A poco menos de cien años de su fundación, desde sus inicios los Hermanos Musulmanes han dado lugar a varias fantasías, tanto en el mundo musulmán como en Europa.
UNA REACCIÓN A LA COLONIZACIÓN
La Sociedad de los Hermanos Musulmanes fue fundada en 1928 por un profesor egipcio, Hasan al-Banna. Su creación está íntimamente ligada al contexto político de Oriente Próximo durante el período de entreguerras, marcado por una colonización británica y francesa intensificada. Para compensar el presunto retraso de los países de la región en comparación con los europeos –algo que habría quedado de manifiesto con la derrota otomana durante la Primera Guerra Mundial–, surgen dos estrategias opuestas. La primera, encarnada principalmente por la Turquía de Mustafa Kemal Atatürk, asocia modernización con occidentalización: hay que copiar a los europeos para reconstruir un Estado potente y dejar de seguir las tradiciones arcaicas inspiradas en el islam. En las antípodas de esa posición, Hasan al-Banna, siguiendo a pensadores que encarnaban la “escuela reformista” del islam en el paso del siglo XIX al siglo XX, pretende remediar la decadencia de los países árabes volviendo a los principios fundamentales de la religión.
Así, los Hermanos Musulmanes se plantean dos objetivos: la partida de los británicos que administran Egipto y la creación de un “Estado islámico”, es decir, un Estado cuyas reglas estarían en conformidad con las enseñanzas del Corán (la sharia). Actualmente se califica a esa corriente como “islam político” o “islamismo” (con todas las ambigüedades del término). Por lo tanto, el campo de acción de la cofradía es muy amplio y cubre la política institucional, además de la educación y las actividades caritativas. Y si bien desarrollan una visión conservadora del islam y todas sus acciones se inspiran en la religión, los Hermanos Musulmanes se interesan poco por las cuestiones doctrinales propiamente dichas y se muestran relativamente abiertos a las interpretaciones divergentes.
Esplendor internacional
Los Hermanos Musulmanes logran desarrollarse rápidamente en Egipto, donde luego de la Segunda Guerra Mundial alcanzan entre medio millón y un millón de miembros. A partir de la década de 1940 también se crean varias ramas de la hermandad en otros países de Oriente Próximo (Siria, Palestina, Irak, etc.) y luego gradualmente en el resto del mundo musulmán, así como en los países que poseen una fuerte comunidad musulmana (como en el continente europeo a partir de la década de 1980).
Sin embargo, no se trata de una organización estructurada a escala internacional y provista de una cadena de mando unificada. Si bien los Hermanos Musulmanes de todos los países comparten una ideología común y siempre defienden, a muy largo plazo, la restauración del califato –símbolo de la unidad de los musulmanes– abolido por Mustafa Kemal en 1924, cada movimiento impulsa antes que nada un programa nacional y sus objetivos inmediatos o sus métodos de acción son definidos por el contexto local. Por cierto, algunos grupos no emplean la denominación “Hermanos Musulmanes” –como Hamás en Palestina–, y su organización varía en función de los períodos y los contextos: pueden presentarse como un partido político con participación en las elecciones, o como una asociación educativa, caritativa o cultural, o incluso como un grupo armado determinado a derrocar al gobierno.
ENTRE INSTITUCIONALIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
Bajo la influencia del pensador Sayyid Qutb, quien considera que todos los gobiernos no islámicos deben ser derrocados por la fuerza, y luego de la implacable represión sufrida en las décadas de 1940-1950, una parte de los Hermanos Musulmanes egipcios se radicaliza y elige el camino de la violencia. No obstante, esa tendencia es rechazada por la dirección de la cofradía egipcia, que prefiere participar en el juego institucional dentro del margen concedido por el régimen autoritario de El Cairo. En otras partes del mundo también se repite esta tensión entre la voluntad de integrar el juego democrático y la tentación radical, sobre todo frente a la represión (desde 2013 la cofradía está proscripta en Egipto, y desde 2014 es considerada por Arabia Saudita como una organización terrorista). Sin embargo, la mayoría de los Hermanos Musulmanes proclama actualmente su adhesión a las libertades políticas y a la democracia.