
Sahara Occidental. Argelia frente a las presiones de Estados Unidos
La última resolución del Consejo de Seguridad sobre el Sahara Occidental, adoptada el 31 de octubre de 2025, fue recibida en Argelia con una mezcla de tímida crítica oficial, negación mediática y, sobre todo, preocupación frente a las presiones estadounidenses que se vislumbran.

Adoptada el 31 de octubre de 2025, la resolución 2797 (2025) del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)1 introduce un cambio notable en el asunto del Sahara Occidental. Estados Unidos, autor de un proyecto inicial abiertamente promarroquí y promotor de la autonomía como única solución, aceptó suavizarlo para obtener la aprobación del núcleo de su propuesta. Así, la resolución final reafirma el principio de la autodeterminación como base jurídica del proceso en la ONU y pone de relieve el plan de autonomía marroquí de manera explícita, que “podría representar la solución más factible”.
Este cambio político no modifica el estatuto del territorio, que sigue siendo considerado como no autónomo por la ONU, que orienta la acción diplomática hacia una solución negociada en torno a la autonomía. Si bien la resolución menciona un acuerdo “aceptado mutuamente”, ya no hace referencia al referéndum como vía de expresión de la autodeterminación, principal reivindicación de los saharauis y reafirmada de manera constante en las anteriores resoluciones de la ONU.
La explicación de la “silla vacía”
Aunque los medios argelinos lo minimizaron o ejercen directamente la negación, el jefe de la diplomacia argelina, Ahmed Attaf, destacó los esfuerzos de Argelia para reformular la resolución preparada por Estados Unidos, que reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental a cambio de la normalización con Israel.
El discurso oficial argelino evitó cualquier crítica directa a Washington y al mismo tiempo intentó llevar calma a una opinión pública favorable al principio de la autodeterminación. Argelia, afirmó el ministro de Asuntos Exteriores en el canal de televisión argelino AL24 News, estuvo “muy cerca de votar a favor de la resolución” del Consejo de Seguridad. Pero el preámbulo, que mantenía la afirmación de que “una verdadera autonomía bajo soberanía marroquí podría representar una de las soluciones más realizables” incitó a Argel a no participar de la votación.
El represente permanente de Argelia ante la ONU, Amar Bendjama, explicó que Argelia se negó a participar de la votación para marcar “su distanciamiento de un texto que no refleja de manera fidedigna ni suficiente la doctrina de la ONU en materia de descolonización”.
La explicación de la “silla vacía” fue recibida con escepticismo en Argelia. Los analistas la interpretan como un intento de no “herir” a Estados Unidos y de defender a una diplomacia argelina que vive del capital, hoy lejano, de la guerra de independencia. Lo demuestra la lenta erosión del apoyo internacional al referéndum de autodeterminación del Sahara Occidental, incluso en África, donde el respaldo era considerable.
En un país donde los medios responden al poder, las redes sociales son las que replican los cuestionamientos sobre el posible fracaso político, diplomático y económico tras medio siglo de disputas sobre el Sahara Occidental, que, a lo largo de los años, se convirtió en el eje central de la política exterior del país.
Desde luego, la resolución del Consejo de Seguridad no le otorga el Sahara Occidental a Marruecos, pero la tendencia que Estados Unidos le confirió al asunto (la resolución fue aprobada por 11 votos, contra tres abstenciones –Rusia, China y Pakistán– y la ausencia de Argelia) se va a acentuar en los próximos meses.
Realistas vs. Ortodoxos
La votación del Consejo de Seguridad hizo que en Argelia reapareciera una corriente minoritaria –que siempre existió dentro del régimen– que pide olvidar el asunto del Sahara Occidental y el peso que representa para el país.
En marzo de 2003, el exministro de Defensa, el general Khaled Nezzar (1937-2023), cuya influencia sigue siendo importante en el interior del poder, provocó un terremoto mediático al declarar a La Gazette du Maroc que “Argelia no necesita un nuevo Estado en sus fronteras (…)”. La decisión de destrabar la situación se la atribuyó al presidente Abdelaziz Bouteflika: “Si el presidente de la República no puede o no quiere favorecer el desbloqueo, el ejército no podrá hacerlo, ya que está a disposición de las decisiones políticas”.
Las declaraciones generaron conmoción y Nezzar fue blanco de algunos comentarios mordaces en los medios. Abdelaziz Rahabi, exministro de Comunicación, respondió que las afirmaciones eran perjudiciales “para los intereses diplomáticos del país. Argumentó que el ejército argelino “participa esencialmente en la concepción, la definición y la ejecución de la política exterior y de defensa del país”. También destacó que la cuestión del Sahara Occidental no era un simple asunto de “política exterior”, porque se basa “en uno de los principios fundacionales de la Revolución y del Estado argelino, que es el derecho a la autodeterminación y a la independencia. Esto ocurre en nuestras fronteras y se convierte así en un problema de seguridad nacional”.
Ese regreso a la ortodoxia resultó eficaz. Probablemente aconsejado por sus pares, Khaled Nezzar no volvió a mencionar el asunto, pero el debate reapareció tras la última resolución del Consejo de Seguridad. La corriente “realista” se expresó de nuevo a través de Noureddine Boukrouh , dos veces ministro bajo la presidencia de Abdelaziz Bouteflika y actualmente en el exterior, quien estimó que la suerte estaba echada.
En un artículo titulado “El último cuarto de hora” –expresión desafortunada que en Argelia remite al discurso del ejército colonial francés– y publicado en su sitio personal, estimó que “la opción que le queda al Polisario ya no es entre el estatuto de autonomía y la independencia, sino entre la autonomía y el estatuto de terrorista, entre el plan marroquí y la nada misma, por no haber elaborado un plan B”.
Para Boukrouh, el Frente Polisario ahora tiene que ser realista y renunciar a “una aleatoria República Árabe Saharaui Democrática [RASD] y aceptar “una Región Autónoma del Sahara (RAS) real y viable”. Eso le valió una respuesta áspera del cronista Abed Charef en un artículo titulado “Noureddine Boukrouh, víctima colateral del efecto Trump en el Sahara Occidental”, publicado el 28 de octubre de 2025 en Al-hirak al-ikhbari. Para Abed Charef, la votación del Consejo de Seguridad no cambia la situación:
Estados Unidos no va a remodelar el mapa de la región a su gusto a través de un proceso como este. Por una razón muy simple: tiene en frente a un pueblo que aspira a ejercer su derecho a la autodeterminación. Y ese pueblo es apoyado por otros pueblos enamorados de la libertad.
La posición es conforme a la ortodoxia argelina.
La propuesta de una mediación
Sin embargo, durante su conferencia de prensa del 18 de noviembre, Ahmed Attaf confirmó que Argelia ya no estaba en su zona de confort habitual de defensa del principio de la autodeterminación por vía referendaria, como lo demuestra su disponibilidad para apoyar una mediación entre Marruecos y el Frente Polisario:
Habida cuenta de los datos y de las responsabilidades que le incumben en su calidad de país vecino de las dos partes en conflicto, Argelia no dudará en brindar su apoyo a cualquier iniciativa de mediación entre el Frente Polisario y Marruecos.
Ese apoyo está acompañado de “condiciones”. La mediación debe inscribirse en
el marco de las Naciones Unidas, y adherir, en su forma y contenido, a los principios de una solución justa, durable y definitiva a la cuestión del Sahara Occidental, como estipulan todas las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad, incluida la última resolución N.º 2797.
A pesar de estas “condiciones”, este viraje, en el que Argelia cumpliría un papel de “facilitador”, genera perplejidad. En primer lugar, Argelia rompió sus relaciones diplomáticas con Marruecos en agosto de 2021, al acusarlo de acciones hostiles, lo cual no lo convierte en el más apto para desempeñar el rol de facilitador. Y fundamentalmente, el “tema” de la mediación, si llegara a existir, ¿podría ser diferente en algo a la autonomía presentada en la resolución, que Estados Unidos quiere aprobar como un ejercicio efectivo de la autodeterminación de los saharauis?
Bajo la atención particular de Washington
La cuestión de la relación con Estados Unidos es crucial. Argelia enfrenta dificultades geoestratégicas clave. Tiene situaciones difíciles en todas sus fronteras: Libia, Mali, Níger, Marruecos. Su “amistad” con Rusia está trastornada por sus intereses divergentes en el Sahel. Y China comercia con todo el mundo, aún más con Marruecos. El mayor país de África es blanco de una atención particular de Estados Unidos.
La embajadora estadounidense en Argel, Elizabeth Moore Aubin, en su cargo desde 2022, da muestras de un activismo inhabitual. Desde su llegada, multiplica los desplazamientos en Argelia, incluso fuera de Argel, se reúne con empresarios, ONG, start-ups, políticos locales y estudiantes, una presencia pública pocas veces vista de parte de un diplomático occidental en el país. Incluso durante los bombardeos más intensos en Gaza no redujo su exposición mediática, indicador de una diplomacia estadounidense afirmada y determinada. Este intervencionismo de Washington en el asunto del Sahara Occidental se inscribe también en un contexto de regreso de los petroleros estadounidenses a Argelia. En agosto de 2025, Occidental Petroleum firmó dos convenciones con la Agencia Nacional para la Valorización de los Recursos de Hidrocarburos (ALNAFT) para explorar los perímetros de El Ouabed y Dahar, en el sur de Argelia. ExxonMobil y Chevron están por concluir un acuerdo para la explotación de gas de lutita. Un artículo del sitio de noticias económicas Maghreb émergent informó que “la entrada de actores estadounidenses en los yacimientos de gas no convencionales en Argelia” podría ser una palanca para atenuar las presiones de Estados Unidos.
El funcionamiento brutal de Estados Unidos suscita, sin embargo, incertidumbre. ¿Las concesiones argelinas en ese ámbito serán una “transacción” suficiente para atenuar las presiones del gobierno de Trump, apremiado por sumar la cuestión del Sahara Occidental a su corona de laureles de “hacedor de paz”?
Un perturbador voto sobre Gaza
La verdadera pregunta –y para algunos, la verdadera aprensión– es la relativa al uso que hará Estados Unidos de la resolución, que le da un impulso diplomático al plan de autonomía. En Argel, las declaraciones en el canal de televisión CBS del asesor de Donald Trump en Oriente Próximo, Steve Witkoff, quien aseguró que entre Argelia y Marruecos se llegaría a un “acuerdo de paz” en un plazo de “60 días” no pasó desapercibida. Fue ampliamente percibida como el comienzo de las presiones anunciadas. Attaf se apresuró a retirar a Argelia del encuentro con Marruecos, proyectado por el asesor estadounidense:
Pienso que hubo una confusión entre lo que Estados Unidos intenta hacer en el asunto del Sahara Occidental y las relaciones argelino-marroquíes. Creo que [Witkoff] quería hablar de la iniciativa estadounidense, en cooperación con la ONU, de proponer un plan de resolución de la cuestión saharaui.
Christopher Ross, enviado personal del secretario general de la ONU para el Sahara Occidental (2009-2017), calificó la resolución del Consejo de Seguridad de “retroceso” y no entendió lo mismo: “Temo que la predicción de Steve Witkoff (…) pertenezca al ámbito de la utopía”. Argelia, agregó, “no tiene reputación de ceder a las presiones ni de practicar una diplomacia transaccional”.
Anna Theofilopoulou, exasesora de James Baker, exenviada personal al Sahara Occidental del secretario general de la ONU (1997-2004), es menos categórica. El 9 de noviembre, en una declaración al diario El Independiente, planteó cuestionamientos sobre el rol de Argelia:
El antiguo régimen argelino (…) era muy duro, pero sabía lo que hacía. (…) Ahora, con Tebboune, no puedo decir lo mismo. Estuve hablando con un amigo y nos reíamos de la perspectiva de ver a Trump y a Boulos, su asesor para el Sahara Occidental, en ese país. Él me dijo: ‘Antes, habría dicho que los argelinos lo habrían devorado en el desayuno. Hoy no estoy tan seguro de eso…’
La resolución del Consejo de Seguridad no es un reconocimiento de iure de la “marroquinidad” del Sahara Occidental, y lo que vendrá dependerá de la acción –o no– de Estados Unidos hacia Argelia y el Frente Polisario, y de la capacidad de que ambos resistan las presiones del gobierno de Trump.
El 17 de noviembre, el voto, perturbador, de Argelia sobre la resolución estadounidense sobre Gaza –mientras Rusia y China se abstenían– suscitó dudas sobre esa capacidad. En Argel, algunos interpretan ese voto –inusualmente conciliador con Washington– como la señal de una nueva configuración de las relaciones de fuerza. Ante las críticas y las denuncias expresadas en las redes sociales –a pesar de los riesgos que se corren en un país en el que una publicación en Facebook puede ser motivo de encarcelamiento–, la reacción oficial fue muy amenazante.
El 18 de noviembre, la agencia oficial de prensa argelina APS recordó que la Constitución “hace de la política exterior un terreno reservado al presidente de la República, en su calidad de único artífice de la decisión política exterior, en nombre de la Nación argelina”. Y denunció a “partes internas” que lanzan un “intento execrable de instrumentalizar la política exterior del país al servicio de cálculos políticos miopes”.
El comentario afirma que el Estado nacional “jamás permitirá que su decisión soberana en materia de política exterior se transforme en herramienta de regateos políticos o partidarios, estrechos en su alcance como en su visión”. El mensaje es claro: silencio en las filas.
1Organización de las Naciones Unidas, Sahara Occidental: el Consejo de Seguridad prorroga el mandato de la Misión de las Naciones Unidas (MINURSO) hasta el 31 de octubre de 2026, sin el voto de Argelia, 31 de octubre de 2025
