Medios

Refugiados sirios lanzan una revista en España

Vivieron las primeras horas del levantamiento en Siria, y después, el horror de la guerra y el dolor del exilio. Actualmente refugiados en España, cuatro sirios emprendieron una aventura singular: crear un medio independiente para contar la vida de aquellas y aquellos que rara vez son escuchados.

Parte del equipo de Baynana

Una pequeña revolución sacude al paisaje mediático español: el 7 de abril apareció una nueva revista en línea, Baynana (entre nosotros), ideada y dirigida por refugiados en España.

El sitio bilingüe (árabe-español) de la revista no tardó en lucir los primeros artículos: la solidaridad de familias hacia los migrantes en el enclave español de Ceuta, el reciente interrogatorio de un periodista palestino por parte del Mosad en España, los cambios en curso en la narración del conflicto Israel-Palestina, e incluso el combate de un joven influente de origen marroquí contra la islamofobia. Pero el artículo de Baynana que más lectores reunió hasta el momento tiene que ver con la historia de refugiados sirios que, a falta de alojamiento, estuvieron a punto de quedar en la calle en Tarragona. Luego de que muchos internautas compartieran la nota, finalmente encontraron una solución temporaria.

Moussa Al-Jamaat, Mohammad Shubat, Ayham Gareeb y Mohammad Okba, que tienen entre 22 y 39 años, llevan adelante este proyecto periodístico. La línea editorial de Baynana es explícita, y figura en un lugar destacado en el sitio web: “Ofrecer información de utilidad a la comunidad arabófona en España y, al mismo tiempo, tender puentes entre las personas migrantes, refugiadas y españolas de origen extranjero, y el resto de la sociedad.”

Tras la fundación en 2017 de Amal Berlin, creado en Alemania por periodistas iraníes, afganos, sirios y egipcios, y en 2019 de Guiti News en Francia, ahora es el turno de España, donde periodistas extranjeros intentan recuperar la voz que habían perdido al dejar su país.

Periodistas por necesidad

Sin embargo, antes del comienzo del levantamiento en Siria, ninguno de los cuatro hombres se dedicaba al periodismo, pero dicen que se volcaron a él casi por obligación en los peores momentos de la guerra. “Antes de la revolución, estudiaba informática. Nunca imaginé que trabajaría en periodismo. Lo hice por obligación. Tenía que hacer algo y quería informar la realidad de lo que pasaba en mi país y frente a mis ojos”, explica Moussa Al-Jamaat, de 29 años.

Cuando en las calles de Deraa empezaron las primeras manifestaciones de la revuelta siria, Mohammad Okba, por su parte, solo tenía 12 años, casi la misma edad que tenían los jóvenes que plasmaron los primeros trazos de la revolución sobre las paredes de la ciudad, antes que los Mukhabarat (miembros de los servicios de inteligencia) los encerraran en el calabozo. Cinco años más tarde, casi sin darse cuenta, Okba iniciaba su carrera de periodista: “Deraa era una zona de combate intenso, y yo quería hacer algo. Empecé a comunicar en las redes sociales lo que veía, y después empecé a sacar fotos de mi ciudad, arrasada por la guerra.”

Moussa, que fue herido durante los bombardeos atribuidos al ejército sirio y a las fuerzas rusas, asegura que el oficio de periodista en el lugar de los hechos era uno de los más peligrosos. “Nuestras vidas estaban en peligro todo el tiempo. Cuando el régimen y Rusia tomaron el control total de la región, no tuve otra opción más que partir. Si me quedaba, solo habría tenido dos opciones: la muerte o la prisión”, dice Moussa.

En 2018, luego de que Rusia, el régimen sirio y el Ejército Libre Sirio (ASL) sellaran un acuerdo, los cuatro colegas, que en ese entonces solo se conocían de manera virtual, dejaron Deraa. Dispersos en diferentes puntos del noroeste del país durante un tiempo, terminaron cruzando la frontera hacia Turquía y luego se hizo cargo de ellos el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), una estructura con sede en Nueva York que organiza el asilo de reporteros en exilio. Los cuatro se encontraron por primera vez en la Embajada de España en Ankara. “Los 45 periodistas que vinieron como nosotros del sur de Siria fueron repartidos por el CPJ en tres grupos: Francia, Alemania, y en menor medida España, donde 12 de nosotros encontramos refugio”, explica Mohammad Okba. Hay que decir que, como destino de exilio, la península ibérica es marginal: según cifras comunicadas por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), del millón de sirios hospedados en Europa, solo 20.000 solicitaron asilo en ese país desde 2011.

La voz de los olvidados

Luego de instalarse en España, los cuatro hombres se encontraron frente a las mismas dificultades que los otros miles de inmigrantes que cada año llegan principalmente de Marruecos y del Sáhara occidental, pero también del África subsahariana: complicaciones para acceder al alojamiento y al mundo del trabajo, y discriminaciones que dificultan su integración a la sociedad. “Aquí los migrantes y los refugiados tienen muchos problemas con el sistema de salud y el programa de asilo. Mucha gente no quiere alquilarles su apartamento o su casa”, explica Mousa Al-Jamaat. “Eso fue una sorpresa para nosotros: no pensábamos que había tantos refugiados e inmigrantes en España”, dice Mohammad Okba, y agrega: “Es una realidad que nos impactó. Nos dimos cuenta de que muchas personas se encuentran en una situación muy difícil en España y están desprovistas de información. Nos dijimos que faltaba algo. Y Baynana nació a partir de esa conclusión.”

La población arabohablante de España no deja de crecer: según cifras del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, en diciembre de 2020, el país contabilizaba 5.800.000 extranjeros, de los cuales 811.530 son marroquíes. Los cuatros periodistas decidieron lanzar una revista en línea accesible para aquellos y aquellos que todavía no manejan un español fluido. Como ningún medio de comunicación aceptó recibirlos en el seno de su redacción, la fundación Por Causa, que reúne a expertos y periodistas comprometidos, los apoya incondicionalmente en lo referido a la logística.

Gracias a la inestimable ayuda de varios periodistas, lanzaron una campaña de financiación participativa que se tradujo en un magnífico impulso solidario, y con 36.000 euros reunidos, Baynana finalmente vio la luz: “En España se habla con frecuencia de los migrantes y de los refugiados de un modo dramático o negativo. Teníamos que contar otras historias, esas historias que nunca son relatadas”, explica Mohammad Okba. El joven periodista firmó varios artículos relacionados con las consecuencias humanas de los conflictos políticos: “Quería dejar planteadas cuestiones esenciales. ¿Por qué todas esas personas intentan entrar a Ceuta? ¿Qué piensan, qué quieren? Hay que humanizar esas migraciones para explicarlas, y sobre todo, darles la palabra a las personas concernidas”.

Un desafío para la sociedad española

Baynana es una iniciativa tanto más singular cuanto que el panorama periodístico español está muy polarizado: si bien algunos medios se destacan por su carácter progresista, la mayoría presenta una tendencia ideológica fuerte, donde, al igual que en Francia, la escalada de opiniones radicales y la busca de la confrontación se volvieron un lugar común.

Y si el proyecto de estos cuatro hombres es audaz, es porque los migrantes y los refugiados figuran entre las primeras víctimas de las agresiones de odio. Esa tendencia está ligada directamente con el auge de la extrema derecha en el ámbito político español: aunque durante años el ala más reaccionaria del espectro español estaba contenida dentro del Partido Popular, la creación del partido VOX en 2013 y su ingreso al Parlamento en 2019 cambiaron el panorama.

La banalización de los discursos estigmatizadores en la esfera mediática es pasmosa, como explica la periodista Andrea Olea, quien por otra parte fue coordinadora de Baynana durante el lanzamiento del sitio: “Antes creíamos que estábamos protegidos. Y si bien los problemas de racismo y de intolerancia no son nuevos en España, desde que la extrema derecha alcanzó un nivel político importante ha habido una normalización de los discursos de odio y un sensacionalismo emergente que se dedica particularmente a describir a los migrantes como una amenaza”. Todo sucede bajo la mirada de una justicia como mínimo indulgente que permite, por ejemplo, que el portavoz del grupo parlamento de VOX en el Congreso de Diputados, Iván Espinosa de la Monteros, pueda decir con total tranquilidad en el canal de televisión Antena 3 que “un extranjero es tres veces más susceptible de violar que un español”.

Esto no es nada nuevo en una Europa atormentada por viejos demonios, donde las cuestiones migratorias están envenenadas de fake news y odio.

Pero estas últimas semanas, en España más que en otras partes, estos temas tienen mayor repercusión, sobre todo debido a la muy difícil situación humanitaria en los alrededores del enclave de Ceuta, que pone al descubierto el racismo de una parte de la sociedad española. “Es importante decir que el racismo no se limita a las cosas de la calle, sino que es sobre todo estructural e institucional. Es algo que debe ser destacado, a pesar de que la situación en España es mejor que en Francia”, sentencia Mohammad Okba. “Si bien la cultura del espectáculo también está presente en Francia y en Italia, todavía tenemos muchos problemas para analizarla en España”, dice Andrea Olea. “Nos faltan voces críticas, especialmente si nos comparamos con Francia, donde las personas inmigrantes y racializadas ocupan más lugar en el espacio mediático. Nos faltan esos discursos, necesitamos con urgencia otras voces.”

Respaldados por una campaña de financiación que les permitirá mantenerse “al menos un año”, Moussa Al-Jamaat, Mohammad Shubat, Ayham Gareeb y Mohammad Okba hicieron una promesa: harán todo lo posible para que se escuche la voz de aquellas y aquellos de los que habla todo el mundo, pero que nadie parece querer escuchar.