Siria es el último país de Oriente Próximo liderado por un miembro de una minoría confesional, los alauitas, que llegaron al poder a comienzos de la década de 1970 con el partido Baaz. La trayectoria política de los alauitas estuvo marcada por fetuas que los convirtieron primero en herejes y luego los reincorporaron como musulmanes.
MUSULMANES DEMASIADO HETERODOXOS
Los alauitas son una minoría perteneciente al chiismo duodecimano, una rama del chiismo que afirma la existencia de doce imanes sucesores políticos y espirituales del profeta Mohamed. A veces llamados nusairíes en referencia a la montaña An-Nusariyah de la que son originarios, en la cordillera litoral en el noroeste de Siria, la cofradía apareció en el siglo XI, y actualmente su población asciende a unos 2,2 millones de personas.
En 1328, la fetua pronunciada en su contra por el imán Ibn Taymiyyah acusándolos de politeísmo y de venerar divinidades preislámicas hizo que durante mucho tiempo los alauitas no fueran considerados como musulmanes.
Sus miembros creen en la sacralidad de Alí, primo y compañero del profeta Mohamed, en la reencarnación y en la transmisión de sus valores por medio de un rito iniciático exclusivamente reservado a los hombres. Otro elemento fundador de su doctrina es que las mujeres no tendrían alma y no podrían reencarnarse. Oprimida desde la época del sultán Saladino (1174-1260), considerada como herética hasta la caída del imperio otomano en 1923, esta comunidad practicaba el principio de la taqiyya, la disimulación.
Con frecuencia se los confunde con la comunidad aleví, que también se define –como lo indica su nombre– en la línea sucesoria de Alí y representa el 20% de la población turca. Sin embargo, existen diferencias entre ellas, en particular por las influencias preislámicas y sufíes en los alevís. Además, los alevís no se consideran musulmanes. La persecución de los alauitas recién afloja un poco a partir de 1920, cuando se inicia el protectorado francés en la provincia siria. La potencia mandataria opta por un federalismo confesional, lo que a los alauitas les permite gozar de su propio Estado por el corto período de 1922 a 1937, con Latakia como capital. Para contrarrestar a los movimientos nacionalistas árabes, la estrategia implementada por Francia apunta a favorecer a las minorías. En esas condiciones, el Estado alauita prospera. Cuando Francia organiza un ejército comúnmente llamado “tropas del Levante”, la mayoría suní prefiere pagar un impuesto y evitar combatir en él, mientras que los alauitas lo integran y se vuelven mayoritarios.
REINTEGRADOS EN LA UMMA
En 1936, una parte de la comunidad alauita reivindica su adhesión a la nueva República Siria. Entonces el gran muftí de Jerusalén Mohamed Amin al-Husayni la reintegra a la umma, la comunidad de creyentes. Se trata de un reconocimiento indispensable, ya que la Constitución siria del 12 de marzo de 1973 afirma que el presidente debe ser musulmán.
Gracias a su importante presencia en las fuerzas armadas, los alauitas experimentan un rápido ascenso político y social. En 1963, llega al poder el partido Baaz, un movimiento socialista y laico panárabe entre cuyos fundadores se encontraba Zaki al-Arsuzi, de origen alauita. Y en noviembre de 1970, Háfez al-Ásad, en ese entonces ministro de Defensa, realiza un golpe de Estado y en marzo de 1971 se convierte en el primer presidente alauita de la República Siria. Al-Ásad pone en marcha un sistema clientelista y nombra a miembros de su comunidad a cargo de las más altas funciones militares y civiles, tanto políticas como administrativas.
¿CÓMPLICES DEL RÉGIMEN?
Se suele creer que la comunidad alauita apoya al régimen de Háfez y Bachar al-Ásad. Si bien el poder está acaparado por alauitas, no representan a toda la comunidad, ya que no todos sus miembros acceden a los beneficios del gobierno en el poder. En 2011, incluso se realizaron manifestaciones contra el clan Ásad que fueron duramente reprimidas por el régimen. En 2013, los opositores alauitas se reunieron en El Cairo para expresar su deseo de cooperar con la insurrección. También surgieron movimientos de boicot en Latakia para impedir que los jóvenes alauitas se alistaran en las filas del ejército regular.
Como no puede hacer que perduren los privilegios de ese sistema, desde 2005 el régimen sirio alienta a los miembros de su comunidad a invertir en las empresas privadas. Actualmente, se estima que el 80% de los puestos de la función pública están ocupados por alauitas.