La noche del 4 de octubre de 1988, estalló una revuelta en los barrios populares de Bab el Oued y El Harrach, en Argel. Se quemaron autos y se saquearon tiendas comerciales. Estos disturbios, que al comienzo no presentaban reivindicaciones políticas, inaugurarán un proceso de transición democrática en Argelia y marcarán el final del partido único, el Frente de Liberación Nacional (FLN), que gobernaba de manera absoluta desde hacía 26 años.
Hacía décadas que Argelia vivía de la renta de los hidrocarburos. Pero con la caída del precio de los hidrocarburos a partir de 1986 y la explosión de la deuda externa, la década de 1980 se convirtió en sinónimo de empobrecimiento general de la población y de penurias constantes de productos de primera necesidad. Superada por la demografía galopante –75% de los argelinos tenían menos de 30 años–, la clase dirigente corrupta no lograba integrar a los jóvenes a la sociedad, y el socialismo de Estado se encaminaba a la ruina. Por otra parte, varias tesis acusaban al entorno del presidente Chadli Bendjedid de haber instigado los disturbios para deshacerse del ala conservadora del FLN, que bloqueaba las reformas. Pero el vuelco de los acontecimientos confirmaría que estaba ocurriendo algo diferente.
LOS TANQUES ENTRAN A ARGEL
Las movilizaciones se intensificaron a partir del 5 de octubre. Los manifestantes bloquearon las universidades y las escuelas secundarias de la capital, y algunos estudiantes se sumaron a la sublevación. Se saquearon edificios públicos y locales del FLN. Poco a poco, los disturbios excedieron la capital y se propagaron a los principales centros urbanos del norte del país. Desde su independencia en 1962, el país nunca había sido escenario de semejante caos.
La policía era impotente ante la magnitud de los acontecimientos. Chadli Bendjedid declaró el estado de sitio y convocó al ejército, comandado en ese entonces por el general Khaled Nezzar. El 6 de octubre, los tanques entraron a Argel y desataron una represión despiadada. Si bien el saldo oficial se elevó a 159 muertos, las fuentes médicas contabilizaron más de 500 fallecidos, sin contar los miles de heridos. La Liga Argelina de Defensa de los Derechos Humanos alertó sobre las graves vejaciones contra los manifestantes detenidos, sobre todo la tortura practicada por la seguridad militar y los paracaidistas durante los interrogatorios. Varios cuerpos profesionales se movilizaron a su vez. Abogados, periodistas, intelectuales y médicos se organizaron para denunciar la injerencia del poder y su represión, y se multiplicaron las convocatorias al multipartidismo, al pluralismo de la prensa y a la liberalización de la economía.
EL MULTIPARTIDISMO Y EL SURGIMIENTO DEL FIS
El 7 de octubre, los islamistas entraron en escena e intentaron apropiarse del movimiento. Hacía ya una década que estaban organizados para subsanar las carencias sociales de un Estado desfalleciente. Eran tan populares que sus llamados a mantener la calma hicieron mella.
A pesar de los pedidos de renuncia, Chadli se negó a abandonar el poder. Cuando salió del silencio para dirigirse finalmente a la población, prometió reformas. En febrero de 1989, se adoptó una nueva Constitución por referéndum y se instauró el multipartidismo. Durante lo que más tarde se denominaría la “primavera de Argel”, se observó una multiplicación de las asociaciones civiles y la aparición de diarios independientes, como El Watan o Al-Khabar. Entre los nuevos partidos legalizados se encontraba el Frente Islámico de Salvación (FIS), fundado por Abbassi Madani y su número 2, Ali Belhadj. Exiliado en Suiza, el opositor Hocine Aït Ahmed, fundador del Frente de las Fuerzas Socialistas (FFS) en 1963, regresó a la vida política. Por su parte, la Agrupación por la Cultura y la Democracia (RCD) preconizaba abiertamente la laicidad.
En junio de 1990, se celebraron elecciones municipales y departamentales. El FLN sufrió una derrota desastrosa y solo obtuvo el 18,3% de los sufragios, mientras que el FIS triunfó con el 54,25% de los votos. El FIS reivindicó entonces su proyecto de una república islámica basada en la ley coránica. A las puertas del poder, el FIS solo tenía que confirmar su ensayo en las elecciones legislativas de enero de 1992. Pero el ejército decidirá interrumpir el proceso electoral, lo que marcará el inicio de la denominada “década negra”.