Análisis

Marruecos. Los islamistas de Al Adl Wal Ihsane ponen a la monarquía entre la espada y la pared

Con la actividad política bloqueada tras el giro autoritario del régimen, la principal formación islamista de Marruecos publicó un “documento político” que define una nueva estrategia. La organización, también conocida con el nombre de Jamaa, ahora pretende combatir por un gobierno que rinda cuentas ante el pueblo. Un giro que preocupa al palacio y suscita un debate acalorado en el país.

La imagen muestra a un grupo de cuatro personas sentadas en una mesa de prensa durante un evento. Hay micrófonos de diferentes medios de comunicación frente a ellos, y el ambiente parece ser formal. La persona de pie, a la izquierda, parece estar dando un discurso o presentación. El fondo incluye un cartel con texto en árabe, y hay arreglos de flores sobre la mesa. La escena sugiere que se está llevando a cabo una conferencia o reunión importante.
Rabat, 6 de febrero de 2024. El círculo político Al-Adl wal-Ihsan celebró una rueda de prensa para anunciar su nuevo «documento político».
Al-Adl wal-Ihsan

El 6 de febrero de 2024, en Rabat, el movimiento Al-Adl wal-Ihsane (Justicia y espiritualidad1), comúnmente llamado “la Jamaa”, dio a conocer su nuevo manifiesto o “documento político”. El texto provocó escalofríos en la clase política, en particular a las filas pro-Majzén2. La organización islamista más poderosa de Marruecos y del Magreb dio a conocer su compromiso definitivo —debatido internamente durante mucho tiempo— a favor de la democracia pluralista y la modernidad política. Ahora la corte y sus servidores tendrán que encontrar otra manera de seguir manteniéndola aislada de la nación y contener su peso social y político aplastante, que posiblemente se traduzca en un triunfo electoral devastador. Esa victoria obligaría al palacio a una convivencia mucho más incómoda que con el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que dirigió el gobierno entre 2011 y 2021. Sucede que Al-Adl wal-Ihsane (AWI) se mantiene firme en el punto esencial: no habrá integración al sistema si el gobierno no detenta un poder ejecutivo real y es responsable ante un parlamento elegido directamente por el pueblo. Dicho de otro modo, Charles III del Reino Unido no tendría nada que envidiarle a Mohamed VI.

Una sola fuente de legitimidad, el pueblo

El manifiesto del movimiento AWI, de 195 páginas, marca un giro en el discurso político de la organización islamista. Como esperaban los observadores cercanos, la Jamaa dio un paso decisivo hacia una oposición que puede calificarse como total: religiosa, social, política. El círculo político (secretaría general) de AWI se sitúa dentro de un reformismo radical y antimonárquico. Ese círculo, llamado daira en árabe, está bajo el control casi exclusivo de la segunda generación3, que recibió una instrucción moderna. Marcada profundamente por la sangrienta guerra civil en Argelia, esa generación defiende la no violencia, una opción que también tiene origen en las raíces sufíes de la organización. Las guerras civiles en Libia, Siria y Yemen solo confirmaron el largo camino de AWI hacia un participacionismo condicionado.

El manifiesto rechaza el régimen autoritario del Majzén, según el cual el rey reina y gobierna de manera absoluta. Y condiciona la entrada de AWI en el juego político y electoral a través de la adopción de una constitución democrática aprobada por vía democrática. En otras palabras, una asamblea constituyente elegida democráticamente debe redactar de manera consensual un texto constitucional para presentárselo al pueblo, único soberano.

Sin embargo, la Jamaa también quisiera encontrar un modus vivendi implícito con el trono alauita, una solución en el medio: la monarquía parlamentaria. Aunque ese concepto no fue mencionado por la organización, aparece entre líneas en su manifiesto. También está presente de manera implícita en los detalles de su proyecto social, que presenta su hoja de ruta para una salida de la crisis. Sin embargo, AWI evita emplear ese término por varios motivos. Por una parte, el concepto de monarquía parlamentaria fue mancillado por la Constitución de 2011, que lo utiliza pero lo contradice en otros artículos del texto. Por otra parte, el regreso desde hace años de las prácticas autoritarias lo vació totalmente de sentido. La adopción del concepto corre el riesgo de ser interpretada por los potenciales aliados de la Jamaa, que van de la izquierda maxista a los islamistas no legitimistas, como una rendición pura y simple.

En esa elusión semántica también pueden incidir otros factores. Antes que nada, se intenta no contrariar a la base de simpatizantes, que es muy amplia en las grandes ciudades de Marruecos. Y a veces se emplea el esquema conceptual diseñado o adaptado por el jeque fundador del movimiento, Abdeslam Yasín (1928-2021), con expresiones como khalifa (califa), qawma (levantamiento) y al-minhaj al-nabawi (el camino del Profeta). Hay que recordar que Yasín, que fue perseguido y encarcelado varias veces por el régimen de Hasán II, es el principal productor de sentido de la Jamaa.

Miembro del círculo político de AWI, Omar Iharchane insiste en la fidelidad de la organización a sus orígenes. En alusión al manifiesto, explica que el documento

traduce un devenir natural (…) pero su contenido se ajusta totalmente a la doctrina constitutiva de la Jamaa y no se aparta de ella. No hace ninguna concesión a nadie, porque no estamos dispuestos a hacerla, para nosotros es una cuestión de principios. Lo importante es que el documento está redactado de manera clara, teniendo en cuenta las cuestiones institucionales que aborda y las personas a las que está dirigido4.

Se trata, por lo tanto, de una inflexión, una adaptación que tiene en cuenta el contexto político. A pesar de eso, según Ihachane, las posiciones de AWI no presentan concesiones ante el régimen autoritario.

Fundar un partido político

El manifiesto menciona, entre otros, dos puntos importantes de la nueva orientación política. En primer lugar, el fin del despotismo y la creación de un régimen democrático en Marruecos solo pueden ocurrir a través de un cambio total de paradigma: la elección democrática de todos los responsables que detenten poder político. Al principio institucional de la soberanía exclusiva del pueblo-elector no se le puede oponer ninguna otra fuente de legitimidad, sea religiosa o divina. Aquí se ve con claridad que se ignora el rol de comendador de los creyentes, símbolo de la primacía moral del rey que justifica sus poderes extraconstitucionales. El manifiesto no lo menciona.

El segundo punto refiere a un mecanismo de buena gobernanza: la rendición de cuentas. Todos los responsables deben rendir cuentas. Este mecanismo regido por ley debe estar presente en todos los niveles de responsabilidad. Es la única manera de combatir la corrupción política y financiera, así como la economía rentista, que corroe el sistema y hasta llegó a convertirse en uno de sus pilares.

Al-Adl wal-Ihsan está dispuesto entonces a fundar un partido político. Pero para el movimiento, la pelota está del lado del palacio. Porque la Jamma se niega a pasar por las horcas caudinas del Majzén. No se negocia a puertas cerradas, por temor a quedar en una situación intermedia: ser tolerado pero reprimido, sin ser reconocido ni integrado. Esta firmeza se observa no solo en el manifiesto, sino también en las declaraciones de líderes de la daira como Hassan Bennajeh y Mohamed Manar Bask.

¿Nuevas alianzas?

La reunión en la que AWI presentó su nuevo proyecto social también permitió un debate con la oposición democrática. Seguramente es el acontecimiento político más importante dentro de la oposición desde las asambleas políticas que reunieron a varias corrientes e ideologías organizadas por el Movimiento 20 de febrero. El manifiesto sanciona el compromiso formal de AWI en favor de la democracia pluralista y contra todo tipo de régimen teocrático. Ese compromiso, expresado de manera solemne, sin duda hará caer el muro de desconfianza entre AWI y buena parte de la oposición democrática, ya sea conservadora o progresista. Las reticencias e incluso los temores que la Jamaa provocaba en las filas de la sociedad civil moderna probablemente se disipen. Así, varias coaliciones antirégimen, como el Frente Social Marroquí (FSM)5, seguramente sucumban ante su ofensiva de seducción abriéndole puertas que antes estaban cerradas herméticamente.

Este cambio se traduce en el plano organizativo interno por una distinción formal entre lo político y lo religioso. El manifiesto afirma:

Para evitar las extrapolaciones que puedan perjudicar tanto a la daawa (predicación) como a la política, es necesario insistir en la distinción, tanto funcional como temática, entre esos dos campos de acción. Del mismo modo, insistimos con igual fuerza en el reconocimiento de la relación que efectivamente existe a nivel de principios y valores6.

Este cambio es también el resultado de los acontecimientos del último cuarto de siglo, que enumero por orden cronológico y no de importancia. En primer lugar, el fallecimiento del rey Hasán II, en 1999, y la liberación concedida al jeque-fundador por Mohamed VI pocos meses después de su ascenso al trono. El jeque le devolvió la cortesía tratando públicamente al nuevo rey de “muchacho simpático” y de ‘ahel (“soberano” en árabe). También le reconoció su legitimidad hagiográfica oficial (como descendiente directo del profeta del islam) y su popularidad frente a la juventud de la época. Es cierto que Yassin mantendría hasta su fallecimiento un discurso audaz, de hombre libre frente al rey y la monarquía despótica7. Sin embargo, entre AWI y el palacio se había instalado una especie de reconciliación armada. El palacio casi nunca arrestó a sus dirigentes nacionales más populares, y estos a su vez dejaron de llamar a la qawma. Lo cierto es que AWI mantuvo su total independencia respecto al Majzén y, en consecuencia, su popularidad.

El regreso de la represión unos años después del ascenso al poder de Mohamed VI y los sangrientos ataques suicidas del 16 de mayo de 20038 obligaron a la oposición radical a cerrar filas. Por un lado, querían reducir la peligrosa tensión para la paz civil entre las corrientes laica y religiosa, y por el otro, frenar la deriva de Marruecos hacia otros “años de plomo”. Entre 2007 y 2014, el centro Ibn Rochd y personalidades políticas independientes organizaron una decena de encuentros nacionales entre los líderes de la izquierda, AWI y otros islamistas antirrégimen. Estas tomas de posición públicas derribaron el muro psicológico que hasta entonces separaba a islamistas y militantes de izquierda.

Las “Primaveras Árabes”, un acontecimiento histórico a nivel nacional y regional, llevaron a AWI a la secularización —desde luego, prudente— de su acción política. Los jóvenes que participaban masivamente en sus manifestaciones callejeras por la democracia con la consigna unificadora “La lil-fassad! La lil-istibdad! (¡No a la corrupción! ¡No al despotismo!) simpatizaron con los militantes de izquierda y otros jóvenes liberales-demócratas que iniciaron las manifestaciones de 2011. El ejemplo tunecino de alianza islamo-secular llamada “Troika”9 hizo el resto. El acercamiento, avivado más recientemente por la acción popular unitaria contra la normalización de las relaciones entre Marruecos e Israel en 2020, llevó a AWI a tomar la decisión de dar un salto “a la Ennahda” y convertirse en un partido islamo-demócrata.

Reacciones a izquierda y derecha

La luna de miel entre Tel Aviv y Rabat, que se tradujo en particular por una estrecha colaboración entre ambos servicios de seguridad y por múltiples acuerdos militares entre ambas capitales, jugó a favor del acercamiento de todas las partes que componen la oposición. Así, los veteranos del poderoso movimiento propalestino (presentes en general en las asociaciones nacionalistas árabes o de lucha por los derechos humanos) optaron en definitiva por una colaboración con AWI. El presidente de la popular Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), Aziz Ghali, afirmó que recibió positivamente el manifiesto del 6 de febrero. Y no dudó en manifestarse junto a líderes de AWI a favor de Palestina.

El manifiesto, por cierto, condenó severamente la colaboración en seguridad entre Marruecos e Israel, y la consideró como “una amenaza para la seguridad nacional de Marruecos y un peligro grave para su estabilidad y la estabilidad de la región”10. El régimen no le perdonó ese guiño a los países vecinos que no sucumbieron a las sirenas de Tel Aviv y siguen apoyando el combate de los palestinos. La iniciativa del 6 de febrero incomoda al mismo tiempo a la oposición legitimista, que quedó expuesta, y a los defensores del “Grand Soir” revolucionario, que temen una integración pura y simple de AWI en el sistema. En cambio, la sociedad civil de izquierda recibió favorablemente la iniciativa de la organización sufí. Así, el militante demócrata Fouad Abdelmoumni declaró:

Los compromisos y aclaraciones brindadas por el manifiesto político de AWI son un paso significativo en el camino en dirección a la salida del autoritarismo. Esto permite prever la elaboración de un consenso democrático nacional que garantice la elegibilidad periódica y la determinación por las urnas de todas las autoridades del Estado. La referencia a la religión (…) sigue siendo un tema que requiere aclaración y que está sujeta a los cambios históricos. Pero no se convoca a ninguna autoridad de inspiración religiosa a gobernar el país fuera del marco democrático.

En cambio, algunos intelectuales musulmanes temen que la organización política sufí se aleje demasiado del puritanismo de sus orígenes y que la iniciativa implique una deriva que solo se detendrá con la “digestión” de la Jamaa por la hidra Majzén. El investigador Alaeddine Benhadi explica: “El régimen se encuentra en un callejón sin salida, y la Jamaa se presenta (…) como su salvador. Se encontrará con el mismo destino que el PJD islamista, es decir, el debilitamiento y luego la asimilación dentro del régimen. (…) Es un paso en falso mortal”. Los dirigentes de AWI respondieron anticipadamente a este temor afirmando que lo más importante es que el pueblo sea soberano, y único soberano. Si por desgracia “el pueblo vota libremente por una constitución que le dé el poder a una persona [entiéndase el rey], no es un problema. Eso querrá decir que habremos trabajado mal. Y que deberemos continuar aún con más fuerza nuestra lucha pacífica por el cambio democrático”, insiste Omar Iharchane. Incómodo, el régimen sigue sin emitir palabra.

1A veces encontramos el nombre “Justicia y Caridad”, pero el nombre oficial utilizado por la propia Jamaa es “Justicia y Espiritualidad”.

2Majzén es un concepto político histórico en Marruecos que designa al Estado tradicional sin separación de los poderes.

3Debido a la cantidad que representa, la segunda generación controla el conjunto del aparato. Sin embargo, el núcleo fundador del movimiento que le dará nacimiento a la organización actual no se encuentra en el departamento político sino en su consejo superior, más conocido con el vocablo árabe “Majlis al-choura”.

4Todas las declaraciones no referenciadas fueron hechas al autor de este artículo.

5El “Frente social” es un colectivo de asociaciones, sindicatos y personalidades de izquierda que lucha por los derechos sociales, contra la vida cara y la represión.

6Al-Wathiqa Al-Siyassiya (Documento político), edición AWI, 2023, p.17.

7Al recibir en su casa a los dirigentes de la Jamaa, en 2011, en plena Primavera Árabe, Yassin calificó a la monarquía de “poder personal faraónico, y por lo tanto, débil”. Se declaró favorable a la democracia, “sistema potente”, porque “no depende de una sola persona”, afirmó.

8En Casablanca, una serie de atentados mató a unas treinta personas.

9Coalición que reagrupa a dos partidos no islamistas y Ennahda, que dirigió el país entre 2011 y 2013.

10Al-Wathiqa Al-Siyassiya, op.cit., p. 73.