún plan maestro. Basta con el silencio.

Agradezco a Amira Hass, Liat Kozma, Lee Mordechai, Alon Cohen-Lipschitz, Gerardo Leibner y Meron Rapoport por su preciosa colaboración y sus comentarios pertinentes.

1Cifras de la Oficina Gubernamental de Información de Gaza.

2“Operation ‘Gideon’s Chariots’. Crossing Red Lines”, INSS, 4 de mayo de 2025.

3“Render it unusable: Israel’s mission of total urban destruction”, +972, 15 de mayo de 2025.

4Yaniv Kubovich, “’No Civilians. Everyone’s a Terrorist’: IDF Soldiers Expose Arbitrary Killings and Rampant Lawlessness in Gaza’s Netzarim Corridor”, Haaretz, 25 de mayo de 2025.

5Yaniv Kubovich, “’No Civilians. Everyone’s a Terrorist’: IDF Soldiers Expose Arbitrary Killings and Rampant Lawlessness in Gaza’s Netzarim Corridor”, Haaretz, 25 de mayo de 2025.

6Yaniv Kubovich, “IDF Investigating if Commander Demolished Nonfunctioning Hospital in Gaza Without Authorization”, Haaretz, 24 de marzo de 2025.