El levantamiento de 1936-1939 marcó el apogeo de un movimiento nacionalista palestino que había ido cobrando fuerza a partir de la Declaración Balfour de 1917, con la cual el gobierno británico apoyó formalmente la creación de un “hogar nacional judío” en Palestina. El movimiento se opuso tanto a las autoridades mandatarias británicas como a la colonización sionista.
La adquisición de tierras agrícolas efectuada por inmigrantes judíos en Palestina, la expulsión de los campesinos palestinos y la obtención de armamento entre las organizaciones sionistas llevaron a los palestinos a la revuelta. En la década de 1920 tuvieron lugar varios motines. Pero a partir de los años 1930, el descontento contra el mandato británico, instaurado desde 1922, se profundizó. En varias ciudades palestinas se dieron levantamientos, como en Jerusalén y Jaffa en octubre de 1933.
HUELGA GENERAL
Dos años más tarde, Izzedin al-Qassam, que en 1930 había formado un grupo de resistencia armada, fue asesinado durante una emboscada tendida por el ejército británico, en la región de Yenín. Su muerte desató la gran manifestación del 21 de noviembre de 1935 en Haifa. Los manifestantes arremetieron contra los símbolos de la dominación británica y atacaron puestos de policía.
Tras el asesinato de dos judíos en Nablus llegaron las represalias, como la muerte de cuatro palestinos –incluida una mujer– en Jaffa. Un Comité Nacional de Nablus llamó a huelga general el 20 de abril de 1936: fue el comienzo de la gran revuelta árabe en Palestina.
Temiendo que los comités locales los dejaran atrás en el terreno, los partidos políticos palestinos formaron cinco días más tarde el Alto Comité Árabe, presidido por el muftí de Jerusalén, Muhammad Amin al-Husayni, y llamaron a continuar la huelga hasta que se prohibiera la adquisición de tierras, se formara un gobierno nacional palestino y se terminara la inmigración judía.
RECHAZO DEL PLAN DE PARTICIÓN BRITÁNICO
Al comienzo, los británicos pidieron una mediación de otros dirigentes árabes para lograr la suspensión de la huelga general, lo cual obtuvieron en octubre de 1936. Eso representó la primera injerencia árabe en la cuestión palestina.
La Comisión Peel o Comisión Real Palestina, procedente desde Londres para investigar los motivos de la revuelta, propuso terminar con el mandato británico y dividir la Palestina histórica en dos entidades:
➞ un Estado judío, que desde Galilea bordea la llanura costera hasta Jaffa-Tel Aviv, incluyendo la zona agrícola más fértil y numerosas ciudades y pueblos árabes;
➞ un Estado palestino bajo control de la dinastía hachemita de Transjordania, incluyendo el desierto del Néguev, Cisjordania y la franja de Gaza.
Los británicos solo mantenían el control de un corredor que se extendía desde la costa mediterránea hasta Jerusalén. Pero los palestinos se opusieron a esa propuesta y la revuelta entró en una segunda fase, más violenta y más extensa geográficamente, marcada por el asesinato del comisionado de distrito británico para Galilea, en septiembre de 1937.
UNA REPRESIÓN SIN PIEDAD
La revuelta adquirió entonces una dimensión árabe. Las filas palestinas se engrosaron con excombatientes de la Gran Revuelta Siria de 1925. Las manifestaciones propalestinas se multiplicaron también en Irak, Siria y Egipto.
Durante esa segunda fase, la revuelta se desplazó hacia el campo. Los británicos declararon el estado de emergencia y recurrieron a nuevas unidades militares provenientes de Malta o del Reino Unido. Fueron detenidos miles de militantes palestinos, y decenas de ellos, condenados a muerte. Los habitantes de los pueblos y de las ciudades que se sublevaron sufrieron castigos colectivos, como la destrucción de sus casas. Las fuerzas militares mandatarias – respaldadas por los comandos de la Haganá, una organización paramilitar sionista creada en la década de 1920– también multiplicaron las ejecuciones sumarias.
En 1939, cuando la revuelta finalmente fue sofocada, la sociedad palestina contabilizaba 5.000 muertos, 10.000 heridos y 5.697 prisioneros. En total, más del 10% de la población fue asesinada, herida, encarcelada, o debió partir al exilio.
Una conferencia entre británicos, judíos y árabes celebrada en febrero de 1939 derivó en la publicación de un libro blanco en mayo de ese año. Ese documento respondía en parte a las reivindicaciones árabes frenando la adquisición de tierras y limitando la inmigración judía a un máximo de un tercio de la población total, en un plazo de cinco años. También se contemplaba la creación de un Estado palestino en un período de cinco años, lo que provocó protestas y atentados sionistas. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias cambiarían irreversiblemente la situación de los palestinos.