Turquía

La costosa estrategia económica de Recep Tayyip Erdogan

Para poner en práctica su visión de la economía, el presidente turco Recep Tayip Erdogan ha impuesto una política al banco central que está provocando una inflación sin precedentes y una fluctuación incesante de la lira, dejando a las empresas y al público por igual tambaleándose. Pero esta estrategia amenaza sus perspectivas para las elecciones presidenciales de 2023.

La imagen muestra a un grupo de personas en la calle, frente a una tienda. Algunos de ellos llevan bolsas en las manos, probablemente con pan. La escena sugiere una atmósfera de actividad comunitaria, ya que la gente está haciendo fila. Se pueden ver diferentes edades y estilos de ropa entre los presentes. Además, hay un letrero visible en la tienda que indica que se trata de un punto de venta de pan en Estambul.
Estambul, 18 de diciembre de 2021. Los habitantes compran panes en la tienda de pan barato del municipio de Estambul en el distrito de Sultangazi
Yasin Akgul/AFP

“Hace un mes cobraba un sueldo equivalente a 340 euros, ahora no llega a los 250”, lamenta Ceylan. Su salario de camarera en un restaurante de Estambul es cada día menor a causa de la caída de la lira turca, que arrastra una depreciación del 50 % en lo que va de año. Hace un mes que ella y sus compañeros se descargaron una aplicación móvil para seguir los tipos de cambio de moneda. “Cuando me ingresan el sueldo lo cambio todo a euros. Si veo que la lira cae, cambio pequeñas cantidades de euros a liras. Este mes por ejemplo, he ganado unas 500 liras jugando con el cambio”, explica. Esta dinámica es cada vez más común en los hogares turcos ante la grave pérdida de valor de la moneda nacional y el aumento de la inflación, del 21 %, que reduce la cesta de la compra.

Varios sectores como el panadero y el farmacéutico han empezado a tener problemas de producción y distribución debido al encarecimiento de las importaciones respecto a la moneda nacional. También se han producido colas en gasolineras y en tiendas de tecnología para comprar antes de que aumenten de precio. “El problema actual no es solo una grave depreciación, la volatilidad de la lira es peor. Las empresas no tienen tiempo para reaccionar y ajustar los precios de venta. Esto afecta a la producción”, explica el economista Emre Deliveli. “Lo hemos visto estos días con Apple en Turquía. Tuvieron que cerrar durante dos días porque no fueron capaces de ajustar los precios de venta por la volatilidad de la lira”, añade.

La caída de la moneda turca ha ido acompañada de una alta inflación, que alcanzó el 36,1 % el pasado noviembre. Sin embargo la cifra podría ser mayor. Un grupo independiente de economistas del país, que mantiene su propio control del aumento de precios, asegura que las cifras oficiales no se ajustan a la realidad y que la inflación actual podría superar el 50 %. Su teoría está respaldada por el sindicato de comerciantes Market-Sen, que ha obtenido imágenes de la subida de precios en supermercados en los últimos días, con incrementos de entre el 30 y el 60 % en productos de consumo diario.

“A veces compran un vaso de aceite en lugar de comprar un litro”

Los hogares han visto cómo sus ahorros han menguado frente a la moneda europea, mientras cada día se necesita más dinero para llenar la cesta de la compra. Sevval Sener, miembro de la Red de Pobreza Profunda, una ONG que asiste a familias en el límite de la pobreza, denuncia que de un año para otro los precios se han doblado y cuesta más asistir a muchas familias. “Para cubrir las necesidades básicas mensuales de un hogar hacemos paquetes con vegetales, productos de higiene y pañales. En marzo de 2020 tenían un coste de 250 liras. El mismo paquete ahora cuesta 500 liras”, explica. La ONG alerta de que cada vez es más común que las familias dejen a deber varios productos en los colmados o compren en porciones pequeñas. “A veces compran un vaso de aceite en lugar de comprar un litro. O compran tres o cuatro pañales individuales en lugar de un paquete en el supermercado”, describe.

Ümit Azcan, que regenta un colmado de barrio en Estambul, lo confirma.

Antes dejaba a deber a la gente del barrio pero ahora solo lo hacemos con una decena de familias. Veo que se compran menos productos que no son necesarios. Nosotros intentamos ajustar los precios pero es muy difícil. También sufrimos la inflación.

Los sindicatos del país se han movilizado para pedir al Gobierno un aumento del salario mínimo para poder cubrir el coste del aumento de precios. Hasta ahora el salario mínimo se situaba en las 2.825 liras, que en enero eran 312 euros pero ahora no llega a los 150. Según datos de DISK, uno de los mayores sindicatos del país, el 40 % de los trabajadores cobran el salario mínimo, mientras que si tenemos en cuenta los que ganan solo un 20 % más, se abarca la mitad de la población con trabajo por cuenta ajena. A mediados de diciembre Erdogan anunció un aumento del salario mínimo del 50 %, hasta las 4.250 liras, unos 220 euros.

Por otro lado, la inflación y el levantamiento de restricciones tras la pandemia han hecho aumentar los alquileres en las principales urbes del país, que consumen casi todo el salario de muchos trabajadores.

Con mi sueldo y el de mi pareja pagamos el alquiler y nos llega justo para la comida y los gastos del piso. Ahora medimos mucho si salimos a cenar fuera o a tomar algo con nuestros amigos. El salario entra y sale. No conseguimos ahorrar nada,

cuenta Hilal Basarir, una profesora de primaria.

Los tipos de interés, “la madre de todos los males”

Esta crisis monetaria se debe a varias acciones tomadas por el Banco Central de Turquía tras las presiones del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que intenta imponer su visión particular de la economía. El mandatario cree que los tipos de interés son “la madre de todos los males” e insiste en bajarlos para reducir el aumento de precios. El Banco Central ha recortado en los últimos tres meses hasta 500 puntos los tipos de interés, que han quedado en el 14 %, muy por debajo del nivel actual de inflación. La mayoría de economistas recomiendan que los tipos deben estar al mismo nivel o por encima de la inflación porque de lo contrario, los intereses pasan a estar en negativo. Todo cargo en el Banco Central que se ha opuesto a la visión económica del presidente, ha sido retirado. En el último año y medio se ha sustituido el gobernador de la entidad en tres ocasiones a golpe de decreto presidencial. Mediante decreto también se han cambiado tres miembros de la dirección. Sus intervenciones en el organismo han provocado una gran desconfianza en los mercados hasta tal punto que la lira se desprecia rápidamente con cada discurso del presidente sobre temas económicos.

Ante la grave caída de la lira, varios economistas creen que el Gobierno está permitiendo que se devalúe ante monedas extranjeras para incentivar las exportaciones y el turismo en el país. “El nuevo modelo económico no tiene sentido. Creen que las exportaciones turcas van a ser más competitivas y en consecuencia el déficit y la inflación se recuperarán”, explica Emre Deliveli. “Esta teoría funciona en el papel pero no en la realidad. En Turquía importamos mucho para producir y si la lira cae, producir es más caro. Además muchas empresas tienen deuda en moneda extranjera y cada vez es más caro cubrir estas deudas”, detalla.

Aunque las exportaciones turcas desde principios de año han aumentado un 34 % respecto al mismo período del año anterior, el margen de ganancias es escaso por los motivos que detalla Deliveli, un aumento de los costes de producción y la deuda en moneda extranjera, que supone el 40 % del PIB.

Las elecciones de 2023

En plena crisis de la lira, las encuestas turcas aseguran que el partido de Erdogan, el islamista AKP, perdería las elecciones si se celebrasen ahora. Erdogan por su parte, tiene poco margen para ganar en unas presidenciales si en su contra se presentaran Ekrem Imamoglu o Mansur Yavas, miembros del principal partido opositor, el socialdemócrata CHP, que en 2019 ganó los principales ayuntamientos del país, entre ellos Estambul, Ankara y Esmirna.

El líder del CHP, Kemal Kiliçdaroglu, ha pedido la renuncia del Gobierno por su gestión económica y elecciones anticipadas, previstas para 2023, aunque no tienen apoyo suficiente en el Parlamento para convocarlas.

Mientras, el descontento entre la población va en aumento y se han producido protestas espontáneas en varias ciudades del país, con caceroladas desde los balcones, al grito de ¡Gobierno dimite!.

El eslogan ha estado por primera vez presente en protestas de todo tipo en las últimas semanas, desde reuniones de sindicatos exigiendo una subida del salario mínimo a protestas feministas. Por su parte, varios partidos de izquierda sin representación parlamentaria han organizado protestas en varias ciudades del país, que han sido reprimidas por la policía con gases lacrimógenos y con un centenar de detenidos. A diferencia de otras muestras de descontento, en esta ocasión se produjeron manifestaciones incluso en ciudades del Mar Negro, bastión electoral del AKP. En la ciudad más grande del país, Estambul, la policía cerró plazas y desplegó vallas en varias zonas ante la espera de manifestaciones de partidos y sindicatos. Las fuerzas de seguridad se llevaron a rastras y detuvieron a 70 manifestantes antes incluso de empezar la protesta.

Zübeyde Dizdar, miembro del Partido de los Trabajadores de Turquía (TIP) explica :

Desde que gobierna el AKP discrepar es un delito. Especialmente porque ahora la situación se ha deteriorado mucho y tienen miedo a las protestas. Las reprimen de forma muy violenta. Esta crisis asusta mucho a los trabajadores, a las familias y a los jóvenes, que se empobrecen día tras día. Creo que la situación económica marcará todas las manifestaciones que veremos en las próximas semanas.