COVID-19. Las redes sociales del Golfo Pérsico y los extranjeros como parias: más de lo meme

El confinamiento obligado por la crisis sanitaria estimuló el intercambio de sketchs cómicos, de caricaturas mordaces o de videos polémicos que presentan una perspectiva inédita sobre el impacto de la COVID-19 en las sociedades de la península arábiga. Además de las adaptaciones locales de temas recurrentes a nivel global desde la aparición del virus, una especificidad regional es la relación dominante-dominado en relación a los trabajadores inmigrantes.

Dubai, 2 de abril de 2020. Trabajadores extranjeros esperan el autobús que los llevará a su lugar de trabajo
Karim Sahib/AFP

A principios del mes de abril de 2020, cuando en Dubái –que durante mucho tiempo había resistido la presión de Abu Dabi– se aplicaban desde el 25 de marzo drásticas medidas que ordenaban el cierre de peluquerías y barberías, el tiktoker1 Saad Abdullah posteó un vídeo satírico que fue visto por 2,6 millones de abonados a través de los Emiratos y la península arábiga.

Abdullah aprovechó su parecido físico, que le permite hacerse pasar tanto por un nacional del subcontinente indio como por lo que es –un ciudadano emiratí–, y en uno de sus sketchs satíricos actúa de un peluquero bengalí (identificable por su pareo a cuadros) que va caminando por una calle de Dubái, desierta por la crisis sanitaria. Desde lo alto de un edificio, uno de sus partenaires hace de cliente emiratí. Cubierto con una gran túnica gris, el cliente contempla su afeitadora con un aspecto apenado y confuso, sin saber cómo cortarse la barba para obtener el trazado perfecto que caracteriza a la juventud del golfo. Al escuchar la vibración del aparato, el barbero levanta la cabeza, y entonces cliente y profesional cruzan sus miradas y se reconocen.

Eh, sadiq [amigo], lanza el cliente emiratí, utilizando ese sadiq genérico con el que se interpela a los indo-paquistaníes cuando se ignora su nombre. ¡Mi barbero favorito!

¿My love? replica, perplejo, el barbero, antes de golpearse la frente con la mano y corregirse: ¿My customer?

Mientras el cliente baja la mirada, con los ojos llenos de lágrimas, la banda sonora difunde una balada romántica cantada por Arijit Singh –uno de los principales dobladores de canciones de películas al hindi y bengalí–, extraída de la película Kalank (2019). El cliente estalla en llanto y a su vez el barbero baja la mirada y observa su mano enguantada, que de repente se ve recubierta de gel fijador. Entonces ambos protagonistas participan de un flaskback idílico que los lleva de nuevo a la barbería, y el tallado de la barba incluye poses que se mofan de las canciones románticas indias. Pero la balada termina con el regreso al tiempo presente:

No sé afeitarme, se queja el cliente.

Utilizando un recurso cómico universal, Saad Abdullah imita el pidgin árabe de los obreros indo-pakistaníes:

Tomar la máquina bien, por abajo, sí, insertar así, sí, tomar por base, sí, no, eso no, tomar por base…

—[¿Cómo? ¿Cómo?

¡Usted poder, poder todo, Insha’Allah!

Pero cuando el joven emiratí se acerca la afeitadora al rostro y arruina la perfección de la línea de su barba, se pone a llorar.

¡Burro! ¡Burro! ¡Yo saber; tú,burro! dice el barbero. No hay problema: para safety tú, para safety yo, quedar en casa. Bye bye.

Múltiples extranjeros

Los memes de internet2 producidos en la península arábiga desde el comienzo de la crisis del coronavirus (kuruna, en su denominación árabe habitual) reproducen en una adaptación local algunas temáticas planetarias: el fastidio del confinamiento, su compensación a través de la comida, la obsesión higienista maníaca o el interés por los peores contenidos complotistas. Otras formas son más regionales: las canciones dedicadas al coronavirus, con un tono marcial, satírico o patético, los llamados a volver a Dios, las bromas sobre la presencia de los hombres en el espacio doméstico privado, por lo general un espacio homosocial femenino, o incluso la denuncia de las supersticiones y de las recetas de medicina popular contra el virus.

Sin embargo, una de las particularidades del Golfo, y uno de los puntos más instructivos, es la codificación de la relación local-extranjero que allí puede encontrarse. Ese extranjero puede ser “del interior”, como el trabajador inmigrante; el vecino regional aliado o enemigo, o finalmente aquel que trae el mal desde una zona remota.

El sainete de Saad Abdullah descrito más arriba es sobre todo una broma de colegial que juega alegremente con sobreentendidos homoeróticos (el “my love” que se le escapa al barbero, las poses románticas, el gel en la mano, el “toma por la base”, el “inserta así”). Pero en las producciones humorísticas siempre hay intersticios más o menos voluntarios, y este sketch revela, justamente por esa elección del subtexto homoerótico, inversiones de roles provocadas por la crisis sanitaria y dinámicas dominante/dominado que revisten las fronteras étnicas y sociales en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), y al mismo tiempo pone en evidencia la dependencia mutua que vincula a los emiratíes con los inmigrantes del subcontinente indio, en tiempos normales como en épocas de crisis.

Mientras el ministro de Relaciones Exteriores de los EAU, Anwar Gargash, afirmó en junio de 2020 que el modelo económico de la región, que emplea un amplio porcentaje de mano de obra extranjera “deberá ser reconsiderado” a la luz de la crisis generada por la pandemia y que “habrá que examinarlo y ver si es durable o si debe ser corregido”, el humorista, que es un representante de la sociedad civil, mostraba que la realización misma del ser en el mundo y la presentación de su cuerpo en los usos del Golfo requiere los servicios del extranjero, y que su corporeización de la masculinidad, que supone la perfección de la línea de vellosidad facial, no solo es imposible sin la presencia del dominado, sino también que la emiratización de la función es una utopía poco deseable porque modificaría lo erótico: afeitarse, sugiere el video, es a hacerse afeitar lo que la masturbación es a la sexualidad.

Una pareja inseparable, pero desigual

Sin embargo, habría que matizar la perspectiva aparentemente favorable para con los extranjeros de Saad Abdullah: su personaje de bengalí aparece en otros dos sketches filmados en tiempos de COVID-19. En el primero, anuncia que debe partir y separarse de su empleador emiratí, quien se alegra de ver que por fin ese (supuesto) parásito se va. Pero apenas el empleado atraviesa la puerta del chalet para irse, vuelve a ingresar por la del garaje: el humorista sugiere que por más hastío mutuo que se expresen abiertamente, la pareja indo-emiratí es inseparable. En el segundo video, difundido al comienzo del ramadán, su personaje, que siempre se expresa en pidgin árabe, intenta enternecer a un conductor emiratí (actuado por el mismo partenaire) para obtener dinero:

¡Jefe! ¡Buen ramadán! Yo querer billete para volver país, pero yo tener solo 20 dírhams, ¡yo querer billete, precio mil dírhams!

Pero cuando el generoso emiratí le regala directamente ese billete que él finge tener que comprar, el inmigrante lloroso cambia de versión e inventa una nueva necesidad que llega al absurdo cuando el bengalí asegura necesitar un nuevo corazón. Entonces aparece un nuevo personaje que le ofrece el suyo, pero el astuto pedigüeño lo rechaza, so pretexto de que es demasiado grande para él. Esos ciudadanos emiratíes, que se niegan obstinadamente a dejarse abusar y estafar, mientras dan muestras de una generosidad sin límites con los extranjeros en época de ayuno, al final lo hacen estallar de exasperación:

Si él querer dar dinero tú, él dar si tú querer. Si tú no querer, no bla, bla, bla, ahora ramadán, dar regalo, no bla, bla, bla mucho…

Una de las principales ambigüedades del mensaje es que en este período de donaciones que es el mes sagrado –donde, debido a la crisis económica generada por la urgencia sanitaria, el sector privado o seudoprivado no tiene el más mínimo problema en negarse a pagar a los trabajadores o despedir sin aviso– la generosidad hacia el extranjero es una cuestión que queda librada a la apreciación del individuo ciudadano. Pero el tiktoker aporta información no solo respecto a la imagen del indo-pakistaní-bengalí entre la población local emiratí, sino también sobre la percepción que ella misma tiene sobre su relación con la mano de obra inmigrante: ṣadiq es parte integrante del tejido social, una figura familiar del frij (barrio) del Golfo a la que le dan los medios para vivir dignamente, a quien se observa con una ternura de dominante, y así y todo, no se muestra tan agradecido como podría esperarse. También es el hazmerreír que soporta que lo bañen con gel hidroalcohólico cuando va a entregar los productos encargados, como en esta caricatura del dibujante emiratí Khaled al-Jaberi en Instagram:

Imagen 2: Compras usted almacén
Imagen 4: ¡Gracias!

Sin embargo, este mismo caricaturista no es ingenuo respecto al exhibicionismo de la generosidad con los extranjeros necesitados. Podemos preguntarnos, no obstante, hasta qué punto su denuncia de la ostentación individual alcanza todo su efecto político, si se percatara de ver en el gesto individual una alegoría del colectivo…

“Kuwait para los kuwaitíes”

El opuesto exacto de esta actitud paternalista indulgente es la “estrella de snapchat” kuwaití Rim Al-Shammari, quien el 28 de mayo de 2020 encendió las redes sociales con un video muy poco cómico en el que frente a las protestas de los egipcios obligados a dejar el país tras la pérdida de sus empleos o la reducción de sus salarios, explicó: “Al egipcio miserable que despotrica y que se imagina que vale un kuwaití: ¡Kuwait es para los kuwaitíes, honestamente, no para los egipcios! ¡Ustedes son simples empleados, los hacemos venir con un salario para servirnos! ¿Por qué no lo entienden? Los hacemos venir con contratos: ustedes nos sirven y se largan.” Así se despachaba Al-Shammari, con un tono amenazante, señalando con el dedo como maestra de escuela, desatando una de esas guerras artificiales en las redes sociales de Kuwait y Egipto donde se insulta a la nación del otro, o bien al contrario, se afirma virtuosamente que el agitador no es representativo y se rehúsa a participar del concurso de insultos, mientras se contribuye sin embargo al alboroto generado. Ya sea a través de la broma o del escándalo, las redes sociales a veces dejan transparentar cuestiones efectivamente esenciales para las sociedades del Golfo, como el lugar que ocupan los trabajadores extranjeros en esa región donde la libertad de expresión está estrictamente controlada y la represión electrónica es una espada de Damocles.

Es revelador que no se encuentre ningún sketch satírico de un residente extranjero que se refiera a las reducciones salariales y la preferencia nacional abiertamente aplicada desde la parálisis de la actividad económica: quien se arriesgara a hacerlo debería abandonar cualquier esperanza de encontrar un empleo en los Estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Las leyes emiratíes formuladas por la Autoridad de Regulación de las Telecomunicaciones sancionan “los contenidos en línea que publiquen información, noticias, declaraciones o rumores con el objetivo de ridiculizar, insultar o empañar la reputación, el prestigio o el estatus de los EAU o de cualquiera de sus instituciones”3.

Si bien se han difundido pocas imágenes de huelgas en los campos de trabajadores, el video más cercano de una sátira de la condición de los trabajadores es el de un indio de Kerala que reside en Kuwait y que fue visto más de 300.000 veces. Sobre la base de una melodía de Bollywood, el indio canta en pidgin árabe: “No haber dinero, no haber comida, ¿yo trabajador o pobre?” El primer comentario del video es categórico: “Vuelve al país”, comenta un kuwaití, utilizando el mismo pidgin, “¿por qué estás enfadado? Dios es generoso”.

La determinación y la resiliencia nacionales frente a la adversidad son, desde luego, una reacción universal y un mensaje común en todos los Estados afectados, pero el tema de la generosidad, hacia los suyos y hacia los otros, es claramente un elemento cultural propio de la región, aun antes del ramadán. La primera reacción de las industrias del espectáculo difundidas en las redes sociales fue magnificar la nación, en su versión reducida o al contrario plural: así, la campaña del emirato de Sarja #greater_than_corona se ocupa de poner en primera línea a estrellas del pop locales, como el cantante Muhammad Al-Shehhi, así como a residentes, arabófonos o no, para transmitir el mensaje nattaḥid jamī‘an, muwāṭinūn wa-muqīmūn (todos unidos, ciudadanos y residentes): la nación se presenta como plural frente al peligro. Sabemos, sin embargo, que el costo económico no será el mismo para todos…

1La plataforma china de videos cortos Tiktok prima en las redes sociales desde el inicio de la crisis y le disputa el liderazgo a Instagram: una cantidad creciente de memes intercambiados desde marzo vía WhatsApp son creados para esta red.

2NdR. Un meme es un concepto (texto, imagen, video) utilizado masivamente, adaptado y tergiversado en internet de una forma a menudo paródica, que se difunde muy rápido y genera revuelo.

3Federal Decree-Law no. (5) of 2012, on combating cybercrimes, artículo 29 : “Se sanciona con una pena de prisión temporaria y una multa que no superará un millón de dírhams a quien publicara información, noticias, declaraciones o rumores en un sitio web o cualquier red informática o medio informático con la intención de burlarse o dañar la reputación, el prestigio o la talla del Estado o de una de sus instituciones o de su presidente, de su vicepresidente, de uno de los dirigentes de los Emiratos, de sus príncipes herederos o de sus asistentes, de la bandera del Estado, de la paz nacional, de su logo, de su himno nacional o de uno de sus símbolos”.