«La ley relativa a la herencia va a cambiar, es inevitable», asegura el expredicador salafista Mohamed Abdelwahab Al-Rafiki, más conocido con el nombre de Abu Hafs. Condenado a treinta años de prisión en 2003 por incitación al terrorismo, fue indultado en 2012 luego de las manifestaciones del Movimiento del 20 de febrero, que nació en 2011 a caballo de las revoluciones en Túnez y Egipto y que entre sus principales reivindicaciones exigía la liberación de todos los presos políticos.
Una línea roja
Hoy, Abu Hafs reivindica la igualdad hereditaria y denuncia una injusticia contra las mujeres, destinadas a jugar un papel creciente en el seno de la sociedad marroquí y víctimas, según él, de una ley inadecuada para el Marruecos actual. Según esa ley, en efecto, una mujer recibe la mitad de lo que hereda un hombre. Por haber osado expresarse sobre ese tema tabú, el predicador se ganó las críticas de sus excompañeros salafistas, y hasta recibió amenazas de muerte en las redes sociales. Su postura tuvo sin embargo el mérito de visibilizar un debate que cunde silenciosamente en todo del país.
«El debate en torno a la cuestión de la igualdad hereditaria no estaba permitido hace cinco años. Era una línea roja», explica Abu Hafs. «Los medios se hicieron eco esencialmente de las reacciones violentas, pero recibí numerosas reacciones de apoyo, sobre todo de parte de los jóvenes, de personas que defienden la laicidad, y también de islamistas, pero no quieren expresarse públicamente.»
En 2014, la psicoanalista y galerista Hakima Lebbar, editora del libro Les hommes défendent l’égalité en héritage (Fan-dok, 2017) («Los hombres defienden la igualdad hereditaria»), había solicitado la participación de un centenar de personas en una exposición sobre la herencia. Solo cuatro respondieron, recuerda Lebbar. «A partir de entonces hubo un progreso enorme con la Rabita Mohammadia de Ulemas y Asma Lambaret , el Consejo Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y las asociaciones femeninas. Varios polos se interesaron en el tema», afirma Lebbar.
El modelo tunecino
Desde entonces, el debate se extiende, progresa a pasos pequeños dentro de la sociedad civil y forma parte de la agenda de la prensa local, aunque no logra encontrar verdaderos relevos dentro de la clase política. Así que los militantes marroquíes se vuelcan hacia Túnez para observar e impulsar una eventual traducción política de su movilización. Los avances en Túnez y la posición del expresidente Béji Caïd Essebsi hicieron nacer una verdadera esperanza entre los defensores de la igualdad hereditaria más allá de las fronteras tunecinas. En las próximas semanas se discutirá en ese país un proyecto de ley muy esperado.
«Es un progreso enorme, porque aunque la igualdad hereditaria todavía no se aplica, en Túnez hay verdaderos movimientos en el seno del poder y de la sociedad», se entusiasma Abu Hafs. «Lo interesante del caso tunecino es que los otros países serán influidos por lo que pase allí, sobre todo Marruecos. Marruecos es el otro país de la región donde se observa esa dinámica, el único país árabe que actualmente puede progresar sobre la cuestión de la herencia.»
Pero en Marruecos, la igualdad hereditaria todavía no es un tema que movilice a los dirigentes políticos a escala nacional. Apenas algunos dirigentes políticos, principalmente de izquierda, se pronunciaron —más o menos claramente— a favor.
Hace tres años, en octubre de 2015, el CNDH había llamado a «garantizar a las mujeres los mismos derechos de sucesión que los hombres». Como era de esperarse, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) —partido islamista que dirige el país desde noviembre de 2011— se opuso con vehemencia y calificó las recomendaciones del CNDH de «irresponsables».
Pero inmediatamente el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), la Unión Constitucional (UC) y la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) habían abogado por la apertura de un debate. Y el comité central del Partido del Progreso y el Socialismo (PPS) se había pronunciado por la igualdad total entre hombres y mujeres, incluida la cuestión de la herencia. Dos años antes, el primer secretario de la USFP, Driss Lachgar, había suscitado violentas críticas simplemente por haber llamado a discutir la cuestión de la herencia y la poligamia.
Dinámica social y conservadurismo
Sin embargo, Abu Hafs lamenta la ausencia de claridad dentro del poder marroquí en torno al asunto. «Hay personas abiertas que quieren un Marruecos moderno, abierto a Occidente, y hay otras que son más tradicionalistas. Esa confrontación se constata incluso en el seno de ciertas instituciones oficiales. El CNDH está a favor de la igualdad, mientras que el Consejo Superior de Ulemas está en contra.»
A pesar de esa confrontación, ¿obtendrá resultados políticos esa dinámica que se inició en la sociedad civil? El universitario y analista político Mohamed Chtatou lo duda, ya que no percibe que esa movilización haya provocado algún cambio concreto. «Probablemente el conservadurismo tenga la última palabra», estima Chtatou. «No creo que los políticos apoyen un proyecto semejante, porque tienen miedo de perder votos. Los únicos que sostienen el proyecto son los intelectuales y los defensores de la laicidad. La mayoría de la población está en contra, y toda la estructura política seguirá la voluntad de la mayoría conservadora.»
La militante por los derechos humanos Fidae Ifrissi hace referencia a un contexto social tenso y no cree en una verdadera reforma hacia la igualdad. «Sacudido por movimientos contestatarios, el régimen marroquí no se arriesgará a tomar la delantera en un asunto tan sensible ante una opinión pública extremadamente conservadora. Si la sociedad civil mantiene su dinámica reformista, dudo que el Estado haga más que promulgar algunas medidas para facilitar las donaciones en beneficio de las mujeres herederas», afirma Ifrissi. «En Marruecos, y en general en gran parte de los países así denominados musulmanes, las reglas de la herencia siempre chocaron contra mi sentido de la igualdad», lamenta Ifrissi.
Una caravana itinerante
Para convencer a la opinión pública respecto a la necesidad de una nueva ley, Abu Hafs, Hakima Lebbar, la universitaria Farida Bennani y el filósofo Ahmed Assid salieron a recorrer Marruecos. Realizaron juntos un verdadero trabajo de terreno y organizaron conferencias en Casablanca, en Rabat y también en Beni Melal y en Azrú, en las que cada uno abordaba el tema bajo un ángulo particular: Abu Hafs se encargaba del aspecto religioso y Assid, de las cuestiones ligadas a los derechos humanos. En cada escala, instalaron durante un mes una caravana itinerante organizada por Hakima Lebbar (pintura, escultura, fotografía, caligrafía, caricatura). Este mes, la caravana se detendrá en Agadir, al sur del país.
Durante las conferencias surgen intercambios inéditos entre los oradores y hombres y mujeres que sin lugar a duda no podrían expresarse o dialogar en otro contexto. Hakima Lebbar recuerda que una mujer al principio se oponía al cambio de la ley, pero terminó prometiéndoles a los panelistas ser su intermediaria en su localidad. Si bien por lo general los encuentros se desarrollan sin problemas, algunos incidentes dan cuenta de la sensibilidad del tema. En Aïn Chock, la exposición tuvo lugar bajo custodia, relata la galerista, mientras que en Sidi Moumen pegaron versículos del Corán sobre el tema en las paredes de la sala de exposición en señal de protesta contra cualquier reforma. En Azrú, la conferencia fue anulada y tuvo que ser realizada en la sede de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH).
El 21 de marzo de 2018, un centenar de personalidades marroquíes firmaron una convocatoria para derogar el ta’sib, la regla sucesoria inscrita en el Código de Familia que fuerza a las mujeres de un difunto a compartir su herencia con sus parientes masculinos. Si, por ejemplo, el padre fallece y solo tiene hijas, tienen que compartir su parte con sus tíos y primos. Así, numerosas mujeres se encontraron ante enormes dificultades financieras, e incluso a veces se quedaron en la calle luego de haber tenido que compartir la vivienda familiar o ceder su parte a los otros herederos. Pero en Túnez, las mujeres que no tienen hermano(s) son las únicas beneficiarias de la totalidad del patrimonio familiar luego de la enmienda del Código del Estatuto Personal de 1959.
Khadija Ryadi, expresidenta de la AMDH y Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 2013, es una de las signatarias. «El ta’sib es solo un aspecto entre otros», señala. «Es necesario un verdadero debate público, sobre todo en torno a la cuestión social, no solamente el aspecto religioso. En él tienen que participar sociólogos y también personas que conocen los problemas derivados de estas leyes discriminatorias.»
Bajo el discurso religioso, los intereses económicos
Según Ryadi, el nudo del problema no es religioso: «La explicación es económica y la disfrazan con un discurso religioso». Un punto de vista compartido por Assid: «Si los hombres se oponen a esta reivindicación, no es por motivos religiosos, sino por sus intereses. Los hombres solo intentan preservar su tutela y sus intereses. La religión no les interesa». La prueba de ello, dice Assid, es la oposición de numerosos hombres provenientes de «familias que viven a la occidental», poco practicantes, pero que defienden el statu quo esgrimiendo creencias religiosas. «Vi con mis propios ojos a familias por lo general acomodadas, modernistas, expoliar a las mujeres herederas, a veces menos ricas o divorciadas con una familia a cargo, en beneficio de sus hermanos mucho más ricos», cuenta Fidae Idrissi.
Para sensibilizar a los marroquíes sobre los dramas familiares resultantes de las reglas de sucesión actuales, Abu Hafs recurrió al teatro. Se dispone a comenzar su segunda gira con los actores de la obra Al-Qasma en el norte del país, en Nador, Alhucemas y Uchda. A cada función le sigue un debate con los espectadores. Una forma de popularizar el tema, dice Hafs. «Esta obra echa luz sobre las injusticias que sufre la mujer marroquí. El teatro permite transmitir el mensaje más fácilmente. Se apela a la emoción y el espectador siente en carne propia esas injusticias.»