Además de los musulmanes chiíes y suníes, que representan la mayor parte de la población, en Irak habitan varias minorías étnicas y religiosas cuya existencia está amenazada desde 2003.
Una de las más conocidas es la comunidad cristiana. Qaraqosh, la ciudad cristiana más importante del país, se encuentra al este de Mosul. En 2014, con la llegada de la Organización del Estado Islámico (OEI), la mayoría de sus 50.000 habitantes huyeron hacia Erbil, capital del Gobierno Regional de Kurdistán (GRK). Ya en 2003, tras la intervención norteamericana, el 90% de los cristianos iraquíes –1,5 millones de personas– habían partido al exilio.
Esa comunidad no incluye a los mandeístas, que veneran a Juan el Bautista y no reconocen a Jesús como su mesías. Su principal ritual es el bautismo, que celebran cada fin de semana, y su lugar de culto siempre se sitúa cerca de un río. La OEI los había obligado a convertirse o a huir. Si bien a comienzos de la década de 2000 había 60.000 mandeístas en Irak, apenas llegan a 6.000 en la actualidad.
UNA PATRIA PARA LOS KURDOS
La Constitución de Irak de 2005 reconoce en el artículo 117 al Kurdistán iraquí (4,5 millones de habitantes) como una “región federal” y al kurdo como lengua oficial junto con el árabe. La región (noreste del país) suele ser presentada como un oasis de coexistencia entre las diferentes minorías. Pero esa imagen mediática oculta la naturaleza clientelista tribal empleada por los Barzani para controlar el territorio. Las fuerzas políticas y militares que compiten por dominar el Kurdistán y sus recursos con frecuencia se aprovechan de las minorías, lo que dificulta cualquier cohabitación armoniosa.
Los yazidíes, que ahora están en parte instalados en el Kurdistán, forman una comunidad etnorreligiosa de 500.000 personas que antes vivía principalmente en la provincia de Nínive. Su religión combina elementos del zoroastrismo, del islam, del judaísmo y del cristianismo. Veneran a un dios creador y a siete ángeles. El principal es Malek Taous, el ángel pavo real.
Con la llegada de la OEI, los peshmergas que controlaban la región y sobre todo Sinyar –la ciudad yazadí más importante de Irak– se fugaron y dejaron a los yazadíes sin defensa, que fueron ejecutados a miles por la organización terrorista. La OEI también encarceló a niños y redujo a las mujeres a esclavas sexuales. Al final, el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), aliados a las Unidades de Protección Popular (YPG) –los kurdos sirios–, les brindaron apoyo y les permitieron acceder a zonas seguras del Kurdistán iraquí y sirio.
Aunque la ciudad de Sinyar fue recuperada oficialmente a fines de 2015, no están reunidas las condiciones para que regresen los 360.000 yazidíes desplazados, porque la región es disputada entre el gobierno iraquí y el GRK. La mayoría de los yazidíes todavía vive en campos de refugiados en el norte de Irak y en la región autónoma kurda de Siria, y otros más de 3.000 yazidíes siguen siendo prisioneros de la OEI.
SINCRETISMOS RELIGIOSOS
En el norte de Irak, en los alrededores de Mosul, también viven los chabaquíes, cuya principal ciudad es Bazwaia. De los 250.000 miembros de la comunidad, el 70% se definen como chiíes y el 30% como suníes. En sus ritos religiosos también se observan elementos del sufismo. Los chabaquíes no prohíben el consumo de alcohol y, al igual que los cristianos, practican la confesión de los pecados. Esta comunidad tiene su propia lengua, el chabaquí, un dialecto derivado del gorani emparentado con el persa e influido por el kurdo o el árabe, dependiendo de la región donde se lo hable.
Entre los chabaquíes se debate si son kurdos, árabes, turcomanos o si representan un grupo aparte. El gobierno de Bagdad, así como el GRK, intentan por su parte ganarse su simpatía para controlar su territorio. En abril de 2013, la OEI les dio un ultimátum de 72 horas a los chabaquíes de Mosul para irse, so pena de ser juzgados por tribunales islámicos.
Por último, los kakais también viven en el Kurdistán. Su fe se basa en el yaresanismo, una corriente mística nacida en el siglo XIV en Irán occidental que mezcla creencias del zoroastrismo y del islam chií. Los siglos de cohabitación entre los musulmanes los llevaron a adoptar algunas de sus tradiciones, como la prohibición de la carne de cerdo. Pero su religión no está reconocida por la Constitución iraquí, y sus documentos de identidad indican que son musulmanes.