Turquía. La disolución del PKK, una decisión histórica pero un proceso impreciso

El líder y fundador del PKK, Abdullah Öcalan, pidió desde prisión el desarme y disolución del grupo. Esta decisión histórica ha tenido consecuencias en Siria e Irak, pero aún no se puede evaluar todas sus consecuencias para los kurdos de Turquía.

The image shows a group of twelve people seated around a table with a white cloth. They are dressed formally and appear to be engaged in a serious discussion or meeting.
Prisión de la isla de Imrali, 27 de febrero de 2025. El líder kurdo encarcelado Abdullah Öcalan (centro) posa con miembros de la delegación del Partido Popular Igualdad y Democracia (DEM).
Oficina de prensa del DEM/Facebook

Todo empezó en la ceremonia de apertura del año parlamentario turco en octubre, cuando el líder ultranacionalista, Devlet Bahçeli, dio la mano a los diputados del partido prokurdo DEM. Este gesto inofensivo sorprendió a los parlamentarios prokurdos, acostumbrados a recibir por parte de Bahçeli -mano derecha de Recep Tayyip Erdogan- constantes acusaciones de “terrorismo” y amenazas de cierre de su partido. Al saludo le siguió un mensaje directo al líder y fundador del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan, que cumple cadena perpetua en una prisión de la isla de Imrali desde su captura en 1999. “Si se levanta el aislamiento el líder terrorista, que venga y hable en el Parlamento. Que grite que el terrorismo ha terminado por completo y que su organización está disuelta”, declaró.

La invitación del socio de Erdogan dio a entender que el Estado podría estar dispuesto a negociar la entrega de armas y poner fin al grupo armado, a cambio de la liberación de su líder o una transición hacia su arresto domiciliario. Activo desde 1984, el PKK ha librado una guerra de guerrillas contra el estado turco, siendo su principal demanda una mayor autonomía para la población kurda del país. Cuatro décadas de conflicto han causado más de 40 000 muertos, en su mayoría civiles. Considerado una organización terrorista por Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos, los cuadros del PKK han sido debilitados por constantes ataques y campañas de detenciones. Sin embargo, la organización ha sobrevivido 41 años prácticamente bajo el mismo liderazgo.

El líder ultranacionalista Bahçeli se mostró ferozmente en contra de los procesos de paz previos iniciados por el gobierno de Erdogan, pero ahora parece tomar la iniciativa. Bahçeli remarcó que “no se trata de un nuevo proceso de solución”, en alusión al nombre que tuvo el intento de conversaciones de hace más de una década, y describió el escenario actual como un “nuevo comienzo”. El gesto de Bahçeli fue seguido de una serie de permisos para que una delegación del partido prokurdo DEM visitara al líder encarcelado -encarcelado en régimen de aislamiento desde hacía prácticamente una década- en medio de crecientes rumores sobre un esperado comunicado de Öcalan.

“Asumo la responsabilidad histórica de este llamamiento”, declaró el fundador del PKK en una carta leída por la delegación del DEM en Estambul el 27 de febrero. Minutos antes de pronunciarse el texto, apareció en los medios la primera imagen pública de Öcalan en doce años. El líder encarcelado aparecía sentado en una mesa con la delegación del partido DEM y otros tres reclusos, altos comandantes del PKK, dando a entender que no tomaba la decisión solo. “Todos los grupos deben deponer las armas y el PKK debe disolverse”, remarca el texto. La declaración también incluía una orden directa a la dirección del grupo para que convocara un congreso lo antes posible para ultimar los pasos necesarios para desmantelarlo.

Reacciones encontradas al otro lado de la frontera

Los analistas apuntan que detrás de la iniciativa se encuentra un esfuerzo de Erdogan para reunir apoyos y poder modificar la constitución con alguna fórmula que le permita extender su mandato. Otros en cambio señalan que las tensiones regionales han motivado la iniciativa del gobierno. Turquía busca zanjar el conflicto con el PKK en un momento en el que los kurdosirios intentan encontrar su encaje en la nueva Siria tras la caída de Bashar el Assad. Por otro lado, el fin del grupo armado permitiría a Ankara afianzar su relación -especialmente en materia económica- con el Kurdistán iraquí, donde actualmente el PKK tiene sus bases.

No está tan claro qué puede ganar la parte kurda más allá de la posible liberación de Öcalan. “Es difícil definir la situación actual porque los que han tomado la iniciativa no le han dado un nombre. Parece que estamos en un proceso de diálogo, donde algunas personas están tratando de convencer a otras de algo”, describe Yüksel Genç, coordinadora del centro de investigación electoral SAMER. “Cuando no se puede describir un proceso, lamentablemente no se puede trazar una hoja de ruta”, añade Genç.

El liderazgo del PKK en las montañas de Qandil -en el Kurdistán iraquí- respondió a la llamada de Öcalan declarando un alto el fuego con Turquía. “Como PKK, aceptamos plenamente el contenido de este llamamiento y declaramos que cumpliremos y aplicaremos los requisitos del llamamiento por nuestra parte”, señalaron en un comunicado. “Ninguna de nuestras fuerzas emprenderá acciones armadas a menos que sea atacada”, subraya la nota. Pese a aceptar el llamamiento, el grupo militante condicionó el desarme a una reunión presencial con Öcalan, conocido con el sobrenombre de “Apo”. “La implementación de cuestiones como la deposición de las armas solo puede realizarse mediante el liderazgo práctico del líder Apo”, describe el comunicado. La guerrilla también pidió la celebración de un congreso interno como condición para decidir los próximos pasos hacia el desarme, que contaría con la excarcelación y participación de su líder. “Debe crearse un entorno seguro. Para el éxito del congreso, el líder Apo debe guiarlo y conducirlo personalmente. Hasta ahora, hemos gestionado la guerra con todos sus errores e insuficiencias, pero solo el líder Apo puede gestionar el período de paz y sociedad democrática”, advirtieron.

La noticia del desarme fue recibida con más cautela en el norte de Siria, donde las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) -en su mayoría milicias kurdas- establecieron un autogobierno durante la guerra. Su comandante, Mazloum Abdi, advirtió que la llamada de Öcalan no concierne a sus militantes, pese a que Turquía los percibe como una rama del PKK. En medio de la incertidumbre, Abdi anunció un acuerdo con el gobierno sirio de Ahmed al Sahara para integrar su milicias y su territorio al Estado, a cambio de garantías sobre la participación en la transición y el retorno de desplazados kurdos. Ambos líderes publicaron un acuerdo conjunto en el que Damasco se comprometía a “reconocer a la comunidad kurda como sociedad indígena en el Estado sirio, garantizando su derecho a la ciudadanía y todos los derechos constitucionales”. Salih Muslim, uno de los principales líderes kurdos en Siria, aseguró tras el pacto con Damasco que “no se han desviado” de la voluntad de Öcalan, aunque no dio más detalles sobre qué espera el líder militante de las fuerzas kurdosirias.

“Puede que haya desacuerdos en Qandil, no lo sabemos. Pero no podemos olvidar que Öcalan ha vivido en condiciones muy duras de aislamiento en los últimos cuatro años, no pudo reunirse con sus abogados, mucho menos con Qandil. No sé qué tipo de comunicación tienen en este momento”, explica el historiador y analista político Hamit Bozarslan. “Öcalan puede pedir dejar las armas y quizás Qandil acepte dejar las armas. Qandil probablemente ya no sea una estructura fuerte. Creo que la parte más difícil es tratar el reconocimiento de la cuestión kurda y el encaje del problema kurdo en Turquía”, añade.

Condiciones aún desconocidas

La iniciativa actual es muy diferente del proceso de paz que colapsó hace una década, en el que se crearon comités para consultar las preocupaciones de la sociedad y explicar los pasos a seguir. Durante su desarrollo hubo cierta apertura social en la que florecieron medios de comunicación y publicaciones en kurdo. Öcalan envió un discurso el día de Newroz en 2013 (año nuevo kurdo) en el que aseguró que cesarían su actividad dentro de Turquía. En aquel entonces las referencias a la necesidad de democratizar el país fueron constantes. “El período de lucha armada está terminando, la puerta se está abriendo a la política democrática. Estamos iniciando un proceso centrado en aspectos políticos, sociales y económicos, está creciendo una comprensión basada en los derechos democráticos, las libertades y la igualdad”, señala la carta de Öcalan.

La formación de Erdogan, el Partido de Justicia y Desarrollo (AKP), enfrentó varias crisis durante el proceso, como las protestas antigobierno de Gezi, el aumento de la popularidad del partido prokurdo DEM o las protestas de Kobane por las agresión del Estado Islámico en el noreste de Siria. La iniciativa colapsó en 2015 con la muerte de dos policías turcos en un ataque atribuido al PKK, que desencadenó una ofensiva en el sureste del país con enfrentamientos que causaron más de 7.000 muertos, entre ellos casi mil civiles. Se clausuraron instituciones kurdas y se impuso el estado de emergencia en el territorio durante meses. “Estamos ante un proceso diferente, ahora la mayoría de negociaciones se llevan a cabo con Imrali”, explica Tuncer Bakirhan, colíder del partido DEM. “En el anterior proceso se le prometió a la gente que todo se iba a democratizar, que sus hijos tendrían trabajo, derechos, pero no fue así. Se crearon grandes expectativas y cuando no se cumplieron, derivó en una gran violencia, detenciones y operaciones”, describe. “Por eso ahora utilizamos el lenguaje con cautela, porque no podemos predecir lo que ocurrirá”, advierte.

Mientras avanzan las conversaciones con Imrali, continúan las medidas represivas del gobierno contra el partido DEM y contra periodistas y el sector cultural kurdo, en el marco de operaciones contra sectores opositores. “Desde que comenzó el proceso, la presión ha aumentado considerablemente. Se intimida a todos los segmentos de la sociedad, haciéndoles creer que ellos también pueden ser víctimas de operaciones policiales”, señala Genç. Ya son ocho las alcaldías de DEM que han sido intervenidas y sus alcaldes sustituidos por fideicomisarios desde los comicios locales de marzo de 2024. A su vez, más de una decena de periodistas de medios prokurdos han sido detenidos en el mes de febrero y se ha llevado a juicio a músicos como Kasim Tasdogan por cantar en kurdo canciones políticas.

En el proceso actual tampoco se ha hecho alusión a los exlíderes del partido DEM, Selahattin Demirtas y Fiden Yüksedag, encarcelados desde noviembre de 2016, en una campaña contra el partido que ha encarcelado a miles de miembros acusados de vínculos con la guerrilla. Demirtas publicó una carta en el centro de estudios QAD apoyando el proceso, pero reclamando que vaya acompañado de “una hoja de ruta para la paz social”. “Sabemos que la simple renuncia a las armas no implica necesariamente una transición directa a la democracia. Para lograrlo, nos espera una larga y difícil lucha”, señala en su declaración.

Öcalan, la “llave” para alcanzar la paz

“En el proceso anterior se aceptó que había una cuestión kurda y se abordó durante su desarrollo. Ahora en cambio, se encara la cuestión como mero terrorismo, como si no existiera más la cuestión kurda”, explica Bozarslan. Los medios turcos especulan que el gobierno podría negociar una serie de concesiones a cambio del fin de la guerrilla, como la excarcelación de líderes políticos, periodistas y activistas encausados por supuestos vínculos con la guerrilla. Sin embargo, oficialmente solo existe el llamado de Öcalan y la pelota está en el tejado del gobierno, aseguran los analistas.

Según una encuesta de SAMER realizada en las provincias del sureste y en las principales ciudades turcas donde se concentra población kurda, solo el 27% de la población espera que el llamamiento de Öcalan se convierta en un proceso de paz. Por el momento, la única acción del gobierno más allá del diálogo con Imrali, ha sido el plan de desarrollo de 14.000 millones de dólares destinado a reducir la brecha económica entre el sureste y el resto del país. El vicepresidente turco, Cevdet Yilmaz, señaló que la inversión es una oportunidad “para poner fin al terrorismo y fortalecer un entorno de paz y seguridad”. “Se necesita mucho más, se necesitan medidas que den confianza a la sociedad para crear un clima de paz, para participar en los mecanismos de reconciliación y justicia restaurativa. Nada de esto existe por el momento”, explica Genç.

Pese a todo, los actores implicados en el proceso coinciden en que Öcalan es la “llave” para alcanzar la paz, aunque cada parte lo vea desde su propio prisma, ya sea el terrorismo o los derechos de una parte de la sociedad. “Está Öcalan, está el PKK, pero nosotros no somos ellos. Somos un partido político con representación parlamentaria y nuestra misión es encontrar una solución política”, señala Bakirhan, colíder del DEM. “Nosotros como partido no podemos decir al PKK que entregue las armas ni que cesen sus actividades, nadie nos tendría en cuenta, pero sí a Öcalan. Öcalan es una estructura holística con diferentes pilares y él está en lo más alto”, añade Bakirhan.